LA ESTANCIA DE CARLES PUIGDEMONT EN BRUSELAS AMENAZA AL GOBIERNO DE CHARLES MICHEL
BRUSELAS (3 Noviembre 2017).- El primer ministro
belga, Charles Michel, ha pedido a sus ministros que “no hagan comentarios”
sobre la situación en Catalunya , para evitar que las diferencias que mantienen
los cuatro partidos que conforman la coalición de gobierno sobre este asunto
desestabilicen al Ejecutivo. Lo aseguraba ayer el diario Le Soir, citando una
fuente oficial.
Tras la violencia del 1 de octubre, Michel pidió a
las autoridades comunitarias que hicieran de mediadoras si fracasaba el diálogo
entre el Gobierno de Mariano Rajoy y la Generalitat. Los valores fundamentales
que representa la UE, como el derecho al voto o la libertad de expresión,
estaban en entredicho después de las imágenes de las cargas policiales y, en su
opinión, Bruselas no podía permanecer al margen.
Sus palabras provocaron la reacción del Gobierno de
Mariano Rajoy, que llegó a amenazar a Bélgica con no apoyar su candidatura a la
secretaría general de Europol. Aquella misma semana se celebró una cumbre de
jefes de Estado y de Gobierno y tanto Michel como Rajoy aprovecharon la ocasión
para poner fin a ese conflicto diplomático.
El primer ministro belga acusó a la prensa de haber
manipulado sus palabras y ambos líderes escenificaron la distensión con un
apretón de manos ante las cámaras de televisión.
El presidente del Ejecutivo belga pide a sus
ministros que no hablen de Catalunya
Asegurada la paz, ahora la extradición de Puigdemont
a España, que hoy pedirá la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela, puede
tensar de nuevo la cuerda entre ambos países si la justicia belga considera que
no hay motivos para permitir la entrega del president destituido y de los
exconsellers que le acompañan. De momento, “no hay tensión” entre Bélgica y
España, aseguró ayer el ministro de Exteriores español, Alfonso Dastis. “Las
relaciones están en el mismo nivel de siempre, con la misma cordialidad de
siempre”, aseguró.
Michel dijo lo mismo en su comunicado del martes: “A
pesar de las circunstancias actuales”, dijo, “se mantendrán los contactos
habituales”, zanjó.
El Gobierno belga está formado por dos partidos
liberales (el valón MR, de Michel, y el flamenco Open VLD), el democristiano
flamenco CD&V y los nacionalistas flamencos de la N-VA. Son estos últimos,
con 5 de 18 ministerios los que más en riesgo están poniendo la coalición
gubernamental. A esta formación pertenece el secretario de Estado de
Inmigración, Theo Francken, quien el día anterior a la llegada a Bruselas de
Puigdemont, abrió la puerta a que el president cesado pudiera pedir asilo
político en Bélgica. Horas después, el primer ministro se vio obligado a
desmentir sus declaraciones, diciendo que esa opción “no estaba encima de la
mesa”.
Charles Michel se avanzó así a las posibles
críticas, pero estas le acabaron llegando pocas horas después, cuando
trascendió que Puigdemont estaba en la capital comunitaria. El primer ministro
tardó en reaccionar veinticuatro horas y ese silencio fue interpretado por los
partidos de la oposición –con el ex primer ministro socialiasta Elio Di Rupo a
la cabeza– como una señal de que los nacionalistas flamencos, simpatizantes con
el independentismo catalán, estaban marcándole la agenda.
El primer ministro belga fue informado el lunes
pasado de que Puigdemont había decidido instalarse en Bruselas, pero no
reaccionó hasta el día siguiente, justo después de que el president cesado
explicara en una rueda de prensa los motivos de su traslado a Bélgica. Mediante
un comunicado, Michel se desmarcó absolutamente de esa decisión: “El Gobierno
belga no ha invitado a Carles Puigdemont a Bruselas”, dijo, y aseguró que le
trataría con los mismos derechos que a cualquier otro ciudadanos europeo que se
mueve libremente por la zona Schengen.
Según explica Le Soir, el primer ministro lleva tres
o cuatro meses preocupado ante la posibilidad de que la crisis política entre
Barcelona y Madrid alcance a su gobierno.
De momento, la N-VA no ha tensado la cuerda hasta
llegar al extremo. Mantiene el equilibrio entre su deseo de permanecer en el
gobierno federal y sus aspiraciones independentistas, que desde hacer unos años
han decidido aparcar de forma temporal. Habrá que ver hasta qué punto el
desarrollo de la situación en Catalunya puede alterar sus planes.
Por
DANO RAVIROSA/LaVanguardia
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