RICARDO ROSELLÓ ADVIERTE QUE EL GOBIERNO SE PODRÍA QUEDAR SIN DINERO ESTE MES

SAN JUAN, Puerto Rico (2 Octubre 2017).- Cuando el gobernador Ricardo Rosselló alertó a los ciudadanos sobre la capacidad de destrucción del huracán María, sabía exactamente lo que venía. Y aunque tenía muy claras las consecuencias del monstruo atmosférico que atravesó la isla, salir y constatar el grado de devastación que provocó no dejó de afectarlo emocionalmente.

Lo sobrecogió, como a todos, pero su nivel de impacto es mayor porque es el hombre que tiene sobre sus hombros la titánica responsabilidad de que Puerto Rico logre sobreponerse de la catástrofe, de las secuelas que dejó y las que están por asomarse. Es quien tiene que dar explicaciones al país.

“Esta es una catástrofe sin precedentes. ¿Que yo anticipaba que esto podía pasar? Claro... Lo visualizaba porque mi trabajo como gobernador es asegurarme que la gente esté segura y yo tengo que anticipar el peor escenario... Pero, cuando lo veo, no deja de afectarme emocionalmente. Los problemas que hemos enfrentado en la recuperación -algunos uno sí los podía anticipar, otros era muy difícil anticipar- son lecciones”, dijo Rosselló.

¿Qué imagen de las que ha visto en sus recorridos no sale de su mente?

—De las imágenes que más a mí se me van a quedar fue ver en la inundación de Levittown a madres con sus hijos y bebés bajo la lluvia en un techo gritando por ayuda. Eso nunca se me va a borrar de la mente.

Con ojos enrojecidos por el cansancio natural del trabajo realizado antes, durante y después del colosal ciclón María, el gobernador recibió a El Nuevo Día en un salón del Centro de Convenciones, que le sirvió de oficina como la cabeza del Centro de Operaciones de Emergencia.

Habló de lo que ha visto, de la complejidad de la logística, de la ecuación del desastre que enfrenta el país, del cabildeo en Washington, al que se suma la comisionada residente Jenniffer González.

Habló de la etapa en la que se encuentra Puerto Rico, de sus proyecciones y de la visita mañana, martes, del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Habló de lo que necesita el país para su reconstrucción, tanto en personal como en fondos federales, y del Puerto Rico que visualiza para el futuro.

Para Rosselló, la visita del presidente de Estados Unidos tiene una monumental importancia porque atenderá tres aspectos fundamentales: el mensaje que da al Congreso, desde donde se preparan los paquetes de ayuda, el apoyo moral a las fuerzas federales que están destacadas en la isla y el que los puertorriqueños, 3.4 millones de ciudadanos estadounidenses, sepan que no están solos ni abandonados.

¿Qué espera mañana de la visita de Donald Trump?

—La visita es una señal de que (Trump) está comprometido con Puerto Rico... Si viene bajo unas circunstancias como estas, es porque hay un compromiso de ayudar a restaurar el país. Si no, el resultado sería adverso para el ejecutivo, que haya un compromiso y después no se pueda ejecutar. Creo que es un paso importante. Le añade a eso que tres días después va a venir el vicepresidente también. Hay un compromiso de la administración para trabajar con los ciudadanos americanos que viven en Puerto Rico y poder despuntar.

¿Qué mensaje da esta visita, más allá del compromiso económico?

—Es importante para los agentes federales que están aquí y los militares, porque hay que reconocer que estas personas también son seres humanos. A veces es difícil ponerlo en ese contexto, pero es la realidad. Por ejemplo, los de FEMA han pasado por Harvey, por Irma y ahora por María. Al igual que nuestros policías y servidores públicos, los de Energía Eléctrica, están cansados. El presidente ha reiterado su agradecimiento por el esfuerzo que están haciendo estos agentes federales y los militares. El que venga aquí a darles cara y a motivarlos es importante. También para el pueblo de Puerto Rico. Lo más difícil de esto es que, no importa todo lo que uno haga, hay personas a las que va a ser difícil llegar o que se sientan desatendidas, y el peor sentimiento que uno puede tener es que se sientan que el gobierno se haya olvidado de uno. El que el presidente venga para acá no quiere decir que a todo el mundo le va a cambiar eso, pero sí da un grado de importancia para el individuo de que sí importo, que a la figura más alta del mundo le importa lo que está pasando en Puerto Rico.

