BOGOTÁ, Colombia
(9 Octubre 2018).- 51 años tras su muerte, Ernesto Guevara continúa como una de
las figuras más atrayentes de la historia.
Su figura se
ha convertido en algo emblemático para las posteriores generaciones de jóvenes
en la lucha contra las injusticias sociales, en la política, en el fútbol, el
cine, la literatura, las artes plásticas y en la música.
El compañero
de Fidel y Raúl Castro, y de Camilo Cienfuegos, en la dirección de la lucha
guerrillera en la Sierra Maestra que derribó la sangrienta dictadura de
Fulgencio Batista, había nacido en Rosario, Argentina, en 1928. Su padre,
Ernesto Rafael Guevara Lynch, y su madre, Celia de la Serna, eran de clase alta
empobrecida. El Che –como se conocería para siempre–, estudió medicina, leyó
las obras fundamentales del marxismo en la universidad y se lanzó muy joven a
recorrer el continente americano.
El Che en Colombia
Prestó
servicios humanitarios en cada lugar donde hacía escala, especialmente en los
Andes peruanos y en el Amazonas, junto con su compañero de viaje, Alberto
Granado.
Estuvo en
Colombia en 1952, bajo el gobierno de Laureano Gómez y Roberto Urdaneta
Arbeláez. En carta dirigida a su mamá, su “querida vieja”, fechada el 6 de
julio de ese año, expresa:
“El primer
día en Bogotá fue regularcito; conseguimos la comida en la Ciudad
Universitaria, pero no alojamiento, porque esto está lleno de estudiantes
becados para seguir una serie de cursos que organiza la ONU…”. (Días después,
el estudiante de Derecho Eduardo Santa, quien años más tarde se destacaría como
historiador y novelista, les consiguió alojamiento en la Universidad Nacional)…
Y sigue la
carta:
“Mañana veré
a Millonarios y Real Madrid desde la más popular de las tribunas (…) Este país
es el que tiene más suprimidas las garantías individuales de todos los que
hemos recorrido, la policía patrulla las calles con fusil al hombro y exigen a
cada rato el pasaporte, que no falta quien lo lea al revés, es un clima tenso
que hace adivinar una revuelta dentro de poco tiempo. Los Llanos están en
franca revuelta y el ejército es impotente para reprimirla, los conservadores
pelean entre ellos, no se ponen de acuerdo y el recuerdo del 9 de abril de 1948
pesa como plomo en todos los ánimos; resumiendo: un clima asfixiante, si los
colombianos quieren aguantarlo, allá ellos, nosotros nos rajamos cuanto antes”.
(Tomado de mi libro Viajeros extranjeros por Colombia, Bogotá, Presidencia de
la República, Biblioteca Familiar Colombiana, 1997).
Guerrillero y
gobernante
El Che se
radicó en Guatemala en 1954, cuando triunfó el presidente progresista Jacobo
Arbenz, acusado de “comunista” por el gobierno de Eisenhower. Una operación
militar organizada por la CIA lo derrocó a los pocos meses. Amenazado de
muerte, Guevara se traslada a México, donde conoce a Fidel y a Raúl Castro,
quienes planean, junto con otros cubanos exiliados, una insurrección contra la
dictadura de Batista.
En una osada
expedición desembarcan del yate Granma en el oriente de Cuba en diciembre de
1956. Conforman guerrillas, bajo el mando del joven abogado Fidel Castro, y
luchan sin tregua desde la Sierra Maestra. El Che demuestra gran destreza
estratégica: luego de comandar las tropas rebeldes en la batalla de Santa Clara,
los guerrilleros liderados por Fidel triunfan el primero de enero de 1959.
El Che es
designado por Fidel, entonces primer ministro de Cuba, para dirigir el
Departamento de Industria del Instituto Nacional de la Reforma Agraria; luego
es nombrado presidente del Banco Nacional (en broma, relataba que Fidel había
preguntado a sus dirigentes: “¿Quién de ustedes es economista?” El Che levantó
la mano y de inmediato recibió el nombramiento. Meses después le dijo a Fidel:
“Yo entendí que habías preguntado: ¿Quién de ustedes es comunista?”).
Finalmente fue ministro de Industrias.
El Che Guevara más allá
del mito
Un hombre
parco, austero, casi monacal. Detestaba las etiquetas y los protocolos. No
aceptaba privilegios. Una vez rechazó una bicicleta que le habían obsequiado a
uno de sus hijos. Estudiaba mucho: política, ciencias sociales, historia.
Admiraba el genio militar de Mao Tse-tung en su Larga Marcha, que culminó con
la derrota del sanguinario Chiang Kai-shek. Cuando el Che conoció a Mao sufrió
un repentino ataque de asma.
No era
hombre de gobierno ni de bufete. Decidió continuar la lucha “por la liberación
de los pueblos” y así se lo hizo saber a su comandante en jefe, Fidel, quien
aprobó la decisión de irse a combatir por la soberanía de otros países.
En 1965
“desapareció” de la escena. Hubo toda clase de suspicacias: que estaba
distanciado de Fidel, que se había ido para el Congo, que había muerto, que
estaba preparando una guerrilla en Colombia. Sobre esto se especuló a tal punto
que, en Colombia, el general José Joaquín Matallana encaminó sus esfuerzos para
dar con el paradero de Guevara. Hubo quienes dijeron haberlo visto por el
Magdalena Medio.
La verdad se
supo el 9 de octubre de 1967, cuando los medios de comunicación del mundo
entero informaron de la captura en Bolivia, en la quebrada del Yuro, y de la
muerte del legendario guerrillero, en La Higuera.
