LOS HIPOPÓTAMOS DE PABLO ESCOBAR, LA HERENCIA QUE COLOMBIA INTENTA DESHACERSE
BOGOTÁ, Colombia (23 Enero 2018).- En el inventario de bienes que las autoridades
hicieron después de la muerte de Pablo Escobar (1949-1993) faltó algo. Los
cuatro hipopótamos que el líder del cartel de Medellín ordenó llevar a su
hacienda Nápoles sacaron sus cabezas del agua cuando la Dirección nacional de
estupefacientes ya había hecho la incautación. “Decomisaron todo lo de Escobar,
se llevaron todos sus animales [jirafas, rinocerontes] menos esos. Una especie
invasora, que entró de forma ilegal al país y que representa un peligro para la
biodiversidad colombiana”, explica Carlos Mario Zuluaga, director de la
Corporación Autónoma Regional de las cuencas de los ríos Negro y Nare
(Cornare).
Zuluaga intenta argumentar por qué desde hace un par
de años esa autoridad ambiental pide a gritos que los ayuden a sacar a los
hipopótamos de las cercanías del municipio antioqueño Doradal. Allí se han
acomodado y reproducido. Dicen que hay 50, pero podrían ser más. Es difícil
contarlos. “No son vacas, no podemos acercarnos, son animales salvajes, que
están en estado silvestre”, dice el director de Cornare, la entidad que se ha
echado encima la carga de cuidar a los hipopótamos y ser la voz que responde a
las quejas de pescadores y agentes de turismo que lamentan la presencia de los animales
porque, según ellos, limita sus labores.
Este año esperan reubicar al menos a seis de estos
mamíferos en zoológicos de la región. Todavía están en trámites y prefieren no
decir a qué países irían, pero insisten en que es necesario trasladar la mayor
cantidad posible. “Son un riesgo para la población ribereña. No podemos esperar
a que ocurra una tragedia”, reitera Zuluaga, que recuerda que los primeros de
estos mamíferos originarios de África llegaron a Antioquia desde Estados Unidos
por orden de Escobar.
Cornare dice que aunque la responsabilidad de los
hipopótamos es de la oficina de estupefacientes por ser animales que eran parte
de los bienes del narcotráfico, fue necesaria una sentencia del Consejo de
Estado para que el organismo estatal ofreciera en 2013 dinero para adelantar
algunos procesos de esterilización y garantizarle el sostenimiento de los
animales. Los 500 millones de pesos (unos 170.000 dólares) que dieron han
servido para esterilizar a cinco hipopótamos y contratar biólogos para que permanentemente
los supervisen.
David Echeverry, biólogo de Cornare, lleva varios
años detrás de los mamíferos. En Colombia no había estudios sobre cómo manejar
a estos animales y por eso, él junto a investigadores de varias universidades
han empezado a documentar su comportamiento y los efectos de su permanencia en
estado silvestre. Colombia es el país fuera de África en donde más de estas
animales se encuentran, afirma Echeverry.
En 2009 cuando un grupo de soldados le disparó a
Pepe, como llamaban al único macho de los cuatro hipopótamos comprados por
Escobar, los ecologistas le pusieron los ojos encima al manejo de estos
animales y un juez prohibió su caza controlada. Desde entonces, la entidad que
los cuida ha insistido en la necesidad de reubicarlos fuera o dentro del país
en zoológicos. “No tenemos un manual para manejarlos. Son muchos, están
sueltos, libres, pesan hasta tres toneladas y pueden alcanzar velocidades de
hasta 30 kilómetros por hora”, repasa Echeverry. También comen mucho, hasta 50
kilos de pasto al día, y sus pisadas generan daño en los bosques, agrega el
experto.
En septiembre de 2017, un hipopótamo se paseó por
las calles de Doradal. La gente del pueblo grabó con sus teléfonos y entre
chistes decían que era la “mascota” del lugar. Las autoridades volvieron a
decir que se debían reubicar y no seguir exponiendo a la población. El
Ministerio de Ambiente se ha unido a la entidad para buscar soluciones. Ha
estado atento al trámite de los permisos para poder legalizar la salida del
país de los animales. “Esto es una problemática y no podemos quedarnos con los
brazos cruzados”, dice Zuluaga.
El temor -dicen los expertos- es que ataquen a los
pescadores que se atreven a asomarse por las aguas en donde se mueven los
hipopótamos y que el desplazamiento de otros animales ponga en riesgo la fauna
nativa. Animales como la nutria, el chigüiro y el manatí se han desplazado,
asegura Echeverry. “Los hipopótamos son muy fuertes. No tiene problemas de
reproducción, son tolerantes a la hambruna y a la sequía, a cualquier condición
climática, en su hábitat natural estarían amenazados por grandes felinos, por
cocodrilos, pero acá no son presa de ninguna otra especie. Están libres y con
todas las condiciones para reproducirse”.
Después de 25 años, uno de los caprichos de Escobar
sigue siendo un problema para Colombia.
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