BOBBY FISCHER SE CORONA CAMPEÓN AJEDREZ EN EL MATCH MUNDIAL DEL SIGLO, HACE 47 AÑOS
SANTO DOMINGO, República Dominicana (31 Agosto
2017).- Parece que fue ayer, pero han transcurrido 47 años del match del siglo
en que un 31 de agosto, Bobby Fischer se coronó campeón mundial de Ajedrez.
Robert James Fischer, más conocido como Bobby
Fischer, nacido en Chicago, 9 de marzo
de 1943, fue un gran maestro de ajedrez, campeón mundial entre 1972 y 1975.
Obtuvo el título máximo del ajedrez mundial al vencer al soviético Borís
Spassky en el denominado «Match del Siglo».
Sin embargo, después de lograr el título no volvió a
jugar nunca más. Estadounidense de nacimiento, de origen judío, su país dictó
orden de busca y captura contra él en 1992 por haber jugado otro encuentro
contra Boris Spassky en Sveti Stefan, Yugoslavia, (país al cual Estados Unidos
había decretado un bloqueo) y más tarde revocó su pasaporte.
En julio de 2004 Fischer fue detenido en el
aeropuerto Narita, de Tokio (Japón), por intentar salir del país utilizando un
pasaporte no válido; fue liberado ocho meses después y autorizado a viajar a
Islandia, país que acababa de concederle la nacionalidad islandesa a pesar del
malestar que ello generó en las autoridades de EE. UU. Falleció en Islandia
tres años después.
Primeros años
Estrictamente hablando, Bobby Fischer no fue un niño
prodigio como lo fueron José Raúl Capablanca, Samuel Reshevsky o Arturo Pomar.
Su desarrollo al principio fue más bien lento. Hasta los trece años no comenzó
a despuntar como un jugador de capacidad superior; antes de esa edad no se
apreciaban en sus resultados y su calidad de juego signos de extraordinario
talento ajedrecístico. Es exacta la aseveración del árbitro internacional
español Pablo Morán en el sentido de que “Como niño prodigio no fue muy
brillante; en cambio, como adolescente prodigio no ha tenido parangón en la
historia del ajedrez”.
Fue hijo de la enfermera suiza Regina Wender,
inteligente y políglota, y del físico de origen alemán Hans-Gerhardt Fischer,
aunque existe controversia respecto de si este último fue el padre biológico de
Bobby, pues Regina y Hans-Gerhardt no vivían juntos desde 1939.Se considera
casi seguro que su padre biológico fue el físico húngaro Paul Nemenyi, dotado
de asombrosa inteligencia de tipo matemático. En cualquier caso, Regina y
Hans-Gerhardt no obtuvieron el divorcio hasta 1945; Bobby, que entonces tenía
dos años, quedó, junto con su hermana mayor Joan, al cuidado de su madre.
En
1949 Regina se trasladó con sus dos hijos a New York, a un pequeño apartamento
en Brooklyn. Fischer aprendió a jugar ajedrez por sí mismo, a partir de las
instrucciones que venían en un estuche con diversos juegos que le regaló su
hermana. Su afición por el ajedrez fue aumentando hasta llegar a la obsesión;
su madre, preocupada, le llevó a la consulta de un psiquiatra pero la actitud
del chico no varió. En enero de 1951, gracias a un anuncio en el periódico,
Bobby participó en una sesión de simultáneas contra el maestro Max Pavey; esa
fue su primera aparición pública como ajedrecista, y aunque perdió le sirvió,
según confesión propia, para seguir esmerándose en ajedrez. El presidente del
Brooklyn Chess Club, Carmine Nigro, fue su mentor de ajedrez, le enseñó los
fundamentos de la estrategia y le introdujo en el mundo del ajedrez de
competición.
Bobby Fischer sonriendo en una partida contra John
Collins (c. 1958).
En 1955 ingresó en el Manhattan Chess Club y
participó por primera vez en el Campeonato Junior de Estados Unidos,
finalizando en décimo lugar. Un año después, en Filadelfia, conquistaría el
título juvenil, ganando ocho partidas, empatando una y perdiendo otra. Poco
después de esta victoria, Fischer abandonó la Erasmus Hall High School a los 16
años para dedicarse por completo al ajedrez; aducía que estudiar era una
pérdida de tiempo. Sus profesores le recordaban como un muchacho difícil.
