LA HABANA, Cuba
(24 Enero 2019).- No es posible separar a un hombre de su obra. Ella es
ineludiblemente su autor y desde él respira, padece o disfruta, según sea el
resultado de sí misma. Así, el éxito o el fracaso tienen nombre propio. Si es
fiasco lo diluye el tiempo; si es fortuna, la obra se encarga de eternizar el
nombre que le dio vida.
Portador de
una fausta ejecutoria, será entonces perdurable el cineasta Rigoberto López
Pego, quien falleció ayer a los 72 años víctima de cáncer, dejándonos El Mayor,
una película de compleja producción, en la que se propuso recrear la fecunda
existencia de uno de los más grandes héroes de la historia patria, Ignacio
Agramonte y Loynaz.
Licenciado
en Ciencias Políticas por la Universidad de La Habana, su vocación patriótica
encumbró su relieve y desarrolló una obra donde latió el ser humano,
fundamentalmente el desposeído, el segregado, el menos favorecido por las
circunstancias de su destino. Por esta razón –y por ir con ello en busca de su
propia identidad– aceptó con gusto presidir la Muestra Itinerante de Cine del
Caribe, iniciativa que ha puesto su punto de mira en la identidad caribeña y en
la necesidad de visualizar esa región a la que todo cubano pertenece. Con tal
empeño se consiguió además que se reconocieran en las cintas rodadas no solo
los espectadores del Caribe, sino también sus realizadores.
La avidez
por la lectura, especialmente la de Alejo Carpentier, le permitió el gran
descubrimiento de la región caribeña y se apasionó por recrearla. Su película
Roble de olor (2003) –primera obra de ficción suya, que coloca en el
protagónico a una haitiana que funda en Cuba un cafetal– es un canto a las
diferencias y una crítica descarnada al racismo.
Para el
realizador de documentales como África: Círculo del infierno; Los hijos de
Namibia; El viaje más largo; y Yo soy, del son a la salsa, entre otros, y de
películas como Vuelos prohibidos, la labor artística que emprendiera se centró
en «los ejes que animan la espiritualidad cubana».
Convencido
de que el cine cubano contemporáneo bien podría mostrar otras realidades dada
la riqueza de la historia y la cultura cubanas, dijo en entrevista concedida al
colega Oliver Zamora, en el canal RT, no sentirse muy conforme con la manera a
veces sórdida de presentar la realidad del país, en la que se insiste en
sobredimensionar determinados temas, lo cual podría tener un costo alto para
las nuevas generaciones.
Junto a su
triste adiós, conmueve la interrupción de uno de los más grandes sueños
acariciados por este cineasta cabal, quien puso su vida en función de llevar a
la pantalla grande el temperamento y la vida del héroe camagüeyano.
Por MADELEINE SAUTIÉ/Granma
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