¿Cuántos recursos son necesarios para la reconstrucción? ¿Qué cantidad es la que se necesita para eso? ¿Qué hace falta para que haya una diferencia sustancial, $10,000 millones?

—Yo no creo que (esa cifra no) está ni cerca. Muy por encima de los $50,000 millones o $60,000 millones. Para ponerte en contexto, Houston estaba solicitando $100,000 millones y ellos pasaron un huracán categoría 3. Florida estaba en los $45 billones o $50 billones. Esto es una devastación más severa, más amplia. Toda la isla fue devastada. La infraestructura primaria también. En Florida, la luz se fue y hubo daño, por ejemplo, y ellos trajeron 32,000 activos de otros estados, empezaron a construir y, en cuestión de dos semanas, con una infraestructura moderna y con un impacto mucho menor, lo hicieron.

¿Cuánta gente hace falta que llegue a ayudar? ¿Cuántos militares se necesitarían para ver una diferencia rápida en el proceso de recuperación?

—No puedo decir el número ahora, pero van a ser muchas, porque les voy a decir las capacidades que necesitamos: el área de seguridad, que ya hay efectivos de Nueva Jersey y Nueva York; ingenieros, brigadas, esos pueden ser militares o de compañías de energía eléctrica o de acueductos. Van a ser miles.

¿Cincuenta mil es un número conservador?

—Sí, porque tienes que rehacer la red de energía eléctrica de nuevo. Eso es un gran reto y yo sé que me voy por delante, pero representa la oportunidad de hacerlo bien, más moderno, y de que el resultado final sea de beneficio para el pueblo de Puerto Rico.

El nivel de la cantidad de personal que tiene que trasladarse a Puerto Rico, el dinero que tiene que invertirse para la reconstrucción, ¿lo ha conversado ya con el presidente Trump?

—Ese detalle yo lo he comenzado a hablar con los senadores y los congresistas porque de ahí es que va a salir la asignación. Yo les he dado una cifra que puede ser mayor. De hecho, algunos de los estimados es que puede llegar a los $80 billones y $90 billones. Con él no he hablado de cifras, pero sí le he dicho que hay cuatro componentes que para mí son importantes dentro de este paquete de ayudas.

¿Cuáles son?

—Que Puerto Rico sea tratado igual que otros estados, que somos ciudadanos americanos y que, ante un desastre, tú no puedes construir la mitad de una casa o de una carretera, tienes que hacerla completa. Como si esto hubiese pasado por Texas, que a Puerto Rico se le trate igual, que quiere decir que el nivel de devastación se atienda.

¿Y sobre la deteriorada situación fiscal?

—Sí, ese es otro de los componentes, que sea flexible ese paquete federal, particularmente al principio. Todos conocemos la situación fiscal de Puerto Rico. No hay dinero en la caja. Nosotros hemos hecho un esfuerzo gigantesco para poder poner $2,000 millones en la caja. Pero déjenme dejarles saber lo que representan $2,000 millones en la caja cuando tienes cero recaudos: es básicamente un mes de pago del gobierno, un poquito más. Nosotros no vamos a tener recaudos en los próximos meses y uno tiene que tomar en consideración que tenemos que hacer gastos ante la emergencia. Encima de eso, tenemos un gobierno que tiene que operar y, encima de eso otro, tenemos unas responsabilidades como el pago a las pensiones. Si no hay flexibilidad o reconocimiento de esa flexibilidad, no vamos a poder operar, y por eso es que es urgente, porque, si seguimos gastando el dinero que tenemos, no vamos a tener dinero en caja.

