SANTO DOMINGO, República Dominicana (5 Febrero 2016).-
Ciego de Ávila, que aquí es Cuba, a todo pulmón mostró el béisbol que sabemos
jugar y metió a la Mayor de las Antillas en la semifinal de la 58 Serie del
Caribe al vencer al dueño de casa en un partido muy disputado, y en el que
Vladimir García peleó su juego con toda la fiereza de un tigre y Miguel Lahera
se hizo un coloso en la lomita para que José Adolis García se vistiera de héroe
y decidiera el choque de supervivencia entre los equipos que no habían ganado
un juego hasta ayer.
El timonel Roger Machado y su equipo tomaron todos
los riesgos, tal y como demandaba la extrema situación, era todo o nada. Así
alineó con el receptor defensivo desde la arrancada para darle confianza a
Vladimir, sabiendo que en las postrimerías ante la exigencia de más ofensiva
iba a perder la necesitada custodia de home y la conducción del pitcheo.
En el cuarto, tras los dos jits seguidos de Yulieski
Gurriel y Alfredo Despaigne, optó por tocar con Yosvani Alarcón.
Discutida jugada que en lo personal no señalo como
errada; con el marcador debajo situaba hombres en posición anotadora y un
elevado con dos hombres de fuerza detrás le permitía el empate a dos. Sin
embargo, la vulnerabilidad de Yoelvis Fiss hizo que el inning cayera en dos
outs y Yeniet Pérez tampoco las trajo. ¿Era temprano para el sacrificio? Sí.
¿Era un momento importante luego de par de
imparables que mostraban al lanzador por debajo? Sí.
Y como si los riesgos hubieran sido pocos, Machado
tomó otro, se quedó sin designado buscando la ventaja en la oncena entrada,
cuando sustituyó a Osvaldo Vázquez en la caja de bateo.
El mentor le dio juego a casi todos sus peloteros de
posición, no dejó de buscar la fórmula que le diera la ansiada victoria. Y
cuando mandó a Stayler Hernández de
emergente en la octava, el industrialista convirtió al Quisqueya en el
Latinoamericano, para que Yulieski Gurriel, el mejor hombre del ataque cubano y
avileño, viniera a consumir un trascendental turno y no falló; como los
grandes, elevó largó entre el izquierdo y el central para igualar el choque a
dos carreras.
Por más de cuatro horas dominicanos y cubanos, en
el terreno y también en las gradas, sentían el corazón latirles en el pecho,
como si quisiera salírseles. Hasta nosotros los periodistas, que somos seres
humanos y también nos corre sangre beisbolera, no pudimos contener las
emociones, lo cual no tiene nada que ver con la profesionalidad. Y en esa
adrenalina a borbotones hasta discutí y una frase, como un colosal error en el
campo, se me fue con mis compañeros. Cosas de la pelota, de cubanos y también
de los que aquí viven, que igual que nosotros respiran strikes y bolas en vez
de oxígeno.
Delante de los bateadores cubanos pasaron años de
experiencia y lujo en las Grandes Ligas estadounidenses como los acumulados por
Joel Peralta y Fernado Rodney quien, con todo su abolengo ligamayorista,
visiblemente lesionado, no escatimó en estar en la lid por su país y salir en
ese onceno capítulo que no pudo terminar porque el dolor lo obligó.
Así de grande fue la batalla de Santo Domingo, en
la que además de Vladimir, Yeniet Pérez también salió lastimado por no
regresar de mano a la inicial, y en la que José Adolis García prendió cohete
decisivo al central frente a otra joya del pitcheo quisqueyano, Rafael Soriano,
para llevar las dos de ventaja a la pizarra.
Si bien no habían ganado un partido en toda la
serie, la manera en que enfrentaron este premió a ganadores y perdedores, pues
le regalaron al béisbol la estirpe caribeña, que engrandece a este deporte tan
bello como desquiciante. Razón tenía Orlando Méndez, periodista de la
principal emisora de la República Dominicana, la Z101: “voy a celebrar gane
quien gane, lo dieron todo”.
Desde el inicio la cara avileña fue otra, por
primera vez en el torneo marcó delante y no dejó que se despegara el rival
cuando este tomó ventaja, porque Vladimir fue el grande que queríamos ver en el
montículo y Lahera sentó cátedra. Y como nada es perfecto en la pelota, como
no lo es en la vida, Machado trajo a Cano en la oncena con dos hombres en
bases y sin out. Si lo iba a traer, era abriendo la entrada, no arriba de un
volcán. Pero lo sacó de la candela rápido y José Ángel García demostró por qué
es el mejor relevista cubano.
Hoy es contra México, en la semifinal. Los Venados
de Mazatlán son los únicos que no han perdido, pero a ellos los cubanos fueron
a quienes mejor le batearon.
Por OSCAR SÁNCHEZ SERRA/Granma
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