Probablemente tenía un coeficiente intelectual alto (tal vez de 187), aunque
era asocial. En 1956, John Collins, que había sido tutor de otros jugadores
sobresalientes como Robert Byrne y William Lombardy, le aceptó como alumno. En
algunas ocasiones se ha descrito a Collins como una figura paterna para
Fischer.
Sobre su partida con Donald Byrne, conocida por
algunos como la “partida del siglo” Byrne – Fischer (partida de ajedrez) en
1956, el doctor Max Euwe, campeón del mundo entre 1935 y 1937, comentó: “Que un
renombrado Maestro se confíe demasiado ante un jugador joven en pleno progreso,
y sufra por ello una seria derrota, no tiene en sí nada de particular, y en la
historia del ajedrez se registran bastantes ejemplos. Mas lo que no sucede
todos los días es que un escolar de trece años supere francamente en la combinación
a uno de los mejores jugadores de América. Las combinaciones de Fischer no son
particularmente profundas, aunque tampoco evidentes”.
Cuando Bobby tenía 17 años su madre decidió que no
podía seguir conviviendo con él y se mudó al Bronx, dejando solo a su hijo en
el apartamento de Brooklyn, entregado totalmente al ajedrez.
Ajedrez profesional
Su carrera coincide con el encumbramiento de la
escuela soviética de ajedrez que, subvencionada por el Estado, dominó la
disciplina desde 1948 hasta la desintegración de la URSS en 1991, con el
paréntesis de Fischer; y aun después de dicha desintegración, los jugadores
formados en dicha escuela soviética estuvieron en la cima durante años.
El
campeonato de Estados Unidos de 1957 tuvo para la Federación Internacional de
Ajedrez FIDE en el sistema de Candidatos al título mundial, categoría Zonal.
Bobby, ya campeón juvenil de Estados Unidos y que había terminado noveno en la
edición anterior del campeonato absoluto, se alzó con el primer lugar, y se
clasificó para el Torneo Interzonal de Portoroz (hoy Eslovenia) del año
siguiente, en el que obtuvo el sexto puesto. Un resultado magnífico que le
permitió acceder al torneo de Candidatos y obtener de forma automática el
título de Gran Maestro.
Muchos jugadores han superado desde entonces el récord
de precocidad de Fischer en obtener el título de Gran Maestro (lo hizo con
quince años y medio); cabe señalar, sin embargo, que el estadounidense lo
alcanzó con recursos muy limitados, en una época en la que la información ajedrecística,
particularmente la que llegaba a Estados Unidos, era mínima; en solitario y sin
entrenadores (mientras que los jugadores soviéticos recibían apoyo oficial), y
sin el auxilio de potentes programas de juego y bases de datos disponibles para
los jugadores actuales. Debieron pasar treinta y tres años para que la húngara
Judit Polgár estableciera una nueva marca.
Disputó nueve veces el Torneo Rosenwald de New York,
en el que se dirimía el campeonato de Estados Unidos. En su primera
participación sólo pudo ganar un par de partidas, aunque una de ellas, su
victoria ante Donald Byrne de la que ya hemos hablado, lo proyectó a la fama
internacional pues se publicó en revistas especializadas prácticamente de todo
el mundo.
En dicho juego Fischer venció mediante un brillantísimo juego
combinativo, aún más sorprendente si se toma en cuenta que apenas contaba con
trece años de edad. En sus restantes ocho apariciones obtuvo en todas el título
nacional con al menos un punto de ventaja sobre el segundo clasificado. En la
edición de 1963 logró además la proeza de coronarse campeón venciendo en todas
las partidas; una hazaña sin precedentes pues participaban en el certamen
figuras de la talla de Reshevsky, Larry Evans, Pal Benko y Robert Byrne.
Olimpiadas de Ajedrez
Robert Fischer acudió a cuatro Olimpiadas de ajedrez
con el equipo de Estados Unidos. En todas ellas consiguió resultados
sobresalientes, incluyendo dos medallas de plata y una de bronce defendiendo el
primer tablero de su país. Sus enfrentamientos contra el equipo de la URSS,
cuyo primer tablero generalmente ocupaba el campeón del mundo, produjeron
partidas extraordinarias que recogen las antologías. En Leipzig (Alemania), en
1960, empató espectacularmente con el soviético entonces campeón del mundo
Mijaíl Tal; al término del juego, Fischer le dijo con sorna al campeón: “No
juega usted mal”, a lo que Tal respondió: “Es la primera vez que usted lo
reconoce, y si me hubiera ganado afirmaría que jugué como un genio”.