¿Cuándo se agotaría ese dinero en la caja, si no se actúa con esa flexibilidad?

—A mediados o finales de octubre posiblemente. Por eso es que es importante, y yo confío en que los senadores y los representantes tomarán esa acción. Yo he hablado personalmente con republicanos y demócratas, desde Ted Cruz y Marco Rubio, hasta Chuck Schumer y Cory Booker. Todos están de acuerdo que esto se tiene que hacer. Si se hace la primera semana de octubre, se puede seguir. Si no se hace, estamos totalmente debilitados, incapacitados de poder funcionar.

¿O sea que el botón rojo se activa esta semana si esto no ocurre?

—Yo creo que, a más tardar, la segunda semana de octubre esto se tiene que arreglar. Esto es ya.

¿Qué otros puntos discutirá con Trump?

—Debemos tener 100% de exención del pago a gastos a largo plazo... para poder reconstruir sin tener que depender de aquí. Y también, el que Puerto Rico, por lasituación fiscal, ya no tiene acceso a los mercados y por lo tanto no podemos solicitar prestado. Le hemos solicitado que busquen la manera para que la Reserva Federal y el Tesoro puedan encontrar cómo le dan una línea de crédito a Puerto Rico a unos intereses que sean razonables.

¿Esos son los cuatro puntos fundamentales?

—Sí, son los puntos principales que deben estar en esa pieza legislativa. Y, esta semana, en la medida que salgamos de la emergencia, me verán bien envuelto en eso. Pero ya yo he hablado con una cuarta parte del Senado y, sin excepción, todos están comprometidos con por lo menos gran parte de esa visión.

Igual que Rosselló, la comisionada residente en Washington mantiene un cabildeo intenso a nivel de los congresistas, tanto del ala republicana como la demócrata, así como con Casa Blanca. Las gestiones de ambos se hacen vitales en este momento crítico por el que atraviesa la isla.

Dividiendo la catástrofe por fases, ¿hasta cuándo uno podría decir que estamos en la etapa de emergencia, en la de estabilización y cuándo podemos iniciar un proceso de reconstrucción? ¿En cuál nos encontramos y cuánto podrían durar?

—Nos encontramos en emergencia. Yo espero que, ya para la próxima semana, estemos transicionando de la emergencia a la estabilidad. Emergencia atiende que todavía estamos en peligro de perder vidas, porque no tienen acceso a agua o porque no tienen los servicios para mantener un hospital, porque la gente no se puede dar el servicio de diálisis. Mi expectativa es que, una vez tengamos suministros suficientes y la logística para hacer llegar agua y comida a todas las partes de Puerto Rico, una vez tengamos las telecomunicaciones un tanto activadas, no tiene que estar en un 100%, pero tienen que estar reactivadas en bastantes partes de Puerto Rico, una vez nos sintamos cómodos sobre el paso de restauración de los hospitales y que estén en prioridad para tener diésel, que la gente pueda tener acceso a conseguir dinero, a comprar comida, pues, entonces, podemos pasar a una fase de estabilidad.

¿Qué define esa fase de estabilidad?

—En la estabilidad, el desalojo de los refugios, que ya empezó, pero algo más concertado, donde se identifica que las personas pueden volver a su hogar o si necesitamos vivienda temporera, refugio temporero y FEMA actúa para arrendamiento temporero. En la medida que hacemos ese desalojo, tenemos las escuelas. Para mí, ese es el punto más importante en la estabilidad. No va a decir que, aunque estamos en fase crítica, ya podemos restablecer el sistema de educación, y eso nos ayuda en múltiples vertientes. No solo regresamos a educar a nuestros niños y ante los posibles traumas que la familia y los niños han tenido se empieza a establecer un ritmo de normalidad. Para mí, lo más seguro en esa etapa de estabilidad es cuando veamos el sistema escolar fluyendo. Es lo que nos va a decir que estamos ahí. La reconstrucción es el próximo paso, no sé cuánto nos va a tomar esa fase.