Captura y muerte
El Che fue
capturado el 8 de octubre de 1967. De inmediato avisaron al general René
Barrientos, entonces presidente de Bolivia, y después de reunirse con los
agentes de la CIA y los altos mandos del ejército, se tomó la decisión de ejecutarlo.
Nadie se atrevía a hacerlo. El capitán Gary Prado le ordenó al suboficial Mario
Terán, de 25 años, que le diera muerte al guerrillero.
Terán, según
relató años después, estuvo un rato frente al Che, quien con voz enérgica, le
indicó:
Usted viene
a matarme… Póngase sereno, porque usted va a matar a un hombre.
Terán
recuerda que se sintió cohibido ante el Che Guevara. Sintió mareos y salió a
buscar una botella de ron. La bebió en su totalidad y entonces se sintió con
arrestos para disparar. Cumplida su terrible misión se fue a vivir a un pueblo
perdido de los Andes. Su nombre y su figura quedaron envueltos en las tinieblas
del olvido.
Cuatro
décadas después, y con más de 70 años, Terán comenzó a perder la vista. El
líder indígena Evo Morales, admirador y seguidor del Che, acababa de asumir el
poder y de instituir el Estado Plurinacional de Bolivia. Misiones médicas
cubanas no tardaron en llegar al país y comenzaron a sanar a millares de
campesinos y gentes pobres, entre ellas el olvidado Mario Terán.
‘Milagros’ del Che
Como es bien
sabido, el Che solía anotar en una libreta las experiencias cotidianas en la
guerrilla. El cuaderno original fue hallado entre sus bolsos. No tardaron en
iluminarse las mentes mercantilistas de algunos altos funcionarios, empresarios
y periodistas, y después de leer (descifrar y traducir a otros idiomas)
minuciosamente aquellos apuntes, las grandes editoriales de Estados Unidos,
España y Europa planearon realizar el 2 de julio de 1968 un ruidoso lanzamiento
del Diario del Che en Bolivia, con tan mala suerte que, un día antes, apareció
la edición completa en Cuba y fue repartida gratuitamente en los cinco
continentes. ¿La razón? Cuando le fue entregado el Diario al ministro de
Gobierno, Antonio Arguedas, este le sacó copias y las envió a Fidel Castro.
Antiguos
perseguidores del Che, asombrados de la forma “como idolatran a ese
guerrillero”, curiosamente han terminado por admirarlo. En el sitio donde cayó
se han levantado altares con retratos, flores, velas y recordatorios. Aseguran
que todos los que libraron la lucha contrainsurgente que culminó con la
ejecución del Che han muerto trágicamente (el dictador Barrientos murió
electrocutado en un helicóptero) o padecen penosas enfermedades.
El día en que murió
Carlos Bastidas
Escritor
Cuando murió
el Che yo estudiaba bachillerato en Túquerres, Nariño. Por esa época, los
hombres ebrios desafiaban a la autoridad gritando por las calles: “¡Viva Cuba!”
“¡Viva Castro!”. A mi papá recuerdo haber ido a sacarlo de un calabozo por eso.
Ya en casa, de debajo de la camisa sacó unas hojas arrugadas de ‘Life’ en
español, en las que se veía al Che sobre un estrado de piedra y rodeado de los
militares bolivianos que lo habían ejecutado. Así lo conocí. Sentí tristeza por
los campesinos que, habiendo ido el Che a luchar por ellos, lo delataron;
desprecio por los militares que reían ante su cadáver. Compuse un poema que
titulé “El Cristo de La Higuera”, y después dejó de interesarme la figura del
guerrillero argentino.
‘Mi generación fue
guevarista’
Memorias del escritor Humberto
Valverde
Mi
generación fue guevarista. Mi padre, Octavio, fue fundador del Partido
Comunista, líder de Fedetav, una sindical del Valle. Para mí el Che es una
figura mítica, tan intacta como cuando yo era muchacho. Sus textos eran obligados.
Varias veces he visto la película y me gusta: es un romántico soñador. Claro,
era una locura ir a Bolivia. Solo a él se le ocurre. También lo de África, pero
ellos creían en una revolución mundial. En adelante fue el símbolo de la
protesta. Éramos una generación de protesta. Casi todo el continente creía en
la revolución cubana, y el Che fue su ícono. Cuando estuve en La Habana por
primera vez y llegué a la plaza de Revolución, con esa efigie de él, sin ser yo
militante, solo un hombre radical, me arrodillé.
El guerrillero que
buscó la revolución mundial
14 de junio
de 1928: Nace Ernesto Guevara de la Serna en Rosario (Argentina), en el
matrimonio de Ernesto Guevara Lynch y Celia de la Serna.
Octubre de
1950: Sale en su primer viaje por América Latina. Al año siguiente, parte en
moto con Alberto Granado. Visita Colombia.
Agosto de
1952: Luego de retornar a su país, recibe el grado de médico. Decidió estudiar
medicina tras la muerte de su abuela paterna.
7 de julio
de 1953: Viaje por América del Sur y Central. En Guatemala hace amistad con
cubanos, uno de ellos Ñico López, lo apoda Che.
Julio de
1955: Le presentan a Fidel Castro y se compromete con la lucha por conseguir el
derrocamiento de Fulgencio Batista.
JOSÉ LUIS DÍAZ-
GRANADOS
Especial para
EL TIEMPO
* Poeta,
novelista y periodista cultural
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