GUTERRES: EL MUNDO SUFRE “TRASTORNO POR DÉFICIT DE CONFIANZA ” Y PRINCIPIOS DEMOCRÁTICOS BAJO ASEDIO
NUEVA YORK (25 Septiembre 2018).- El Secretario General hizo este martes un chequeo
general de los males que aquejan al planeta y su diagnóstico fue rotundo: “el
mundo sufre en la actualidad un trastorno por déficit de confianza”. Todo ello
lleva a los pueblos a perder la fe en sus instituciones políticas y pone en
peligro el multilateralismo justo en un momento en el que la humanidad afronta
uno de sus mayores retos: el cambio climático. "Debemos movernos
basándonos en hechos, no por miedo y apoyándonos en la razón y no en
ilusiones".
Durante su discurso de apertura del 73 periodo de
sesiones de la Asamblea General donde presentó el informe sobre la
Organización, António Guterres justificó su dictamen al afirmar que "las
personas están preocupadas y se sienten inseguras. La confianza está a punto de
quebrantarse. La confianza en las instituciones nacionales. La confianza entre los Estados. La confianza
en un orden mundial basado en normas”.
Guterres ahondó en su examen al afirmar que los
pueblos están perdiendo la fe en sus instituciones políticas, denunció un
crecimiento de la polarización y también el ascenso del populismo.
Acto seguido, destacó que el orden mundial actual es
cada vez más caótico, la difuminación de las reglas del poder y el desgaste de
los valores universales.
“Los principios democráticos están bajo asedio. El
estado de derecho se debilita. La impunidad cobra auge, pues dirigentes y
Estados ponen a prueba sus límites, tanto internamente como en el ámbito
internacional”, dijo.
Los dos grandes retos que amenazan a nuestra época
El titular de la ONU recordó que la prevención ha de
ser una tarea central del trabajo de la Organización y destacó que el actual
período de sesiones supone una “oportunidad única” para avanzar.
“Pero hoy quiero centrarme en dos desafíos
trascendentales que, en el último año, han cobrado una urgencia extrema: el
cambio climático y los nuevos riesgos asociados a los avances de la
tecnología”.
En relación con el cambio climático destacó que
estamos en un momento “decisivo”, ya que si no logramos cambiar el rumbo
durante los dos próximos años se corre el riesgo de perder el control de la
situación.
“El cambio
climático avanza más rápido que nosotros, a un ritmo desenfrenado que ha hecho
saltar las alarmas en todo el mundo” advirtió al recordar que “la concentración
de dióxido de carbono en la atmósfera ha alcanzado el nivel más alto en tres
millones de años, y no deja de aumentar”.
Entre las soluciones que propuso para combatirlo
destacó una mayor ambición y actuar con
un mayor sentido de la urgencia, garantizar la aplicación del Acuerdo de París
y calificó a la Próxima Conferencia de las Partes a celebrarse en Polonia en
diciembre como decisiva.
Guterres instó a los gobiernos actuar con valentía y
tomar una serie específica de medidas:
deben dejar de gastar miles de millones de dólares
para subvencionar el consumo de combustibles fósiles;
deben fijar un precio justo para el carbono;
deben dejar de invertir en infraestructuras
insostenibles que mantienen prácticas nocivas durante decenios.
Respecto a las nuevas tecnologías remarcó los
avances científicos han contribuido a curar enfermedades mortales, el impulso
que proporcionan al crecimiento económico y la capacidad de conectar a
empresas, comunidades y personas de todo el mundo.
A continuación, enumeró a los potenciales impulsores
del progreso tecnológico que pueden ayudar a conseguir los Objetivos de
Desarrollo Sostenible, entre los que contó a la inteligencia artificial, la
tecnología de cadena de bloques (que sirve para garantizar la veracidad de las
operaciones por internet) y la biotecnología.
Como elementos negativos resaltó la
desestabilización que pueden ejercer estas tecnologías en los mercados
laborales con el cambio o desaparición de los empleos tradicionales, que
podrían llegar a forzar a los gobiernos a establecer programas de protección
social más amplios, entre ellos, posiblemente, el establecimiento de una renta
básica universal.
La ciberdelincuencia, que llega a recaudar 1,5
billones de dólares al año; las campañas de desinformación, que polarizan a las
comunidades y disminuyen la confianza entre los Estados o la brecha de género
en el acceso a la tecnología digital fueron otros aspectos negativos tratados
por Guterres.
El peligro de militarización de la I.A.
En este apartado, Guterres destacó que su “creciente
preocupación” por la adaptación de la inteligencia artificial con fines
militares.
“Llamémoslo como lo que es. La perspectiva de unas
máquinas con carta blanca y con poder para quitar la vida humana es moralmente
repugnante.
Una nueva guerra, que ojalá no ocurra, podría traer
consigo perfectamente un ciberataque de enormes proporciones no solo contra las
capacidades militares, sino también contra la infraestructura civil más vital”.
Guterres instó a todos los Estados a cooperar en
este asunto con el objetivo de fomentar la confianza entre ellos y los exhortó
a usar a las Naciones Unidas como “plataforma para atraer la atención mundial
hacia estas cuestiones primordiales y favorecer un futuro digital seguro”.
Autocrítica a doce meses vista
El secretario General realizó un ejercicio de
autocrítica al destacar que no pudo resolver ninguno de los siete desafíos que
destacó durante su discurso del año pasado.
“Suscita indignación nuestra incapacidad de poner a
las guerras en Siria, Yemen y en otros lugares. Los rohinyás permanecen en el
exilio, traumatizados y en la miseria, y siguen anhelando seguridad y
justicia. Los palestinos y los israelíes
siguen atrapados en un conflicto interminable, y la solución de los dos Estados
se aleja cada vez más”, remarcó.
La extensión de la amenaza terrorista, la amenaza
nuclear, el uso de armas químicas pese a su prohibición, las desigualdades que
socavan la fe en el contrato social o la discriminación que padecen los
migrantes fueron el resto de las expectativas no cumplidas durante el último
año.
Vientos de esperanza
Pese a este panorama de caos y confusión mundial,
Guterres percibe que “soplan vientos de esperanza en distintas partes del
planeta”.
Entre ello señaló el reciente acuerdo de paz entre
Etiopía y Eritrea, la esperanza de una posible desnuclearización “total y
verificable” de la península de Corea, o el fuerte compromiso del pueblo
colombiano con la paz, confirmado por su presidente Iván Duque.
La aprobación de los pactos sobre los refugiados y
la migración representó otra señal de esperanza, junto a los centenares de
millones de personas que han salido de la pobreza extrema en los últimos tres
decenios y el creciente impulso hacia la igualdad de género.
Finalmente rememoró la figura del ex Secretario
General, Kofi Annan, al recordar que “compartimos un destino común. La única
manera de forjarlo es afrontándolo juntos. Y por eso, amigos míos, existen las
Naciones Unidas”.
Y concluyó con un diagnóstico de esperanza en el
futuro “debemos recomponer la confianza perdida. Debemos revitalizar nuestro
proyecto multilateral. Y debemos defender la dignidad para todos sin
excepción”, señaló.
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