En Varna (Bulgaria), dos años después, se
encontraría con el legendario Mijaíl Botvinnik, al que dominó durante toda la
partida aunque éste salvaría el empate gracias a la ayuda en el análisis de la
posición aplazada de sus compañeros de equipo, especialmente de Efim Geller,
alcanzando un final de tablas teóricas en desventaja material. En la Olimpiada
de La Habana (Cuba), el equipo de la Unión Soviética reservó al campeón mundial
Petrosián, por lo que Fischer se enfrentó al entonces subcampeón Borís Spassky
con quien firmaría las tablas después de cincuenta y siete movimientos en una
partida que comenzó con la Apertura Española o Ruy López.
En su última
presentación “olímpica”, en Siegen ( Alemania), Spassky, ya como campeón
mundial, derrotaría brillantemente al gran maestro de Brooklyn. Fischer en
total ganó cuarenta partidas, empató dieciocho y perdió siete en la máxima
competición por equipos del ajedrez, con un porcentaje de efectividad de 75,4
por ciento.
Torneos internacionales
Aun con su enorme talento y dedicación al juego, el
campeonato del mundo habría de esperar algunos años. En el maratoniano torneo
de Candidatos 1959, en Yugoslavia (se jugó en tres ciudades: Bled, Zagreb y
Belgrado), terminó en quinto lugar, empatado a puntos con Svetozar Gligorić,
gran figura del ajedrez internacional; en esta ocasión Fisher perdió sus cuatro
partidas con Tal. En 1962, triunfó en el Interzonal de Estocolmo (Suecia), con
dos puntos de ventaja sobre Tigran Petrosián, quien se coronaría campéon del
mundo un año después, y Geller.
En el torneo de Candidatos de Curaçao (Antillas
Holandesas), sin embargo, Fischer terminaría sorprendentemente en un lejano
cuarto lugar, detrás de Petrosián, Paul Keres y Geller, y denunciaría en un
artículo de revista que los soviéticos jugaban en equipo, asistiéndose, y
haciendo tablas fáciles entre ellos para repartirse los puntos y reservarse,
con objeto de alejar de los puestos preferentes a otros jugadores. Desde luego,
las acusaciones de Fischer no pudieron probarse, pero poco después la FIDE
cambiaría las reglas del campeonato del mundo, sustituyendo el sistema del
torneo de Candidatos por el de los enfrentamientos individuales.
Fischer se apartó temporalmente del ajedrez
profesional durante algunos meses entre 1964 y 1965, se dedicó a dar
exhibiciones y no participó en el ciclo de candidatos que culminó con el
encuentro por el título mundial entre Petrosián y Boris Spassky en 1966, ni
acudió a la Olimpiada de Tel Aviv (Israel). En 1967, no obstante, se
presentaría al Interzonal de Sousse (Túnez) en una nueva acometida por el
título mundial. Después de diez rondas, Fischer encabezaba la clasificación con
un récord impresionante de siete victorias y tres empates, cuando decidió
intempestivamente abandonar el torneo, alegando un calendario cargado. La
crítica de Fischer parecía injusta pues el torneo se había estructurado, entre
otras cosas, para respetar los días de descanso que sus creencias religiosas le
imponían. De ese certamen es memorable su partida frente a Reshevsky, pues
Fischer apareció en la sala de juego pocos minutos antes de perder por
incomparecencia, y con la mitad del tiempo asignado en su reloj derrotó con
relativa facilidad a su ilustre contrincante.
Planilla de anotación de Fischer correspondiente a
la tercera ronda de las Olimpiadas de Ajedrez de 1970, frente a Miguel Najdorf.
