CASA NATAL DE LOS CASTRO EN BIRÁN SE PREPARA PARA CELEBRAR LOS 90 AÑOS DE FIDEL
BIRÁN, Cuba (1 Junio 2016).- Enclavado en medio de
la serranía, alejado de los caminos asfaltados, el poblado de Birán, donde
nacieron Fidel y Raúl Castro, se convirtió en un polo de atracción para miles
de visitantes que llegan al oriente de la isla curiosos por ver la cuna de los
líderes de la revolución.
Convertido en un complejo histórico desde 2002, el
batey, con sus casitas de madera pintadas de brillantes amarillo, azul y
blanco, rodeado de plantaciones de caña de azúcar, palmas reales, árboles
frutales, y la comunidad rural de unas 200 familias que viven a un kilómetro,
iniciaron los preparativos para dejar en alto el nombre de este pueblo, ahora
que Fidel Castro cumplirá sus 90 años.
“Es linda la vida aquí”, dijo pausadamente a The
Associated Press José Rodríguez, de 53 años, quien cuida los animales de las 20
hectáreas que componen el antiguo batey-museo de los Castro y reside en un
poblado anexo junto a sus dos hijos adolescentes.
“Esta es la historia de nuestro país. Me
enorgullece”. “Mi padre trabajó con los padres de Fidel”, agregó Rodríguez con
sus pantalones de trabajo verde metidos en botas de goma negras llenas del lodo
oscuro que abunda en la húmeda geografía del lugar.
Fundada por el astuto inmigrante Ángel Castro, padre
de Fidel y Raúl, en 1915, la pequeña finca ahora museo contaba con 268
hectáreas que se fueron ampliando a 800 en 1922 y a 12.000 a finales de los 50,
cuando los hermanos tomaron el poder en 1959 y cambiaron el rumbo de la isla
ganándose admiradores y detractores.
La familia plantaba caña de azúcar que vendía a un
ingenio estadounidense, explotaba madera, criaba extensivamente ganado y hasta
tenía una pequeña mina de cromo.
Atrajo a haitianos, jamaiquinos y hasta asturianos
que comenzaron a laborar allí. Luego del triunfo de la revolución la madre de
los Castro, Lina Ruz, quien simpatizaba con el movimiento, hizo entrega de las
tierras al gobierno en cumplimiento de la reforma agraria.
“Me acuerdo de muchas cosas. Y algunas deben haberme
necesariamente influenciado”, explicó Fidel Castro sobre sus tiempos en la
casona de madera en una entrevista con el periodista Ignacio Ramonet.
“Yo era hijo de terrateniente, no era nieto de
terrateniente. Si hubiera sido nieto de ricos habría nacido ya en un reparto
aristocrático”, aclaró.
“Todos los compañeros con los cuales yo juego, en
Birán, con los que voy para arriba, para abajo, por todas partes, son la gente
más pobre”, aseguró el exgobernante para explicar los anhelos de justicia
social que lo marcó desde la primera hora antes de mudarse a las ciudades donde
sí compartió con los privilegiados.
Los lugareños en sus bicicleta, coches de caballo o
viejos camiones suelen ver pasar con asombro ahora los autobuses de turismo,
los automóviles último modelo y camionetas todo terreno que llegan al lugar
rompiendo un bucólico silencio de pájaros en medio del calor tropical.
Según el director del museo Lázaro Castro (sin
parentesco con los dirigentes) en 2015 se recibieron unos 27.800 visitantes –de
ellos 10.200 extranjeros– y en lo que va del 2016 se reportaron 22.000 -9.000
foráneos–. “Estamos pensando iniciativas para ver cómo podemos asimilar el
flujo de visitantes”, explicó Castro, quien relató que el 13 de agosto del 2015
se recibieron 1.274 personas y el mismo día de este año, cuando el retirado
gobernante llegue a los 90 años esperan unas 2.000 solo en el horario matutino.
En el complejo histórico también se encuentra el
mausoleo que guarda los restos de Ángel Castro, su esposa Lina Ruz, y algunos
hermanos de los líderes.
Los vecinos de Birán rememoraron que hace unos seis
meses el propio Raúl Castro estuvo en el lugar visitando la tumba de sus
padres.
Por lo pronto ya tienen restaurados el 90% de las 11
edificaciones que componen el complejo, como la casa grande con su mobiliario,
la escuelita o el hotel, todas construidas bajo la batuta de Ángel dispuesto a
tener allí su propio pueblo con hasta con farmacia, telégrafo y hasta gallera,
una de las aficiones populares del oriente de la isla, que las autoridades no
pudieron jamás eliminar.
Además de las actividades culturales con la gente
del lugar, el museo abrirá una exposición con fotos inéditas de los Castro,
plantará 90 árboles y abrirá a los visitantes un sendero a una colina aledaña,
la primera que trepó el antiguo comandante en jefe, antes de dejar la casa
paterna y viajar a la ciudad para completar su formación académica y luego
convertirse en abogado.
Enclavada en el corazón de la provincia de Holguín,
la finca es una de las muchas que caracterizaron el oriente con su clima más
tórrido, su composición étnica mayoritariamente afrodescendiente y su cultura
más caribeña y menos cosmopolita que la de la capital o el occidente, a donde
muchas personas sobre todo jóvenes migran buscando un mejor futuro.
De todas maneras, Hoguín ya no es aquel lodazal que
recordó Castro en su infancia, al punto que en sus territorios se desarrollan
además proyectos de punta como el Parque eólico de Gibara, que busca surtir de
energía eléctrica alternativa al país Las escuelas y hospitales que se
instalaron con la revolución y los celulares y los pantalones ajustados de las
mujeres con sus pañuelos multicolores de marcas internacionales, conviven con
muchos de los viejos hábitos rurales de los campesinos cubanos con sus machetes
y protectores sombreros de yarey.
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