JUICIO POLÍTICO CAMBIA EL LEGADO DE DONALD TRUMP
NUEVA YORK (21 Diciembre 2019).- La primera línea en el obituario del
presidente Donald Trump ha sido escrita. Aunque prácticamente es un hecho que
no será destituido, una porción del legado del mandatario tomó forma el
miércoles pasado, cuando se convirtió en el tercer presidente en la historia de
Estados Unidos en ser enviado a juicio político por la Cámara de
Representantes.
Los dos cargos de juicio político que fueron
aprobados prácticamente en bloques partidistas resaltan como un reproche
constitucional que acompañará a Trump, incluso aunque trate de trivializar su
significado y utilizarlos para impulsar su campaña de reelección.
“Será imposible analizar su presidencia sin tocar el
juicio político. Está ligado permanentemente a su prontuario”, dijo Julian
Zelizer, historiador presidencial en la Universidad de Princeton. “Ahora Trump
es parte de la conversación sobre el mal uso de la autoridad presidencial.
Ucrania será su Watergate. Ucrania será su Lewinsky”.
Los libros de historia colocarán a Trump en la misma
sección en que aparecen Bill Clinton —enjuiciado hace 21 años por mentir bajo
juramento sobre una relación sexual con la becaria de la Casa Blanca, Monica
Lewinsky— y Andrew Johnson, quien fue procesado hace 151 años por desafiar al
Congreso sobre la Reconstrucción. Richard Nixon —quien evitó el juicio político
al presentar su renuncia durante la investigación Watergate— también está ahí.
El mismo Trump está al tanto del impacto que el
juicio político podría causar a su legado.
En los últimos meses, sus aliados lo han descrito
como furioso por esa simple posibilidad, tomando el proceso de juicio político
más como un ataque personal y un intento de deslegitimar su presidencia que
como un juicio a su comportamiento. El martes, el mandatario declaró que asumía
“cero” responsabilidad por el proceso de juicio político.
“Pocas personas en una posición tan alta podrían
haber soportado o pasado esta prueba”, escribió Trump en una enconada carta de
46 páginas dirigida a la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, en la víspera
de la votación de juicio político. “Usted no sabe, ni le importa, el gran daño
y dolor que le ha causado a los amorosos y maravillosos miembros de mi
familia”.
La misiva —repleta de signos de exclamación, uso
aleatorio de mayúsculas y una gran cantidad de reclamos— presentó al presidente
como la víctima de un ataque político injusto.
“Dentro de 100 años, cuando las personas recuerden
este asunto, quiero que lo entiendan y aprendan de él, para que nunca le suceda
nuevamente a otro presidente”, escribió.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Stephanie
Grisham, admitió que Trump no estaba contento con el resultado. “El presidente
ha dicho muchas veces que esto no es algo que necesariamente quiere en su
currículum’, manifestó en una entrevista con “Good Morning America” de la ABC.
Absolución “garantizada”
Dado que los republicanos tienen el control del
Senado, la absolución de Trump durante su juicio en enero próximo está
prácticamente garantizada.
El mandatario ha asegurado que las repercusiones
públicas a su juicio político podrían ayudarlo a avivar a sus leales
simpatizantes y atraer a más independientes a su causa. Se burló sobre realizar
una gira triunfal después del veredicto: “La Gira de la Inocencia”, similar a
la “Gira de Agradecimiento” que realizó durante la transición presidencial de
2016.
El historiador presidencial Jon Meacham afirmó que
el juicio político convertirá a Trump en el “primer presidente insurgente en la
historia de Estados Unidos”. Comparó el partidismo del momento al tribalismo
del siglo XIX que rodeó a Johnson y la Reconstrucción, requiriendo que una
nación dividida “evalúe lo que se dice en lugar de simplemente felicitar a la
persona que lo dice”.
Con una capacidad única para atraer la atención,
Trump se ha impuesto sobre su adoptado Partido Republicano, transformándolo a
su imagen, incluso mientras desafía su convencionalismo. Ha entusiasmado a su
base de simpatizantes con su estilo provocador y discursos agresivos,
utilizando su combativa cuenta de Twitter para pelear con sus rivales políticos
y disputar —desde el comienzo— las acusaciones de interferencia electoral
extranjera durante la pesquisa del fiscal especial Robert Mueller sobre Rusia,
y el rol de esta nación en las elecciones presidenciales de EE.UU. en 2016.
Negar, demorar, acusar
Aunque Trump salió de ese episodio con su autoridad
política intacta, la historia de Ucrania sorprendió a la Casa Blanca por la
velocidad con la que se apoderó de Washington. Trump recurrió a la misma
táctica —negar, demorar, acusar— pero no pudo evitar una investigación de
juicio político a manos de los demócratas que controlan la cámara baja.
Kellyanne Conway, asesora sénior del presidente,
rechazó la noción de que Trump crea que su legado ha quedado manchado por el
juicio político.
“No, no lo cree así”, indicó Conway. “Lo ve como una
mancha en el legado de aquellos que se han enfocado y han hecho todo lo posible
para destituirlo”.
Si bien Clinton se disculpó por su comportamiento y
Nixon renunció, Trump ha permanecido inflexible, apegándose a su argumento de
que tuvo una conversación telefónica “perfecta” con el presidente de Ucrania,
Volodymyr Zelensky. Trump y muchos de sus defensores en el Partido Republicano
han rechazado una larga lista de testimonios sobre los intentos del mandatario
por presionar a Kiev para que investigara a su posible rival en las elecciones
de 2020, el demócrata Joe Biden.
Durante un mitin en Michigan que comenzó apenas unos
minutos después de que la cámara baja comenzara su histórica votación sobre los
cargos de juicio político, Trump intentó restarle importancia pública a la
mancha en su historial.
“Es un juicio político ‘light’. Con Richard Nixon,
podía verlo como una época muy oscura”, declaró Trump. “No sé ustedes, pero yo
me estoy divirtiendo, pero también sé que tenemos un gran grupo de personas
respaldándonos en el Partido Republicano”.
El índice de aprobación del presidente ha
permanecido prácticamente sin cambios durante la investigación de juicio
político, ayudado por su combativa personalidad y populismo.
La extraordinaria polarización en torno al juicio
político no es nueva, pero el férreo partidismo en esta ocasión ha quedado
resaltado por un aspecto único del momento: Trump busca la reelección, mientras
que Clinton y Nixon estaban a la mitad de su segundo mandato al momento en que
enfrentaron la amenaza de la destitución.
El resultado de la jornada electoral podría alterar
la forma en que se recordará el juicio político.
“Donald Trump ahora será sinónimo de juicio
político. No hay forma de promoverlo como algo que presumir. Es una medalla a
la vergüenza”, sostuvo Douglas Brinkley, historiador presidencial en la
Universidad de Rice.
“Pero si gana, de alguna forma el juicio político se
verá un poco más pequeño. Significaría que lo desafió y transformó al Partido
Republicano a su propia imagen y los mantuvo leales”, puntualizó Brinkley.
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