¿Tiene una proyección?

—A mí me gustaría que fuese en el próximo mes... Ya yo visualizo que la estaríamos comenzando un tanto la semana que viene, que estaremos haciendo esa transición. No implica que van a comenzar las clases, lo que implica es que, cuando estemos más adelante en esa fase de estabilidad, estarían las clases y después (inicia) la de reconstrucción.

¿Qué lo definiría?

—Ya cuando la gente tenga acceso a recursos normales, que se puedan empezar a abrir más negocios y que el trabajo comience a tener un tanto de normalidad, ya que se hayan podido energizar algunas áreas puntuales. La devastación en la AEE es severa y va a tomar mucho tiempo restaurarla, pero la generación puntual, como se ha hecho hasta ahora, que vamos en alrededor de un 50%, sí se puede hacer. Uno puede energizar unas áreas y poder poner unos generadores en áreas de prioridad. Cuando se llegue a eso, empezamos a ejecutar lo que sería la reconstrucción a gran escala, y de eso estamos hablando en la escala de años. Las condiciones iniciales van a dictar cómo va a ser esa reconstrucción.

¿Cuál es el nivel de frustración que tiene en estos momentos? ¿Qué falló en ese plan inicial? Aún hay muchos pueblos donde la gente reclama agua, comida, servicios médicos que no llegan.

—La frustración tiene que ver con que aquí la verdad es que el gobierno federal ha respondido como en pocas ocasiones y de manera afirmativa. Todo lo que yo le he pedido al presidente lo ha impulsado -y a nivel nacional estamos en partidos diferentes-. Todo lo que yo le he pedido a los gobiernos estatales, 17 de ellos al momento, nos lo han dado. Si no pones todos los contextos, no puedes ver la magnitud.

De lo que el gobernador habla es de esa conjunción de elementos que se juntaron para provocar el caos total. Dos huracanes, Irma y María, en dos semanas. El primero no hizo mucho daño, pero afectó el deteriorado y ancestral sistema de energía eléctrica de Puerto Rico. El segundo pasó el 20 de septiembre y atravesó la isla con una fuerza devastadora que regó el desastre a los 78 municipios. De hecho, es el décimo ciclón más fuerte que pasa por tierra en la historia. A la fatídica ecuación le sumas el deteriorado sistema de energía, que carecía de un mantenimiento eficaz, al punto que, con un soplido leve o con lluvias, se iba la luz en partes de la isla. María lo devastó, al grado que el 100% del país quedó sin energía y hoy solo el 5% de los abonados tiene luz eléctrica. Eso provocó que, como gobierno, no tienes opciones para llevar a todas las personas que necesita de una conexión para sobrevivir. Y con eso, como el efecto dominó, las telecomunicaciones se perdieron y la vulnerabilidad de la infraestructura vial hizo gala de presencia, cuando las carreteras secundarias y terciarias se dañaron significativamente, en algunos casos al grado de que nunca podrán ser restauradas. Además, la isla depende de que los puertos y aeropuertos estén abiertos y en buenas condiciones.

“El aeropuerto sufrió devastación y los radares no estaban funcionando. El ancho de banda para que los aviones pudieran venir a Puerto Rico estaba limitado al horario y a lo que podían ver los radares provisionales que tenían, que se traducía entre 10% y 17% de la carga normal… Tú tienes varios días ahí, que tienes cero acceso a recursos externos, que estás delimitado por la devastación del sistema vial de Puerto Rico, que no tienes comunicación con nadie y que, hasta el radio, que era nuestro plan b, falló, así como los teléfonos satelitales”, sostuvo el gobernador.

¿Por qué paso?

—Porque se cayó la infraestructura.

