LA MUERTE DE UN PADRE CON SU HIJA EN LA FRONTERA MEXICANA ILUSTRA LOS PELIGROS PARA LOS MIGRANTES
CIUDAD DE MÉXICO (26 Junio 2019).- El hombre y
su hija de poco menos de 2 años yacen ahogados boca abajo en la orilla del río
Bravo. La camisa negra del hombre está subida a la altura de su pecho y la
menor está metida dentro de la prenda. El brazo de la niña está estirado por
detrás del cuello de su padre, lo que indica que se aferró a él hasta el último
minuto.
La
desgarradora escena, capturada el lunes en una fotografía por la periodista
Julia Le Duc y publicada por el periódico mexicano La Jornada, pone de
manifiesto los peligros que enfrentan los migrantes, en su mayoría
centroamericanos, que escapan de la violencia y pobreza de sus comunidades con
la esperanza de llegar a Estados Unidos y solicitar asilo.
Según el
reportaje de Le Duc en La Jornada, Óscar Alberto Martínez Ramírez, frustrado
porque su familia originaria de El Salvador no pudo presentarse ante las
autoridades estadounidenses y solicitar asilo, nadó a través del río el domingo
con Valeria, su hija.
La puso en
la orilla estadounidense del río y comenzó a regresar por su esposa, Tania
Vanessa Ávalos, pero al ver cómo se alejaba su padre, la niña se lanzó al agua.
Martínez regresó y logró tomar a Valeria, pero ambos fueron arrastrados por la
corriente.
Los hechos
están basados en lo que Ávalos le contó a la policía en el lugar “entre
lágrimas” y “gritos”, según relató Le Duc a The Associated Press.
Los detalles
del incidente fueron confirmados el martes por un funcionario del gobierno del
estado de Tamaulipas, quien habló bajo condición de anonimato porque no estaba
autorizado para hablar del tema públicamente, y por la madre de Martínez en El
Salvador, Rosa Ramírez, quien habló con su nuera por teléfono después del
hecho.
“Cuando la
niña se le zafó es cuando él trató de alcanzarla, pero cuando él trato de
agarrar a la niña fue cuando se metió más adentro para salvarla... fue cuando
ya no pudo salir”, dijo Ramírez a la AP. “Él se la metió en su camisa y me
imagino que él dijo: ‘Hasta aquí llegué’, y decidió irse con ella”.
Desde el
abrasador desierto de Sonora hasta el caudaloso río Bravo, la frontera de 2,000
millas entre México y Estados Unidos es, a veces, un cruce mortal entre los
puertos de entrada. El año pasado se registró un total de 283 migrantes
muertos; hasta ahora no se han revelado los números de este año.
Apenas el
domingo, dos bebés, un infante y una mujer fueron encontrados muertos, vencidos
por el sofocante calor. En otra parte, tres niños y un adulto de Honduras
murieron en abril luego de que su balsa se volcara en el río Bravo; y una niña
de 6 años de la India fue encontrada muerta a principios de junio en Arizona,
en donde las temperaturas comúnmente superan los 100° Fahrenheit.
La búsqueda
de Martínez y su hija se suspendió el domingo por falta de luz, y sus cadáveres
fueron descubiertos al día siguiente cerca de Matamoros, México, limítrofe con
Brownsville, Texas, a varios metros (yardas) de donde intentaron cruzar y a
sólo 1 kilómetro (media milla) del puente internacional.
Funcionarios
de inmigración y protección civil de Tamaulipas han visitado los albergues
desde hace unas semanas para advertir de los peligros de cruzar el río, que se
dice está crecido por el agua liberada de las presas de riego. En la
superficie, el río Bravo parece tranquilo, pero fuertes corrientes corren
debajo.
Ramírez dijo
que su hijo y su familia salieron de El Salvador el 3 de abril y pasaron unos
dos meses en un albergue en Tapachula, cerca de la frontera de México con
Guatemala.