Una de las características que distinguían a Fischer
era la rapidez de su juego. En muy contadas ocasiones se veía en apuros de
tiempo, pues casi siempre jugaba de manera ágil y muy correcta. No es de
extrañar que con su excepcional talento se convirtiera en uno de los mejores
jugadores de partidas rápidas (llamadas “blitz”, donde cada jugador dispone de
cinco minutos para toda la partida). En 1970 se disputó en Herceg Novi
(Montenegro, antigua Yugoslavia), el torneo de partidas rápidas más importante
celebrado hasta entonces. Fischer triunfó al lograr diecinueve de los veintidós
puntos posibles contra rivales de primerísima fila, como los ex campeones
mundiales Tal, Petrosián y Smyslov y los ex aspirantes David Bronstein y
Reshevsky. Sólo Fischer y Tal fueron capaces de reproducir de memoria, una vez
terminada la competencia, las partidas que habían jugado.
Ese mismo año se llevó a cabo en Belgrado (Serbia,
antigua Yugoslavia) el entonces anual encuentro entre la URSS y el resto del
mundo. Bobby Fischer accedió a jugar en el segundo tablero, cediendo el primero
a Larsen, que había obtenido mejores resultados en los meses anteriores, pues
el estadounidense había permanecido inactivo. Fischer tuvo que enfrentarse a
Petrosián, entonces subcampeón mundial, a quien venció convincentemente 3 a 1
(dos victorias y dos tablas), a pesar de haber permanecido alejado de los
tableros. En la edición 1971, el americano ganaría por primera vez el Óscar del
Ajedrez, distinción que repetiría los dos años siguientes.
Encuentros de Candidatos
En 1972, finalmente, alcanzó el derecho a disputar el
Campeonato del Mundo. Obtuvo el primer lugar en el Torneo Interzonal de Palma
de Mallorca (islas Baleares, España), en el que ganó quince de las veinticuatro
partidas que disputó, algo verdaderamente inusual tomando en consideración el
nivel del torneo. Posteriormente, en el apogeo de su fuerza, arrolló en el
ciclo de Candidatos a los grandes maestros Taimánov y Larsen, dejando a ambos
en cero en sus respectivos enfrentamientos. Lo excepcional de estos resultados
solamente se puede explicar diciendo que el gran talento de Fischer había
llegado a su máximo esplendor. En el ajedrez de alto nivel el empate es un
resultado natural, pues lo normal es que a los contendientes les cueste trabajo
romper el equilibrio. Hay que remontarse a 1876, una época de ajedrez aún
rudimentario, concretamente el enfrentamiento entre Wilhelm Steinitz y Joseph
Henry Blackburne, para hallar un resultado similar.
En la final de Candidatos, Fischer derrotó en Buenos
Aires (Argentina) al ex campeón mundial Petrosián por 6,5 a 2,5, ganando con
ello el derecho a enfrentarse a Spassky con el título mundial en juego. Su
cadena de 19 victorias consecutivas (las seis últimas del Interzonal, las de
sus enfrentamientos con Taimánov y Larsen y la primera de su encuentro con
Petrosián) constituye un auténtico hito en la historia del ajedrez de élite.
Fuerza de juego
A partir de 1970, la Federación Internacional de
Ajedrez adoptó la fórmula del científico húngaro Árpád Élő para estimar la
fuerza de juego en el ajedrez. Robert Fischer, a la luz de este sistema,
vigente en nuestros días, alcanzó la marca de 2785 puntos, registro que durante
mucho tiempo se consideró el mejor rendimiento conseguido por un ajedrecista.
Con el tiempo, varios jugadores notables han ido superando la barrera de los
2800 puntos, entre ellos, cinco campeones del mundo, Gari Kaspárov, Veselin
Topálov, Vladímir Krámnik, Viswanathan Anand y Magnus Carlsen, así como los
grandes maestros Levon Aronian, Alexander Grischuk y Fabiano Caruana. Este
hecho por sí solo, sin embargo, no significa que su desempeño haya sido
superior al logrado por Fischer años atrás, al menos desde el punto de vista
estadístico.
Esto se debe al fenómeno conocido como “inflación del Elo”.6 Los
ratings de los jugadores han ido aumentando de manera imperceptible pero
sostenida a través de los años, y aunque excede el propósito de este artículo
referir las causas del fenómeno en cita, al que constantemente se le busca
solución,7 es cosa establecida que la evaluación Elo no resulta un criterio
fiable para comparar el nivel de ajedrecistas pertenecientes a diferentes
épocas. No obstante hay que reconocer, siendo justos, que el nivel general de
los maestros de ajedrez en los tiempos modernos ha aumentado considerablemente,
lo que hace más difícil ascender en el “escalafón”.
