BANCO MUNDIAL: LATINOAMÉRICA DEBE INVERTIR EN PRIMERA INFANCIA, DOCENCIA Y GESTIÓN
GUATEMALA (12 Junio 2019).-
La mitad de los estudiantes latinoamericanos de educación básica no aprende lo
mínimo para contar con herramientas que los ayuden a desarrollar su vida adulta
y la única manera de contrarrestar ese presente y futuro desolador es la
inversión en la primera infancia, la docencia y la gestión educativa.
Esa es la
apuesta del Banco Mundial que, a través de su economista principal de la
Práctica Global de Educación para América Latina, el mexicano Rafael de Hoyos,
defiende para que los Estados de la región reduzcan los índices de bajo o nulo
aprendizaje.
Más de 79,6
millones de estudiantes escolarizados “no aprenden, de acuerdo a las pruebas
estandarizadas”, como el Programa Internacional para la Evaluación de
Estudiantes (PISA), sobre todo porque “tenemos sistemas educativos que no solo
reproducen la desigualdad del ingreso, sino que la exacerban”, advierte De
Hoyos en entrevista con Efe.
A pesar de
que en las últimas décadas la región ha visto un aumento de la cobertura a
prácticamente la totalidad, “no se tomó en cuenta la calidad de los docentes,
que son el actor más importante del sistema educativo”, advierte el economista.
A ese
contexto se suma que los sistemas educativos de Latinoamérica “no cumplen con
funciones sociales básicas, como la promoción de la movilidad social”, además
de la falta de atención de los Gobiernos a la primera infancia, los primeros
1.000 días de vida que son fundamentales.
De ahí que
más de 79,6 millones de estudiantes no puedan comprender un texto, no sepan
organizar ideas de manera escrita ni operaciones básicas de matemáticas para
resolver operaciones cotidianas, lo cual es “tristísimo”, porque “si hay una
bola de cristal que me pueda ayudar a ver el futuro, esa sería la actualidad
del sistema educativo”.
Esa
“desatención”, “si lo vemos desde un punto de vista de contrato social, es un
gran fraude”, advierte De Hoyos, pues mientras los contribuyentes pagan sus
impuestos el Estado debería “proveer servicios básicos, como la educación y los
sistemas educativos deben hacer que los jóvenes aprendan”.
Todo
comienza con el drama de las zonas rurales y de extrema pobreza, pues ahí “la
madre no va a revisiones, el niño nace con una desventaja de sus
potencialidades, no recibe alimentación adecuada ni estimulación temprana y
todo eso genera que en sus primeros 1.000 días no consiga el desarrollo
adecuado”.
En contraste
a ese niño, narra De Hoyos, está la familia con posibilidades económicas, que
tiene consciencia de la alimentación adecuada, de la estimulación, de la
lectura y el apoyo emocional.
A eso se
suma el tipo de educación que recibirán ambos, en contexto privado y público,
“con docentes preparados” o “en condiciones deplorables”, dando como resultado
la “exacerbación de las brechas de aprendizaje”.
Aunque De
Hoyos reconoce que entre los casi 80 millones de estudiantes que no aprenden
hay públicos y privados, asegura que se trata de “una anomalía” cuando hay
alumnos que vienen de contextos con todas las posibilidades de desarrollo, pues
“la relación entre los logros de aprendizaje con aquellos que tuvieron todas
las condiciones es altísima”.
La falta de
aprendizaje, apunta el economista del Banco Mundial, es la causa principal del
abandono escolar que se refleja en un total de 20 millones de “Ninis” o jóvenes
que ni estudian ni trabajan, a quienes algunos Gobiernos, como el mexicano ha
apostado por becarlos y eso “es un error garrafal”.
“Si se va a
la escuela y no se sabe sumar, restar, multiplicar y dividir y toca entrarle al
álgebra, el estudiante está frito”, describe De Hoyos, quien critica las becas
que el presidente Andrés Manuel López Obrador instituyó, pues, “ni con un
millón de dólares podría ayudarle a ese estudiante a aprender álgebra”,
asegura.
Según De
Hoyos, no se trata solo de atender “la falta de recursos”, porque ahí “la
solución sí sería solo la transferencia de recursos”, pero es necesario
instruir “programas focalizados” que traten de “reducir la brecha educativa”,
como los refuerzos a las habilidades cognitivas y las habilidades
socioemocionales.
Pero, lo más
importante, acota, es la voluntad política, la continuidad y la inversión en
los tres rubros más determinantes: primera infancia, docentes y gestión
educativa.
En promedio,
dice, “nuestros países la educación media y superior es el gran cuello de
botella, mientras que en Guatemala es la secundaria o ciclo básico”. Pero
Chile, que es el gran ejemplo latinoamericano, “tiene tasa de graduación del 80
por ciento en el grado 12” y todo por la continuidad a la inversión de la
educación primaria.
Y la fórmula
es “atender el flujo y el ‘stock’ (inventario o cantidad), pues los Ninis ahí
van a estar y hay que saber de dónde vienen. Es como una alberca que está llena
de agua; para vaciarla tenemos antes que darnos cuenta de la pipa que la está
alimentando. Hay que parar el flujo y abordar el ‘stock'”.
El flujo “es
la deserción escolar”, mientras que el “stock” “es la combinación de fortalecimiento
de habilidades socioemocionales y fortalecimiento de habilidades cognitivas,
además de la formación de competencias profesionales”, afirma De Hoyos, quien
añade que otro problema es que para atender a los Ninis hay que “hacer trajes a
la medida”.
Sin embargo,
es posible reducir la brecha y ese número dramático de la mitad de estudiantes
que no aprenden “concentrando la política de primera infancia en hogares que
tienen niños de 0 a 3 años y que están por debajo de la línea de la pobreza y enviar
a los mejores profesores donde hay mayores índices de deserción”, concluye.
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