ALICIA BÁRCENA, DE LA CEPAL: 'HAY QUE ROMPER EL SILENCIO ESTADÍSTICO SOBRE EL FEMINICIDIO'
PARÍS (29 Mayo 2018).- La Secretaria Ejecutiva de la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de la ONU, Alicia
Bárcena, participa en París este lunes y martes en el Foro Económico
Internacional sobre América Latina y el Caribe. Con ella hablamos de la brecha
salarial entre hombres y mujeres en el continente, de la necesidad de que las
mujeres tengan autonomía económica y física, así como de la necesidad de que
los Estados garanticen estructuras para permitir que las mujeres puedan
incorporarse al mercado laboral.
En el continente, más de la mitad de la población
son mujeres. En la Cepal crearon un observatorio para monitorear los derechos
de las mujeres. ¿Cómo evalúa los pasos que se han dado para luchar contra la
desigualdad?
Para nosotros, la igualdad de género debe estar en
el centro de desarrollo. Nosotros creemos que la igualdad se puede lograr a
partir de tres autonomías. La primera es la autonomía económica. Por ejemplo,
las mujeres hoy día en América Latina tienen más años de estudios, casi 15,
frente a los hombres, que tienen unos nueve más o menos. Pero cuando llegan al
mercado laboral, las mujeres en un mismo empleo no tienen igualdad de salario.
Entonces, allí hay una brecha salarial que se ha ido cerrando. El observatorio
lo dice claramente, la mujer gana 80 donde el hombre gana 100. El 54% de los
hombres tienen una cuenta bancaria y solo el 40% de las mujeres la tienen. Y
las mujeres en general no son dueñas de tierras o de propiedades y esas son
barreras muy importantes.
Muchas mujeres trabajan en casa pero sin salario…
Creo que tenemos que avanzar en sistemas de cuidado.
Es decir, las mujeres generalmente salen del mercado laboral para ir a la casa
a cuidar a los niños, a los viejos, a los discapacitados, a lo que nosotros
llamamos trabajo no remunerado. No es que no trabajen, tienen un trabajo pero
no remunerado y al final de su vida no tienen protección social, no tienen
pensiones. Para lograr igualdad, los gobiernos deben crear sistemas
institucionales de cuidado para liberar el tiempo de las mujeres y también
mecanismos de protección social para al menos garantizar una vejez digna a
todas las mujeres.
El tercer gran tema es el que tiene que ver en
cuanto participan las mujeres en sectores de alta productividad. La verdad es
que ocho de cada diez mujeres trabajan en sectores de baja productividad como
servicios, comercios o agricultura y participan muy poco en sectores de alta
productividad y sobre todo en directorio de firmas privadas. Solamente el 4% de
las empresas tienen una directiva mujer en América Latina y el Caribe.
Dada esta magnitud de desafíos, ¿qué hay que hacer
para cerrar estas brechas? Más del 30%
de las mujeres no tiene ingresos propios. ¿Cómo garantizar la independencia
económica?
Justamente al tener sistemas de cuidado, las mujeres
podrían liberar tiempo y entrar en el mercado laboral. Ahí se tiene que
comprometer la familia, el Estado y el mercado porque también las empresas
pueden hacer mucho.
Hay otros dos temas importantes: uno es la autonomía
física, los derechos sexuales y reproductivos. Está habiendo un retroceso. Está
volviendo una agenda conservadora que, de cierta manera, está quitando derechos
a las mujeres. Creo que tiene que ver mucho con grupos religiosos que se están
expandiendo, grupos Pro vida. Cada quién tiene sus valores pero creo que el
derecho de la mujer a, al menos, tener información y acceso a salud sexual y
reproductiva es fundamental porque uno de los problemas más graves de América
Latina es el embarazo adolescente. Niñas de 16 a 19 años que ya tuvieron uno o
dos hijos y cuya vida cambia completamente.
Desde la Cepal destacan que el continente americano
sólo es superado por África y que la tasa de embarazos adolescentes en
Latinoamérica y el Caribe es del 12%... es un desafío gigantesco combatir este
fenómeno.
Es enorme. Tanto el matrimonio temprano como el
embarazo adolescente. Son dos problemas recurrentes en hogares pobres. La
violencia intrafamiliar es otro de los grandes temas que debemos combatir. O
sea ‘Ni una menos’. Los feminicidios siguen en aumento y en países que tú no
podrías creer desde el punto de vista cultural. Y por eso tiene que haber
autonomía política donde las mujeres también puedan participar en la toma de
decisiones.
Los feminicidios afectan a países como Honduras, El
Salvador, pero también México y América del Sur, ¿qué preconiza la Cepal?
Primero de todo hay que romper el silencio
estadístico. Es decir, que las cifras hablen. Que las mujeres reporten la
violencia. A veces las mujeres tienen miedo y no reportan porque no hay
instituciones que las protejan pero tenemos que romper el silencio estadístico.
Y eso es difícil. Tenemos que involucrar a los gobiernos locales, a los
institutos de estadística, tenemos que tener esquemas y sistemas de cuidado a
la mujer violentada y a los niños. Hay mucho que hacer en el ámbito social.
Hace 40 años que celebramos una conferencia regional
sobre mujer y desarrollo y en la última conferencia se planteó un plan muy
importante, llamado el Plan de Montevideo, que permite que todos los gobiernos
participen dando información. Las estadísticas ayudan porque nos ayudan a
entender las diferencias entre hombres y mujeres, entre el mundo urbano y el
mundo rural, y vemos como en el mundo rural las mujeres están aún más
discriminadas, sobre todo las mujeres afrodescendientes y las indígenas.
Es la primera vez en muchos años que en América
Latina, sin contar el Caribe, no hay una mujer presidenta.
Es una lástima. Tuvimos políticas de gran nivel.
Todo el aparato político tiene que cambiar porque cómo va a llegar a ser
presidenta una mujer si no ha participado en el aparato político. Hay que
propiciar gabinetes igualitarios, equitativos, fijarnos que en los paneles no
haya sólo hombres. Es decir, hay que tener una acción positiva. Hay que
trabajar para ello. No se va a lograr automáticamente. El secretario general de
la ONU, Antonio Guterres, hizo su política de paridad de género y hoy en
Naciones Unidas ya tenemos paridad de género en los cargos más altos por
primera vez en la historia.
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