CUBA AUMENTA EL USO DE ANIMALES PARA TRANSPORTARSE Y EL CAMPO POR LA CRISIS DE COMBUSTIBLE
LA HABANA,
Cuba (3 Octubre 2019).- Antonio García se levantó a las cinco de la madrugada,
se preparó un café y se fue a roturar la tierra húmeda con sus bueyes
“Rompecampo” y “Abremonte”.
En Cuba la
siembra del tabaco está por comenzar y los campesinos saben que este año la
poca tracción mecanizada de la que dispusieron en temporadas anteriores estará
restringida.
La crisis
energética que la isla enfrenta actualmente obligó a las autoridades a
estimular el uso de la tracción animal más de lo acostumbrado. No es una
práctica nueva pero la falta de combustible, insumos y fertilizantes llevó al
Estado a permitir a los coches de caballo cruzar ciudades de provincia y
obligar a que vehículos estatales lleven algunos pasajeros ante la merma en el
transporte público.
“Lo ideal
sería tener un tractor, una mecanizada, pero ya que el país se encuentra en
esta situación hay que recurrir al ganado”, comentó Antonio a The Associated
Press.
“Son menos los recursos que vamos a tener para el tabaco, para el frijol
y sembrarlos a lo que la naturaleza nos quiera ayudar... a lo que la tierra nos
dé”, agregó el trabajador de 50 años de la finca Rivero, en la provincia de
Pinar del Río, a unos 150 kilómetros de la capital.
Un recorrido
de la AP por el occidente de Cuba mostró una nueva faz de la crisis que la semana
pasada había provocado en La Habana colas de hasta siete horas en las
gasolineras, aunque luego cedieron.
Bueyes
El uso de
bueyes o el transporte tirado por animales es común en el campo cubano, pero en
los últimos años habían comenzado a utilizarse tractores --necesarios para
incrementar la productividad y para palear la emigración de mano de obra
campesina-- y otros equipos para mecanizar la agricultura. A la par, autobuses
y taxis particulares se ocupaban de mover a la gente.
La economía
cubana lleva tiempo enfrentando problemas de liquidez, pero en las últimas
semanas la situación empeoró con las sanciones impuestas por Estados Unidos,
que comenzó a perseguir a los cargueros que traen el petróleo venezolano como
parte de una escalada de medidas de la administración de Donald Trump para
presionar un cambio de modelo político en la isla.
Además del
aumento del uso de tracción animal, desde hace unos días puede verse que las
paradas de autobuses cuentan con inspectores vestidos de azul para detener a
los autos con placas estatales para que suban pasajeros varados por la falta de
transporte. Se multa a quien se niegue.
“Los
choferes prácticamente se detienen solos, van pasando por el punto y recogen al
personal, incluso los particulares --sin la obligación de parar-- según la
capacidad del vehículo”, explicó a la AP en las inmediaciones del pinareño
poblado de San Luis, el inspector Julio César Miranda, de 53 años.
En Cuba, el
parque vehicular es escaso y viejo, pero el Estado cuenta con unidades asignadas
a empresas o dependencias gubernamentales que junto con los autobuses obreros
mueven a la mayoría de los trabajadores.
Para
enfrentar el problema que la falta de combustible ocasiona para transportarse,
también hay familias que retomaron el uso de sus viejas carretas.
“Estos son
mis niños, los llevo por la mañana a la escuela y los recojo”, dijo con orgullo
a la AP, Yusdiet Hernández, de 37 años, padre de dos y quien transitaba el
camino de San Juan y Martínez a bordo de un carro de caballo. “He sacado este
coche para llevarlos. Se había eliminado este (tipo de) transporte porque había
guaguas (autobuses), pero ahora estamos otra vez en una crisis”.
Más allá del
transporte, la crisis exigió a las autoridades tomar otras medidas a lo largo y
ancho del país, por ejemplo, pedir a los ingenios azucareros recortar sus
asignaciones de combustible incluso para el cultivo de la caña, restructurar
los horarios de clases en escuelas y disminuir el consumo de electricidad en
las dependencias públicas.
Cuba produce
unos 42.000 barriles de crudo, pero el déficit para su economía ronda los
60.000, que obtiene gracias a créditos blandos de su principal socio,
Venezuela, ahora sometida a una baja en la producción de petróleo y una fuerte
presión de Estados Unidos.
A mediados
de mes, el presidente Miguel Díaz-Canel reconoció la crisis energética y culpó
a Trump por el endurecimiento del embargo de seis décadas que asfixia la
economía isleña para culpar a la revolución de ineficiencia.
Entre otras
cosas, el presidente estadounidense limitó los viajes de sus ciudadanos a la
nación caribeña, recortó el envío de las remesas y la entrega de visas a los
isleños, formalizó listas negras de empresas cubanas, retiró a la mayoría de
sus diplomáticos y canceló los permisos para cruceros.
A pesar de
todo, las autoridades aseguran que el déficit energético será pasajero y los
especialistas reconocen que se está lejos del Periodo Especial, la crisis de
los años 90 que provocó en tres años una caída del 30% del Producto Interno
Bruto.
Expertos
coinciden en que las sanciones estadounidenses potencian la crisis, pero
también las ineficiencias internas que en los últimos años le impidieron a Cuba
crecer o convertirse en una economía más productiva.
“Nadie puede
decir que el bloqueo no influye. Es un factor cada vez más férreo pero es una
variable que Cuba no puede modificar. ¿Qué vamos a hacer? ¿Esperar que lo
quiten?”, se preguntó ante la AP el economista cubano Omar Everleny Pérez.
“Creo que no. Hay reservas internas que se pueden utilizar para hacerle
frente”.
Pérez
lamentó, por ejemplo, que pese a las declaraciones renovadoras del gobierno,
haya una centralización que limita a las empresas estatales para que tomen
decisiones propias; el encorsetamiento del joven sector privado --no se
reconocen las pequeñas y medianas firmas-- que les impide crecer y tributar al
presupuesto; y la prohibición de ejercicio particular a los profesionales que
no pueden abrir sus propios negocios, entre otros.
“El país tiene
que buscar una sostenibilidad de su modelo y hacer coherente el discurso con la
realidad”, indicó Pérez.
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