Con independencia de cómo pueda medirse la potencia
de un ajedrecista, Fischer fue, sin duda, un jugador excepcional. Su estilo no
es fácil de definir, pero, según sus propios rivales, se basaba en una
combinación de energía y ambición de victoria, precisión táctica, preparación
teórica, firmeza estratégica y confianza en sí mismo.
La llamada «partida del Siglo»
El encuentro por el campeonato del mundo de 1972 fue
singular por diversas razones, aunque algunas de ellas nada tenían que ver con
el ajedrez. Reikiavik, capital de Islandia, representó el enfrentamiento de dos
mitos del tablero. El primero era el propio Fischer, que nunca había ocultado
su fobia deportiva hacia los grandes maestros soviéticos. Sus excentricidades,
exigencias y reacciones eventualmente infantiles, para bien o para mal lograron
interesar al gran público, de ordinario ajeno a las incidencias del ajedrez
profesional. Lo excepcional del norteamericano, sin embargo, eran sus
resultados. Su puntuación Elo era 125 puntos superior a la de Spassky. Si no se
hubiera tratado del número uno y dos del escalafón mundial, la estadística
indicaría solamente el enfrentamiento de dos ajedrecistas de diferente
categoría. Tal era la distancia que Fischer llegó a tener con relación a sus
contemporáneos.
El retador, en efecto, parecía invencible. No
obstante, enfrentaba a un rival temible, otro auténtico mito de
invulnerabilidad. Ese rival no era solamente Spassky, un jugador de talento
excepcional al que Fischer no había podido vencer antes de este encuentro, sino
la poderosa estructura de ajedrez de la Unión Soviética, dirigida por el Comité
de Educación Física y Deportes, que había producido a todos los campeones y
subcampeones mundiales desde 1948, y había ganado todas y cada una las Olimpíadas
que se habían efectuado desde entonces. Ningún campeonato del mundo desde 1951
se había disputado fuera de Moscú.
El ajedrez, en definitiva, era una cosa muy seria en
la Unión Soviética, con importantes implicaciones políticas, pues sus
frecuentes triunfos eran considerados una prueba de la superioridad del
régimen; no podían permitirse, en consecuencia, perder el título a manos de un
aspirante de Estados Unidos. El ex campeón mundial Mijaíl Botvinnik puso a
disposición del equipo de Spassky un análisis exhaustivo de las partidas de
Fischer; Igor Bondarevsky abordaría la parte técnica; Efim Geller el repertorio
de aperturas; Nicolay Krogius, de la asistencia psicológica; e Ivo Ney se
encargaría de la puesta a punto física del campeón.8 El apoyo de Fischer lo
componían Lombardy, el abogado Paul Marshall (que tuvo un papel destacado) y
Fred Cramer, por parte de le Federación de Ajedrez de EE.UU. El match no podía
ser, por sus circunstancias particulares, un mero evento deportivo. Se
enfrentaban dos maneras muy distintas de entender al mundo que aspiraban a la
supremacía. Por unos meses la Guerra Fría se trasladó a un tablero de ajedrez.
Tras la jugada número 30 de la primera partida, los
dos jugadores llegaron a una posición completamente simétrica (2 alfiles de
casillas negras y 6 peones repartidos de igual manera por ambos flancos).
Fischer perdió cuando cometió un error amateur al comer un peón con su alfil
que después del movimiento de un peón de Spassky queda sin escapatoria siendo
una presa fácil para el rey que se encontraba cerca. No se presentó a la
segunda partida alegando disconformidad con la organización. Parecía que
Spassky retendría el título para el ajedrez soviético; pero Bobby Fischer
venció en la tercera. La cuarta partida fue tablas y, desde la quinta, se
impuso rotundamente el gran maestro estadounidense. Después de un tenso
desarrollo, Fischer venció a su rival tras 21 partidas (Spassky abandonó por
teléfono la última partida, que había quedado aplazada) y se coronó campeón
mundial el 1 de septiembre de 1972 con un total de 7 partidas ganadas, 3
perdidas y 11 tablas. Ha sido el único estadounidense en conquistar el título.
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