CONDENADA A CADENA PERPETUA A DOMINICANA QUE MATÓ A DOS NIÑOS A LOS QUE CUIDABA
NUEVA YORK (15 Mayo 2018).- Fue condenada a cadena
perpetua, la niñera dominicana Yoselyn Ortega por el asesinato de dos niños a
los que estaba cuidando en octubre de 2012.
La mujer, de 55 años de edad, pasará el resto de su
vida en la cárcel sin posibilidad de libertad condicional.
Ortega ha llorado al escuchar su sentencia y ha
pedido perdón a las víctimas. La madre de los niños había dicho antes que no
creía que estuviera arrepentida, que había intentado destruir a su familia, y
que nunca se disculpó.
La abogada de Ortega nunca discutió que ésta hubiera
acuchillado hasta la muerte a Lucia Krim, de seis años, y Leo Krim, de dos,
pero mantuvo que la mujer sufría una enfermedad mental sin diagnosticar que
justo empeoró en los momentos previos al ataque. “[La enfermedad mental] no se
anuncia como un tos mala o una cojera”, aseguró la abogada, Valerie Van
Leer-Greenberg.
El jurado, sin embargo, consideró que Ortega estaba
lúcida y entendía las consecuencias de sus actos, y por tanto es culpable de
asesinato.
La Fiscalía había asegurado que la mujer actuó por
odio y celos hacia la madre de los niños, Marina Krim, que tenía más dinero y
parecía más feliz. “Lo hizo de forma intencionada con total compresión de
exactamente lo que estaba haciendo, cada puñalada, cada corte”, dijo el fiscal
Stuart Silberg.
Marina Krim estaba en clase de natación con su hija
de tres años, Nessie, y cuando acudió a recoger a Lucia de clase de baile
descubrió que no estaba allí. Volvió a su casa y encontró los cuerpos de sus
dos hijos. Empezó a gritar. “Fue un grito como nunca puedes imaginar que nazca
de ti”, testificó ante la corte. “Ni siquiera sé de dónde salió. Sólo pensé,
‘No voy a volver a poder hablar con ellos jamás. Están muertos. Acabo de ver a
mis niños muertos”.
Lucia, a la que llamaban cariñosamente Lulu, tenía
30 puñaladas, incluidas algunas que demostraban que había intentado defenderse.
Leo tenía cinco.
Su padre estaba de viaje de negocios cuando tuvo
lugar el crimen. “Tenían la piel perfecta y esas largas pestañas”, rememoró de
cuando tuvo que ir a ver sus cuerpos al hospital. “Tenían el pelo marrón como
la arena”, añadió, “podías ver que habían tratado con todas sus fuerzas de
limpiar la sangre, pero aún había unas manchas castañas que aún recuerdo”.
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