QUEMAR UNA ESTRELLA DE DAVID EN ALEMANIA NO ES LIBERTAD DE EXPRESIÓN
BERLÍN (13 Diciembre 2017).- El derecho a manifestarse en Alemania tiene mucho
valor. Este derecho solo se puede restringir en muy contados casos. Por eso
nuestra democracia tiene que soportar, una y otra vez, que en las calles alemanas
se coreen lemas esencialmente antidemocráticos. Por ejemplo, la torpe expresión
"fuera, extranjeros”.
Nuestro país aprendió de manera dolorosa de la
dictadura nazi a dónde se puede llegar si el Estado tapa la boca a sus críticos
y simplemente prohíbe las protestas en las calles. Por eso, es obvio que los
críticos del gobierno de Angela Merkel se manifiesten o que los palestinos en
Alemania expresen su ira por el planeado traslado de la embaja de Estados
Unidos a Jerusalén.
No se puede mirar hacia otro lado
Sin embargo, nuestra historia no nos obliga a
permitirlo todo. Todo lo contrario. Alemania es el país responsable del
asesinato de, por lo menos, seis millones de judíos. Independientemente de
cuánto tiempo hace del Holocausto, Alemania, en su lucha contra el
antisemitismo, debe cumplir de por vida con una tarea especial. El país de los
victimarios no puede hacer la vista gorda. En ningún lugar y, menos aún, en el
propio país.
Por eso, no es aceptable bajo ninguna circunstancia
que se quemen banderas con la Estrella de David en Alemania. La gente que busca
protección en Alemania, que busca en este país una nueva patria, tiene que
atenerse a ello. Hay pilares fundamentales de nuestra comunidad de valores que
no son negociables.
Alemania, país de inmigración
Puede ser que en otros países sea habitual quemar
banderas para deshonrar al adversario. La Constitución alemana se sostiene en
el respeto por los otros y la protección de las minorías. Aunque no sea
relevante desde el punto de vista jurídico-penal, no se puede aceptar que se
quemen banderas turcas, rusas, estadounidenses o de Arabia Saudí,
independientemente de cuánto se quiera criticar a los Gobiernos de algunos
países. La convivencia en un país de inmigración, como es Alemania, solo tiene
futuro si nunca olvidamos las lecciones de nuestra historia específica. Y quien
no se sienta comprometido con esta herencia, no puede encontrar su futuro en
Alemania. Esto no es negociable.
Por
INES POHL/Redactora en Jefe de DW
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