MANAGUA, Nicaragua (20 Julio 2018).- El presidente
de Nicaragua denunció este jueves "una conspiración" para sacarlo del
poder y tildó a los obispos de "golpistas", lo que deja en entredicho
la gestión mediadora de la iglesia en el diálogo para buscar una salida a la
crisis política, que ha dejado 280 muertos en tres meses.
"Me dolió que mis señores obispos tuvieran esa
actitud de golpistas (...) ellos se descalificaron como mediadores, como
testigos (en el diálogo), porque su mensaje claro fue el golpe", afirmó
Daniel Ortega en Managua durante el acto del 39 aniversario de la Revolución Sandinista.
Ortega habló en un acto masivo de simpatizantes dos
días después de que fuerzas gubernamentales tomaron control de la ciudad
rebelde de Masaya, en un violento enfrentamiento que dejó al menos dos muertos.
Según Ortega, en las protestas opositoras "los
templos fueron ocupados como cuarteles para guardar armamento, para guardar
bombas y para salir a atacar y asesinar".
La Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), como
mediadora del diálogo, propuso una agenda para democratizar el país y adelantar
los comicios de 2021 a marzo del 2019, lo que Ortega rechazó varias semanas
después.
Tras el discurso, el secretario general de la OEA,
Luis Almagro, se pronunció a favor del diálogo "facilitado" por la
CEN como "la instancia para resolver aspectos políticos y electorales de
la crisis" en Nicaragua.
En tanto, el obispo auxiliar de Managua, Silvio
Báez, respondió al discurso de Ortega en Twitter señalando que la iglesia no
sufre por ser calumniada, sino "por los detenidos injustamente y por
quienes huyen de la represión".
Ortega calificó las protestas iniciadas el 18 de
abril como "satánicas", demoníacas y parte de un plan golpista, de
"una conspiración armada" financiada por Estados Unidos.
La multitud se congregó en La Plaza La Fe, en el
malecón de Managua, que se tiñó de rojo y negro, los colores de la bandera
sandinista y Ortega habló desde una enorme tarima, acompañado por su esposa y
vicepresidenta, Rosario Murillo, e invitados del cuerpo diplomático y poderes
de Estado.
Los simpatizantes sandinistas llegaron con familias,
incluidos niños, desde diferentes lugares del país con las banderas, gorras y
pañuelos rojo y negro, vestidos con camisetas con la imagen de Ortega o con
eslóganes que decían "Puro Amor", en alusión a los mensajes de "paz
y amor" que lanzó el gobierno en medio de la crisis.
"No se va, no, se queda" coreaba la
multitud, mientras algunos bailaban y coreaban canciones que exaltan al líder
sandinista, con estribillos como "aunque te duela, Daniel se queda".
"El presidente se queda porque tiene la
mayoría. La derecha está siendo financiada por los Estados Unidos para venir a
botarnos la revolución que nos ha costado, y esta revolución no se va a caer
así por así", dijo de su lado Edith Hernández, 66 años.
La recuperación del control en Masaya animó al
oficialismo, pese a que el clima de violencia que vive el país desde el 18 de
abril, cuando estallaron las protestas, parecía empañar la fiesta sandinista.
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Otros sin celebrar -
En tanto, en Masaya, cuyos pobladores acostumbraban
a salir en caravana a Managua para el 19 de julio, las familias se reguardaron
en sus casas, mientras los paramilitares que tienen ocupada la ciudad bailaban
al son de música sandinista.
"Antes se celebraba con mucha alegría, pero
este gobierno ha estado masacrando, asesinando, llevando presa a mucha
gente", dijo en Managua el taxista y exmilitar Gerardo.
En las últimas semanas, el gobierno endureció la
represión contra los opositores que bloquearon carreteras y controlaron
ciudades, hasta desalojar por la fuerza a sus adversarios.
Para el sociólogo independiente Melvin Sotelo, la
victoria del gobierno sobre los manifestantes llegó a expensas de derechos
fundamentales de la población nicaragüense.
"Lo hizo ahogando el derecho de las personas a
manifestarse en repudio al gobierno. No permite ejercer el derecho de los
nicaragüenses a organizarse, a elegir libremente a sus autoridades, cerró todos
los espacios y posibilidades políticas" de participación, dijo Sotelo a la
AFP.
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El precio del triunfo -
Sotelo consideró que la victoria contra los bloqueos
de vías llegó a un precio alto para Ortega.
"El presidente, políticamente y moralmente,
perdió mucho. Esto es una guerra de un Estado supuesto a proteger las vidas de
las personas contra una población indefensa", señalo el sociologo.
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Líder revolucionario -
El Daniel Ortega actual dista entonces de la figura
que emergió de la Revolución Sandinista de 1979, cuando integró el movimiento
guerrillero que libró a Nicaragua de la dinastía de los Somoza.
Tras dejar el poder por la vía electoral en 1990,
Ortega volvió a la presidencia por las urnas en 2007 y desde entonces fue
reelegido en dos ocasiones, la última en 2016, con su esposa Murillo como
vicepresidenta.
Aliado de los empresarios, Ortega despertó críticas
por tomar pleno control de los poderes del Estado: el parlamento, la justicia y
el tribunal electoral.
Sus detractores lo acusan de conformar, junto a su
esposa, un régimen marcado por el nepotismo y el autoritarismo.
Las protestas en contra del gobierno estallaron hace
tres meses en oposición a una reforma a la seguridad social, pero la represión
hizo que se propagaran hasta convertirse en un amplio movimiento que reclamó la
salida del poder de Ortega.
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