LOS DESPIDOS PODRÍAN CAMBIAR LA CASA BLANCA, TRUMP SE DESPRENDERÍA DE ASESORES DEVOTOS
WASHINGTON (17 Febrero 2017).- Aunque Donald Trump se
considera un jefe leal, su círculo interno se ha ido reduciendo, un indicio de
que el presidente está dispuesto a desprenderse de algunos de sus asesores más
devotos.
El asesor de seguridad nacional Michael Flynn se
sumó esta semana a la lista de los hombres leales a Trump que se han quedado
por el camino. Antes fue el turno del gobernador de Nueva Jersey, Chris
Christie; el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani y los directores de campaña
Corey Lewandowski y Paul Manafort.
Flynn, Christie y Giuliani formaron en el pasado un
trío de agitadores que solía acompañar a Trump en sus viajes y todos ofrecieron
provocadores discursos en la Convención Nacional Republicana el verano pasado.
Pero en los siete meses desde que tuvieron sus momentos de protagonismo en
Cleveland, todos se han visto relegados.
La maniobra ha planteado la posibilidad de que los
conservadores insurgentes que ayudaron a impulsar la campaña de Trump puedan
estar perdiendo influencia ante miembros más ortodoxos del partido republicano.
Y si bien Trump ha mostrado una tendencia a quedarse
temporalmente con los seguidores acérrimos que se ven en problemas —como
Lewandowski, que fue detenido por agredir a una reportera— al final ha
decretado su marcha aunque culpe a otras personas de las destituciones.
Trump atribuyó el miércoles la renuncia de Flynn a
las filtraciones de agencias de inteligencia y a una cobertura parcial de los
“medios falsos”. El asesor de seguridad nacional había dado información
engañosa al vicepresidente, Mike Pence, sobre sus conversaciones con un
funcionario ruso.
“Michael Flynn, el general Flynn, es un hombre
maravilloso”, dijo Trump durante una comparecencia con el primer ministro de
Israel, Benjamin Netanyahu. “Creo que los medios lo han tratado de forma muy,
muy injusta”.
Pese a sus elogios por Flynn, Trump dijo más tarde
que él mismo había despedido al asesor. Y apenas unas horas después de su
vehemente defensa de Flynn, el gobierno se vio obligado a aceptar la retirada
de su candidato a secretario de Empleo, el directivo del sector de la comida
rápida Andy Puzder, ante la perspectiva de que no lograra obtener la
confirmación en el Senado.
Las salidas también amenazaron con cambiar el
ambiente del círculo interno de Trump, que en ocasiones ha registrado tensiones
entre populistas ajenos a Washington y republicanos de la corriente
tradicional. Algunas personas cercanas a Trump creen que las filtraciones que
han golpeado a la Casa Blanca en los últimos días derivan de la decisión del
presidente de dar la espalda a algunos de sus colaboradores leales.
“Creo que en el nuevo gobierno debe contratarse a
gente capaz con experiencia que sean seguidores y que sean leales a Donald
Trump desde el principio”, dijo el jueves al programa de NBC “Today” Roger
Stone, antiguo asesor de Trump desde hace tiempo. “Las filtraciones que salen
de la Casa Blanca son una demostración del hecho de que hay algunas personas
que no son leales al presidente”.
No es raro que un presidente pierda aliados clave al
hacer la transición de hacer campaña a gobernar, aunque la situación actual
podría estar por encima de lo habitual, señaló Ari Fleischer, que fue
secretario de prensa para el expresidente George W. Bush.
“Los presidentes pierden asesores, los presidentes
pierden candidatos al gobierno”, comentó Fleischer. “La clave es confiar en tu
personal y confiar en tus instituciones para superarlo”.
Pero a diferencia de otros presidentes, el hecho de
despedir a alguien es desde hace tiempo una pieza clave de la imagen pública de
Trump. El empresario saltó a la fama en todo el país con el reality show “The
Apprentice”, que lo mostraba como un directivo decidido dispuesto a destituir a
empleados que no cumplieran las expectativas.
Durante la promoción de ese programa dijo que en
realidad “no le gustaba” despedir gente. Y durante la campaña se refirió a
menudo a sus reparos para despedir a su director de campaña Lewandowski. La
primavera pasada dijo en un encuentro comunitario que era una “persona leal” y
que “para mí sería muy fácil acabar con este hombre, arruinar su vida, arruinar
su familia”.
Aunque mantuvo a Lewandowski durante las primarias
republicanas, el famoso empresario —o más bien, los hijos adultos de Trump y su
yerno, Jared Kushner— terminaron por despedir al director de campaña cuando el
candidato bajó en los sondeos en los primeros compases de las elecciones
generales.
Trump, que fomenta desde hace tiempo una cultura de
rivalidad entre sus colaboradores entre bambalinas, también despidió a su
segundo director de campaña. Paul Manafort abandonó el equipo después de que la
prensa empezara a cuestionar sus contactos con autoridades rusas.
Christie, que proporcionó un primer apoyo crucial,
perdió su trabajo como responsable de la transición y fue ignorado en el
reparto de cargos en el gobierno. Giuliani, que fue el más fiero perro de presa
de Trump en las últimas semanas de campaña, se postuló abiertamente al puesto
de secretario de Estado, una jugada pública que molestó a Trump. El magnate se
había vuelto cada vez más receloso del antiguo trabajo del exalcalde como
asesor de gobiernos extranjero y temía que Giuliani no tuviera la dignidad de
un estatista internacional.
Y si bien Flynn se había convertido en el principal
asesor de Trump en cuestiones de seguridad nacional y política exterior y
transmitía información diaria de inteligencia, las revelaciones sobre sus
conversaciones con un diplomático ruso llevaron a una “erosión gradual de
confianza” con el presidente, según el secretario de prensa Scott Spicer.
Pero en el mundo de Trump, un despido no siempre es
una marcha definitiva. Todavía habla habitualmente con Lewandowski y Stone, del
que se separó al inicio de la campaña. Giulliani fue nombrado director de una
división de ciberseguridad que se reunió el mes pasado en la Casa Blanca, en un
aparente premio de consolación. Y Christie fue invitado a comer esta semana a
la Casa Blanca para hablar sobre la lucha contras la epidemia de adicciones a
los opiáceos.
Y las salidas, que parecían tan improbables hace
siete meses en Cleveland, podrían haber sido auguradas por el propio Trump.
“Dependo de unas pocas personas clave para que me
mantengan informado”, escribió en su libro de 2004 “How to Get Rich” (“Cómo
hacerse rico”) para describir su estilo de dirección. “Saben que confío en
ellos y lo hacen lo mejor que pueden para mantener esa confianza intacta”.
No hay comentarios.: