NUEVA YORK (29 de Junio 2017).- El 29 de junio de 1993, luego de una vida de excesos
y grandes glorias en el mundo de la música, el cantante puertorriqueño Héctor
Lavoe fallece de un paro cardíaco a los 46 años, en Nueva York.
“Vino al mundo para gozarlo y sufrirlo. A pesar de
que no era feliz, hizo feliz a mucha gente”, dijo su hermana Priscila, en una
redacción del portal Cromos sobre la vida de “El cantante de los cantantes”.
Su personalidad, estilo y cualidades de su voz lo
llevaron a una exitosa carrera artística en el ámbito de la música latina y
salsera durante los años setenta y ochenta.
Nace el 30 de septiembre de 1946 en Ponce, Puerto
Rico, Héctor Juan Pérez Martínez. Sus padres Luis y Francisca son músicos que
de canto en canto se las arreglan para sostener una numerosa familia compuesta
por varios hijos.
En 1966, a punto de cumplir 21 años, canta al lado
de Pete Rodríguez, Adalberto Santiago, Tito Puente, Richie Ray, entre otros
artistas, en la incipiente Fania All Stars. Conoce a Willie Colón, músico
estadounidense de padres puertorriqueños. “Ambos conocimos el mundo en el
barrio del Bronx. Aprendí a hablar español con Héctor, aunque al principio
entendí lo que me decía. Recuerdo que tenía un sentido del humor brillante y
era un gran imitador de cantantes”, dijo Colón en una entrevista.
En 1971 es convocado nuevamente para grabar, junto a
otras estrellas, Fania All Stars at the Cheetah. De este combo sobresalen Cheo
Feliciano, Richie Ray, Ismael Miranda, Celia Cruz y el joven Rubén Blades. En
1973, la agrupación llena las graderías del Yankee Stadium. Anacaona, Quítate
tú y Ahora vengo yo son algunos de sus éxitos.
En 1975 lanza La voz, su primer álbum como solista.
Esta incursión se interpreta como un segundo aire en su carrera. Tantos son sus
bríos de seguir que edita ocho discos más. De ti depende (1976) es una
colección de boleros y Comedia (1978) rompe ventas por la canción El cantante,
escrita por Rubén Blades. Este trabajo es producido también por Willie Colón,
que ese año se junta con Blades para grabar Siembra, el disco más vendido de la
salsa.
Lavoe dejó para la posteridad, cientos de piezas
musicales que lo elevaron a la categoría de leyenda. Entre los temas que lo
recuerdan destacan “Che che cole”, “Juana Peña”, “Barrunto”, “Calle Luna, calle
Sol”, “Juanito Alimaña”, “Mi gente” y “La murga”.
A raíz de una fuerte depresión, Lavoe es internado
en un sanatorio mental en Estados Unidos en 1977. Su adicción a la heroína, que
había empezado a arrastrar a finales de los años sesenta, no solo es conocida
por sus allegados sino por sus fanáticos.
El 7 de mayo de 1987 su hijo Héctor es impactado por
una bala perdida. “Esa muerte le rompió el corazón”, dijo Tito Nieves en una
entrevista. “En ese momento muere el alma de Héctor Lavoe”.
Se le diagnostica SIDA en 1988. Quienes lo visitan
en el hospital sostienen que no pierde el sentido del humor ni las ganas de
volver a las tarimas. Ese mismo año se lanza de un noveno piso en un hotel de
San Juan. Sobrevive para continuar dando batalla. Su deterioro físico es el
reflejo de su estado de ánimo.
“Él no está aquí con nosotros, pero su música
sigue”, dijo el salsero Ismael Miranda el día de su entierro en 1993. Y tuvo
razón, porque las canciones de Lavoe no pasan de moda. Actualmente hay dos monumentos
en su honor. Uno en su natal Ponce, Puerto Rico, y otro en Callao, Perú.
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