ROBERT MUGABE, EL FIN DE UN DÉSPOTA QUE TERMINÓ DE HUINDIR A ZIMBABUE
HARARE (6 Septiembre
2019).- Durante sus
37 años de mandato a la cabeza de Zimbabue, hasta su caída en 2017, Robert Mugabe
pasó de ser un héroe de la independencia y amigo de Occidente a tirano que
provocó el hundimiento económico de su país.
El expresidente, fallecido a los 95 años, renunció al poder en
noviembre de 2017, ante la presión del ejército.
“Fue un
dirigente formidable, pero el poder terminó degenerándolo al punto de que puso
a Zimbabue de rodillas”, resumió Shadrack Gutto, profesor de la Universidad de
Sudáfrica.
Cuando en
1980 tomó el mando del país, recién surgido de la antigua Rodesia, una colonia
británica donde gobernaba una minoría blanca, su discurso sobre la
reconciliación y la unidad le valió elogios a nivel internacional.
“Ayer,
ustedes eran mis enemigos, hoy son mis amigos”, dijo el exjefe de la guerrilla.
Ofreció
puestos ministeriales clave a blancos e incluso autorizó que su jefe, Ian
Smith, permaneciera en el país.
El
revolucionario Mugabe, lleno de diplomas, era visto como un dirigente modelo.
En 10 años, el país avanzó a pasos de gigante: construcción de escuelas, de
centros de salud y de nuevas viviendas para la mayoría negra. Pero su brillo
inicial no tardó en desvanecerse.
- Paria –
En 1982,
envió al ejército a la provincia “disidente” de Matabeleland (suroeste), tierra
de los Ndebele. La represión, brutal, provocó unos 20.000 muertos.
En la década
de los años 2000, los abusos contra la oposición, fraudes electorales y
especialmente su violenta reforma agraria convirtieron a Mugabe en un paria
internacional.
Dirigida en
gran medida a aplacar a los enojados veteranos de guerra que amenazaron con
desestabilizar su gobierno, la política de reforma agraria destruyó el sector
agrícola crucial, hizo que los inversores extranjeros huyeran y ayudó a hundir
al país en la miseria.
“Mugabe no
era humano (…) Uno podía admirar sus capacidades y su intelecto (…) pero era
una persona horrible y poco fiable”, dijo el antiguo ministro de Relaciones
Exteriores británico Peter Carrington, a la biógrafa del expresidente, Heidi
Holland.
En las
últimas décadas de su mandato, Mugabe, siempre con sus gafas de pasta, asumió
un papel de antagonista de Occidente.
Valiéndose
de una retórica virulenta, responsabilizó en sus discursos a las sanciones
occidentales de la aguda crisis económica del país, aunque estas sólo le
afectaban a él y a sus colaboradores y no a toda la economía.
“Si la gente
dice que eres un dictador (…) entonces uno sabe que están diciendo eso
simplemente para manchar y socavar tu estatus, así que uno no debería prestarle
mucha atención”, afirmó en 2013, en un documental.
El tema de
la sucesión fue un tabú que se extendió durante décadas, pero después de que
Mugabe cumpliera 90 años, se abrió la veda y la élite en el poder se enfrascó
en una lucha despiadada.
Grace, su
segunda mujer, una exsecretaria 41 años menor que él que aspiraba a sucederle y
a quien el Zanu-PF suspendió de militancia, dijo que incluso pasados los 80
años se levantaba antes del amanecer para hacer ejercicio.
Pero en los
últimos años, sufrió más de un tropezón y algunas caídas en público. En otra
ocasión pronunció un discurso equivocado para la apertura del parlamento.
- Un católico marxista –
Mugabe,
nacido el 21 de febrero de 1924, en una familia católica en la misión de
Kutama, en el noroeste de Harare, ha sido descrito como un niño solitario y
estudioso, con un libro en la mano incluso cuando cuidaba el ganado.
Después de
que su padre abandonara a la familia cuando tenía 10 años siguió concentrado en
sus estudios y obtuvo el grado de profesor.
Inicialmente
se identificó con el marxismo y durante su época estudiantil en la Universidad
de Fort Hare, en Sudáfrica, se codeó con muchos de los futuros líderes
africanos.
Después de
ejercer como profesor en Ghana, donde quedó muy influenciado por el presidente
y fundador del país, Kwame Nkrumah, decidió volver a Rodesia, donde fue
detenido en 1964 por sus actividades políticas. Pasó 10 años en prisión.
Su hijo de
cuatro años, fruto de su primer matrimonio con la ghanesa Sally Hayfron, murió
mientras estaba en prisión. El líder de Rodesia, Ian Smith, le denegó el
permiso para asistir al funeral.
Pero, tras
décadas en el poder, la oposición en su contra comenzó a tomar fuerza.
“Su
verdadera obsesión nunca fue la riqueza personal, sino el poder”, dijo el
biógrafo Martin Meredith.
“Año tras
año Mugabe se mantuvo al mando mediante la violencia y la represión, cargando
contra los opositores políticos, transgrediendo a los tribunales, pisoteando
los derechos de propiedad, suprimiendo a la prensa independiente y amañando las
elecciones”, describió.
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