“Yo les
rogué que no se fueran, pero él quería juntar dinero para hacer su casa”, dijo
Ramírez. “Esperaban estar unos años y ahorrar dinero para la casa”.
El
Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador dijo que trabajaba para
asistir a la familia, incluida Ávalos, quien estaba en un albergue para
migrantes en la frontera después de los ahogamientos. Se prevé que los cuerpos
sean llevados el jueves por avión a El Salvador.
La
fotografía evoca la imagen de 2015 de un niño sirio de 3 años que se ahogó en
el mar Mediterráneo cerca de Turquía, aunque falta por ver si tendrá el mismo
impacto en atraer la atención internacional a la migración a Estados Unidos.
“Muy
lamentable que esto pase”, dijo el martes el presidente mexicano Andrés Manuel
López Obrador en respuesta a una pregunta relacionada con la foto. “Siempre lo
hemos condenado, de cómo por mayor rechazo en Estados Unidos hay gente que
pierde la vida en el desierto o cruzando el río Bravo”.
De momento
no hubo comentario de la Casa Blanca.
Estados
Unidos redujo drásticamente el número de migrantes a los que permite solicitar
asilo, pasando de decenas al día a sólo un puñado en algunos puertos de
entrada.
El
funcionario de Tamaulipas dijo que la familia llegó a Matamoros la mañana del
domingo y se dirigió al consulado de Estados Unidos para intentar obtener una
fecha para solicitar asilo. La madre tiene 21 años y el padre tenía 25, añadió.
Sin embargo,
ahí y en otras partes a lo largo de la frontera la espera es larga: La semana
pasada, el director de un albergue dijo que sólo se llevaban a cabo a la semana
entre 40 y 45 entrevistas para asilo en Matamoros cuando hay entre 800 y 1,700
nombres en la lista de espera.
No es claro
qué sucedió con la familia en el consulado, pero horas después tomaron la
decisión de cruzar. El funcionario de Tamaulipas dijo que padre e hija
partieron de un pequeño parque que colinda con el río. Funcionarios de
protección civil llegaron al lugar del incidente a las 7 de la noche del domingo
y después se llevaron a la esposa al albergue.
“Me llamó
mucho la atención el brazo de la niña sobre su papá”, dijo Le Duc al describir
la escena que vio cuando llegó al lugar. “Este caso en particular me pone, nos
puso sensibles, por las circunstancias, por el padre abrazado de su hija en ese
último aliento los dos ahogados, cómo se fueron juntos a la muerte”.
“Es una
imagen horripilante”, dijo de la fotografía Maureen Meyer, especialista en
inmigración en la Oficina de Washington sobre Latinoamérica, que defiende los
derechos humanos en la región. “Y creo que expresa claramente los riesgos
reales de estos programas de Estados Unidos que, o regresan a la gente a México
para solicitar asilo o, en este caso, limitan cuántas personas pueden entrar a
Estados Unidos todos los días”.
Estados
Unidos también ha expandido su programa bajo el cual las personas en busca de
asilo esperan en México mientras sus casos son procesados en las cortes
estadounidenses, una espera que puede demorar meses e incluso años.
Esta semana,
la ciudad de Nuevo Laredo, en Tamaulipas, el mismo estado en donde se ubica
Matamoros, dijo que a partir del viernes comenzará a recibir a los regresados.
Muchos
albergues migrantes están saturados en el lado mexicano, y los cárteles de
narcotráfico tienen control de gran parte de Tamaulipas, y se ha sabido que
secuestran y asesinan a los migrantes.
Mientras
tanto, México intensifica sus medidas contra la inmigración y gran parte de la
estrategia está en disminuir el flujo en el sur del país.
“Con medidas
y restricciones más severas, podríamos ver más medidas desesperadas de la gente
que intenta entrar a México o Estados Unidos”, señaló Cris Ramón, analista de
política inmigratoria en el centro de estudios Bipartisan Policy Center de
Washington.
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