EL PAPA FRANCISCO LLAMA A "RECONSTRUIR EL PACTO EDUCATIVO", SERÁ EN EVENTO MUNDIAL EL 14 DE MAYO 2020
SANTO
DOMINO, República Dominicana (12 Septiembre 2019).- En su mensaje este
miércoles para el lanzamiento del pacto educativo, el papa Francisco declaró
que promoverá el 14 de mayo del 2020 un evento mundial que denominó “Reconstruir
el pacto educativo global”.
Agregó que
será un encuentro para reavivar el compromiso por y con las jóvenes
generaciones, renovando la pasión por una educación más abierta e incluyente,
capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua
comprensión.
Alternativasnoticiosas.com deja a sus lectores íntegramente el
mensaje del Papa.
MENSAJE DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
PARA EL LANZAMIENTO DEL
PACTO EDUCATIVO
Queridos
hermanos y hermanas:
En la
Encíclica Laudato si’ invité a todos a colaborar en el cuidado de nuestra casa
común, afrontando juntos los desafíos que nos interpelan. Después de algunos
años, renuevo la invitación para dialogar sobre el modo en que estamos
construyendo el futuro del planeta y sobre la necesidad de invertir los
talentos de todos, porque cada cambio requiere un camino educativo que haga
madurar una nueva solidaridad universal y una sociedad más acogedora.
Por este
motivo deseo promover un evento mundial para el día 14 de mayo de 2020, que
tendrá como tema: “Reconstruir el pacto educativo global”; un encuentro para
reavivar el compromiso por y con las jóvenes generaciones, renovando la pasión
por una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del
diálogo constructivo y de la mutua comprensión. Hoy más que nunca, es necesario
unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para formar personas
maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el
tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna.
El mundo
contemporáneo está en continua transformación y se encuentra atravesado por
múltiples crisis. Vivimos un cambio de época: una metamorfosis no sólo cultural
sino también antropológica que genera nuevos lenguajes y descarta, sin
discernimiento, los paradigmas que la historia nos ha dado. La educación
afronta la llamada rapidación, que encarcela la existencia en el vórtice de la
velocidad tecnológica y digital, cambiando continuamente los puntos de referencia.
En este contexto, la identidad misma pierde consistencia y la estructura
psicológica se desintegra ante una mutación incesante que «contrasta la natural
lentitud de la evolución biológica» (Carta enc. Laudato si’, 18).
Sin embargo,
cada cambio necesita un camino educativo que involucre a todos. Para ello se
requiere construir una “aldea de la educación” donde se comparta en la
diversidad el compromiso por generar una red de relaciones humanas y abiertas.
Un proverbio africano dice que “para educar a un niño se necesita una aldea
entera”. Por lo tanto, debemos construir esta aldea como condición para educar.
El terreno debe estar saneado de la discriminación con la introducción de la
fraternidad, como sostuve en el Documento que firmé con el Gran Imán de
Al-Azhar, en Abu Dabi, el pasado 4 de febrero.
En una aldea
así es más fácil encontrar la convergencia global para una educación que sea
portadora de una alianza entre todos los componentes de la persona: entre el
estudio y la vida; entre las generaciones; entre los docentes, los estudiantes,
las familias y la sociedad civil con sus expresiones intelectuales,
científicas, artísticas, deportivas, políticas, económicas y solidarias. Una
alianza entre los habitantes de la Tierra y la “casa común”, a la que debemos
cuidado y respeto. Una alianza que suscite paz, justicia y acogida entre todos
los pueblos de la familia humana, como también de diálogo entre las religiones.
Para
alcanzar estos objetivos globales, el camino común de la “aldea de la
educación” debe llevar a dar pasos importantes. En primer lugar, tener la
valentía de colocar a la persona en el centro. Para esto se requiere firmar un
pacto que anime los procesos educativos formales e informales, que no pueden
ignorar que todo en el mundo está íntimamente conectado y que se necesita
encontrar —a partir de una sana antropología— otros modos de entender la
economía, la política, el crecimiento y el progreso. En un itinerario de
ecología integral, se debe poner en el centro el valor propio de cada criatura,
en relación con las personas y con la realidad que las circunda, y se propone
un estilo de vida que rechace la cultura del descarte.
Otro paso es
la valentía de invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad.
La acción propositiva y confiada abre la educación hacia una planificación a
largo plazo, que no se detenga en lo estático de las condiciones. De este modo
tendremos personas abiertas, responsables, disponibles para encontrar el tiempo
para la escucha, el diálogo y la reflexión, y capaces de construir un tejido de
relaciones con las familias, entre las generaciones y con las diversas
expresiones de la sociedad civil, de modo que se componga un nuevo humanismo.
Otro paso es
la valentía de formar personas disponibles que se pongan al servicio de la
comunidad. El servicio es un pilar de la cultura del encuentro: «Significa
inclinarse hacia quien tiene necesidad y tenderle la mano, sin cálculos, sin
temor, con ternura y comprensión, como Jesús se inclinó a lavar los pies a los
apóstoles. Servir significa trabajar al lado de los más necesitados, establecer
con ellos ante todo relaciones humanas, de cercanía, vínculos de
solidaridad»[1]. En el servicio experimentamos que hay más alegría en dar que
en recibir (cf. Hch 20,35). En esta perspectiva, todas las instituciones deben
interpelarse sobre la finalidad y los métodos con que desarrollan la propia
misión formativa.
Por esto,
deseo encontrar en Roma a todos vosotros que, de diversos modos, trabajáis en
el campo de la educación en los diferentes niveles disciplinares y de la
investigación. Os invito a promover juntos y a impulsar, a través de un pacto
educativo común, aquellas dinámicas que dan sentido a la historia y la
transforman de modo positivo. Junto a vosotros, apelo a las personalidades
públicas que a nivel mundial ocupan cargos de responsabilidad y se preocupan
por el futuro de las nuevas generaciones. Confío en que aceptarán mi
invitación. Apelo también a vosotros, jóvenes, para que participéis en el
encuentro y para que sintáis la responsabilidad de construir un mundo mejor. La
cita es para el día 14 de mayo de 2020, en Roma, en el Aula Pablo VI del
Vaticano. Una serie de seminarios temáticos, en diferentes instituciones,
acompañarán la preparación del evento.
Busquemos
juntos las soluciones, iniciemos procesos de transformación sin miedo y miremos
hacia el futuro con esperanza. Invito a cada uno a ser protagonista de esta
alianza, asumiendo un compromiso personal y comunitario para cultivar juntos el
sueño de un humanismo solidario, que responda a las esperanzas del hombre y al
diseño de Dios.
Os espero y
desde ahora os saludo y bendigo.
Vaticano, 12
de septiembre de 2019
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