EL CAIRO (28 Noviembre2015).- Todo empezó con la
imagen escaneada a toda resolución que de la tumba de Tutankhamón hizo la
empresa española FactumArte. Las imágenes se colgaron en su página web, que es
donde Reeves pudo estudiarlas con detalle. Y con frutos, pues le pareció ver
que en la pared norte y en la pared oeste de la tumba del faraón adolescente se
podían ver unas diminutas marcas que le parecían indicaban la existencia debajo
de huecos condenados por motivos desconocidos hasta ahora. Estos huecos ocultos
coincidirían, además, con los que cabría esperar de una tumba real de finales
de la XVIII dinastía.
Lo más interesante es que a este descubrimiento se
le suma el realizado hace un par de años por el Instituto Getty de Conservación
de que la decoración de la pared norte de la tumba está realizada con una
técnica diferente a las demás. Las paredes este, oeste y sur constan de una
capa de pintara blanca, sobre la que se dio una capa de pintura amarilla sobre
la que se pintaron las figuras. En cambio, las figuras de la pared norte se
pintaron directamente sobre un fondo blando y, después, el fondo se rellenó de amarillo.
Lo que sugiere claramente que fue realizada en un momento posterior a las otras
tres.
Juntando todos estos datos, Reeves ha sugerido la
hipótesis de que tras esa pared norte se continúa el largo pasillo de una tumba
real de finales de la época amárnica. Y, dada la relación entre Nefertiti y
Tutankhamón -quien quizá fuera su sucesor en el trono-, el egiptólogo británico
considera que muy bien pudiera tratarse de la tumba de la esposa de
Akhenatón.
Las mínimas rugosidades que el egiptólogo británico había creído
apreciar en las fotografías de alta definición tomadas por FactumArte se
pudieron apreciar después in situ. Primeras impresiones que se vieron
confirmadas en parte cuando estudios termográficos realizados días después
encontraron grandes diferencias de temperatura entre unos puntos de la pared y
otros, justamente allí donde cabría esperar la presencia de huecos. No sólo
eso, sino que el estudio del techo parecía demostrar que era una pared
artificial, no una pared tallada en la roca de la montaña.
Puestos en marcha los escáneres, cuya efectividad se
comprobó primero en la KV 55, una primera medición realizada este jueves
produjo unos resultados calificados como "intrigantes" por Reeves.
Sólo faltaba utilizar el escáner, trabajo que se encargó a Hirokatsu Watanabe,
un especialista en estas tareas que ya trabajara con Reeves hace quince años en
el Valle de los Reyes. Entonces descubrieron varios huecos, uno de los cuales
demostró ser una tumba.Antes de comenzar, la efectividad del escáner se
comprobó en la KV 55 (la tumba de los hijos de Rasmés II) con resultados
positivos. Entonces todos se trasladaron a la KV 62 a realizar las mediciones.
Tras un primer intento abortado, Watanabe fue empujando lentamente la máquina a
lo largo de las paredes y tras una primera lectura afirmó: "Hasta aquí es
roca sólida. A partir de aquí hay un cambio". Una segunda lectura confirmó
los primeros datos.Parece que está claro. Reeves tenía razón y tras la pared
oeste se encuentra la entrada condenada a algo que es muy profundo. En palabras
de Reeves: "La transición [en los materiales] no es gradual. Hay una línea
definida, recta y vertical que se corresponde perfectamente con la línea del
techo. Parece sugerir que la antecámara se continúa más allá de la cámara
funeraria como un corredor".
Si al final los datos se consideran lo
suficientemente sólidos, se realizará un diminuto agujero en la pared oeste de
la habitación llamada el "tesoro", que no presenta decoración, para
introducir un endoscopio y alcanzar la zona hueca sin causar ningún destrozo.
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