¿Estamos al nivel de crisis humanitaria que usted anticipó? La realidad es que hay muchas comunidades sin agua ni comida todavía, y lo están reclamando.

—Estamos en una emergencia, que es una crisis humanitaria que puede ser temporera. Cuando hablas de crisis humanitaria en ese contexto, es más sostenida. Obviamente, es una crisis cuando alguien no tiene comida ni agua, no tiene energía para sus necesidades básicas y cuando no tienes acceso a diálisis y a las necesidades básicas, y la tenemos que sobrepasar. Pero ese periodo lo iba a pasar cualquiera que estuviera en nuestra posición bajo nuestras condiciones. Nosotros podemos tener una crisis de salud pública próximamente. Lo más evidente que sale es chikungunya, zika o dengue. Si no se atiende el asunto de los biodesperdicios de forma adecuada, si no trabajamos para que los alcantarillados funcionen adecuadamente, vamos a tener un problema salubrista bárbaro, y eso no se arregla rápido. Se puede evitar si trabajamos en minimizar o eliminarlos, pero, si uno lo deja, se te convierte en un problema que va a tomar un largo tiempo para resolver, encima de todo lo demás que tienes en Puerto Rico.

Cuando hablamos de los niveles de frustración, ¿el que no existan vías para distribuir lo que hay en los muelles encabeza esa lista suya?

—El problema más grande es logístico, de eso no hay duda. En Puerto Rico hay diésel y viene más diésel y lo mismo gasolina y comida. El sábado llegaron unos buques con 214 furgones con comida y agua solamente: 2.4 millones de litros de agua, 1.3 millones de servicios de comida...

Pero, si se queda allí en los muelles, la situación es igual.

Exacto, pero eso está aumentando, aunque hace dos días (jueves) era mi preocupación principal porque estaba concentrado exclusivamente en ello. Ahora hay que ir mitigando las necesidades médicas a poblaciones que no hemos llegado, asegurarnos que agua y comida estén disponibles para toda la población. De nuevo, hay gente que se va a enfermar producto de lo que ha pasado, de lo que han estado consumiendo, y tenemos que estar preparados para ello. El tema de salud pública es unoque me preocupa de cara a las próximas dos semanas por el potencial exponencial que puede tener en contra de la seguridad de nuestra gente.

¿Cómo visualiza el nuevo Puerto Rico tras esta catástrofe?

—Hay que hacer un nuevo Puerto Rico. Nosotros, cada acción que tomemos, especialmente al principio, tiene que hacerse considerando cuál es el efecto a largo plazo y qué me da mayor flexibilidad para darle un rendimiento mayor cuando culmine este proceso de reconstrucción al pueblo de Puerto Rico. Cuando hablamos de energía eléctrica, le estamos haciendo un flaco servicio al pueblo de Puerto Rico si hacemos lo mismo. Gastar un año en reconstruir y hacer lo mismo, no es la solución. Yo tengo unas ideas, pero estoy dispuesto a examinar otras. Estamos viendo que, desde Mark Zuckerberg, de Facebook; (la corporación) Tesla, (de Elon Musk), están apostando en ayudar. Esto va mucho más allá que energía eléctrica, ciudades inteligentes, códigos de construcción que sean más apropiados. Hay que reconocer que hay unas zonas inundables en las que la gente no debe estar viviendo ahí, punto. Y debemos poner estas personas en otras áreas para protegerlos. Tenemos la oportunidad reconfigurar una red de internet que sea más accesible y llegar a todos los rincones de Puerto Rico. Tenemos una oportunidad de ver todas estas comunidades aisladas y la fragilidad de las vías y hacernos las preguntas: ¿Deben estar ahí? ¿Hay alguna manera más fácil de reconstruir una conexión a estas comunidades? Por eso, hay que apostar en el futuro.




Por MABEL M. FIGUEROA Y FARASCH L. REYLOZ/Endi.com 

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