MADRID (18 Junio 2018).- Seis años y medio después
de su imputación y con otro rey en el trono, su cuñado Felipe VI, Iñaki
Urdangarin entró discretamente en la cárcel de Brieva, un pueblo a unos 100 km
de Madrid, para empezar a cumplir su pena de 5 años y 10 meses de prisión.
El ingreso en prisión de Urdangarin no logra acabar
con la impresión de que el cuñado del rey sigue recibiendo un trato de favor
que contrasta con la dureza que la justicia aplica a ciudadanos menos
distinguidos.
Para empezar, Urdangarin pudo elegir la cárcel a la
que quería ir, concretamente la de Ávila, donde podrá evitar el contacto masivo
con otros reclusos, ya que es una cárcel de mujeres que se amplió para crear un
módulo que pudiera acoger a hombres de manera excepcional.
La cercanía de la prisión a la capital española
también permitirá a la infanta Cristina poder visitarle más fácilmente mediante
un vuelo directo a Madrid desde Ginebra, donde actualmente reside.
Urdangarin podría acceder a un régimen de
semi-libertad por buena conducta en dos años y medio después de haber
disfrutado de libertad mientras esperaba la condena, una situación muy
diferente a la de los políticos catalanes independentistas que desde el primer
día, y a la espera de ser juzgados, se encuentran en prisión previsional.
El exjugador olímpico de balonmano Iñaki Urdangarin,
casado desde 1997 con la infanta Cristina, ingresó en prisión por corrupción.
Sus condiciones de detención distan de las de otros reos españoles.
Por
LUIS MÉNDEZ/Corresponsal RFI en Madrid
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