MACRON LOGRA UNA MAYORÍA PARLAMENTARIA CLARA PARA PONER EN MARCHA SUS REFORMAS
MADRID (19 Junio 2017).- Emmanuel Macron culminó este domingo su metódico e
inesperado trabajo de demolición del viejo sistema partidista con una victoria
clara en la segunda vuelta de las elecciones legislativas. A la caída de los
partidos que dominaron Francia en las últimas décadas se suma una renovación
profunda del personal político. Desaparecen pesos pesados, hombres y mujeres
que han controlado hasta tiempos recientes los hilos del poder. Y en la
Asamblea Nacional aterriza otra generación de diputados, inexpertos en su nueva
profesión y devotos del presidente. Con ellos Macron usará la mayoría absoluta
para poner en marcha sus prometidas reformas económicas.
La victoria tiene matices. Las primeras
proyecciones, al cierre de los colegios electorales, apuntan a un resultado
menos abultado de lo que algunos sondeos aventuraban en los últimos días. Y la
abstención récord, casi un 57%, obliga a rebajar el triunfalismo del
macronismo.
Los viejos usos de la política francesa lastran el
plan moralizador de Macron
La caída de los viejos partidos y los populistas
deja Francia sin oposición
Macron logra una mayoría parlamentaria clara para
poner en marcha sus reformas La primera vuelta en las legislativas impulsa a
Macron hacia la mayoría absoluta
La primavera francesa — cuatro convocatorias
electorales entre el 23 de abril y el 18 de junio— concluye en todo caso con la
consagración de Macron como uno de los presidentes más poderosos en tiempos
recientes. Gobernará con una oposición dividida en el Parlamento, con los dos
partidos tradicionales —el Partido Socialista (PS) y la derecha de Los
Republicanos— en crisis, y con una franja populista ruidosa pero con un papel
secundario en la Asamblea Nacional.
Lo que pocos creían posible hace dos meses es una
realidad. Una vez ganó las elecciones presidenciales de abril y mayo, se
benefició del impulso habitual del vencedor y logró una mayoría en las
legislativas. Con la diferencia, respecto a casos anteriores, de que él lo
hacía con un partido nuevo que hasta ahora disponía de cero diputados. Y que,
más que un partido, era un movimiento a medida de un hombre, Emmanuel
Jean-Michel Frédéric Macron. Con 39 años es el líder francés más joven desde
Napoleón y el que, desde el centro político y buscando superar la división
izquierda/derecha, en apenas dos meses ha refundado el sistema: ya no es
derecha e izquierda; es la mayoría Macron y una suma heterogénea de minorías.
La República en Marcha (LRM), su partido, fue el más
votado. Asociado al centrista MoDem del ministro François Bayrou, obtiene, con
el 97% escrutado, 341 diputados. De ellos, 300 son de LRM y 41 de MoDem, lo que
significa que, aun prescindiendo de este aliado, Macron tendría la mayoría
absoluta. A estos diputados se añadirán otros afines al programa de Macron. Uno
es el exprimer ministro Manuel Valls, que ganó como independiente en su feudo
de las afueras de París. La Asamblea Nacional tiene 577 escaños.
Le siguen Los Republicanos y sus aliados, que
resisten a la debacle y, aunque debilitados, serán el primer partido de la oposición
con 135 diputados. El PS fue en los últimos cinco años el partido del poder en
Francia. Socialista era el presidente François Hollande y la mayoría
parlamentaria. Ahora, junto a sus aliados, se quedan con 42 diputados. El
secretario general del partido, Jean-Christophe Cambadélis, anunció su
dimisión.
En el año de la revuelta populista, el de la
victoria del Brexit en Reino Unido y de Donald Trump en Estados Unidos, en
Francia este movimiento no ha cuajado. Los partidos que proponían una enmienda
a la totalidad al statu quo —la salida de la UE y la OTAN, el cuestionamiento
del capitalismo— aumentan su presencia en la Asamblea Nacional pero se quedarán
en posición minoritaria.
La Francia Insumisa del exsocialista Jean-Luc
Mélenchon lograría, junto al Partido Comunista, 27 escaños. Uno de ellos es el
propio Mélenchon. El Frente Nacional de la ultraderechista Marine Le Pen recoge
8 escaños, incluido el de su líder, Marine Le Pen, insuficientes para formar un
grupo parlamentario, que exige 15. Mélenchon y Le Pen pueden convertirse en las
voces de la oposición más frontal en la Asamblea Nacional.
La llegada en masa de diputados nuevos de un nuevo
partido tiene pocos precedentes. El más evidente es el de 1958, cuando, recién
aprobada la Constitución que alumbró la V República y elegido presidente el
General De Gaulle, su partido ganó las elecciones legislativas en un momento de
renovación de la clase política similar al actual. Con la victoria de LRM, se
renuevan cerca del 60% de escaños. El nuevo parlamento tendrá menos políticos
profesionales, más mujeres, más personas del mundo empresarial. También más
rostros desconocidos para el gran público, incluso para sus propios votantes, que
en muchos casos les eligieron no por sus virtudes sino porque llevaban la
etiqueta de Macron.
La dimensión de la mayoría, si se confirman las
primeras proyecciones, no iguala la de 1993 cuando, en otro momento crítico del
PS, el neogaullista RPR y el centroderecha de la UDF, partidos que iban por
separado pero que gobernaron juntos, sumaron 472 diputados.
El resultado abre un debate sobre el sistema
electoral. Es un sistema con dos vueltas que sobredimensiona la representación
del ganador y marginaliza al perdedor. Un partido como la LRM pueda sumar un
32% de votos en la primera vuelta y en la segunda un 75% de escaños. Y otro
como el FN pueda quedarse sin grupo parlamentario pese a haber obtenido un 13%
de votos en la primera vuelta.
El que se vayan todos al estilo francés culmina sin
que se hayan tocado las columnas del sistema: con Macron la monárquica V
República está más viva que nunca. Por el camino han caído presidentes y
expresidentes que aspiraban a la presidencia como Nicolas Sarkozy y François Hollande,
y políticos que llevaban años preparando al asalto al Elíseo, como François
Fillon, vieron arruinadas sus ambiciones. Otros veteranos, como el ministro
Bayrou, han sobrevivido. Emmanuel Macron ya puede empezar a gobernar.
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