Golden State selló su pase a las semifinales de la
Conferencia Oeste con una victoria sobre los Denver Nuggets (92-88) en el sexto
partido de la eliminatoria. Ni siquiera el imponente espectáculo del Oracle
Arena evitó que los nervios florecieran en unos Warriors con tanta juventud
como falta de experiencia. El equipo californiano se vino abajo en los minutos
finales, pero la explosión –una más– de Stephen Curry en el tercer periodo
había provisto el colchón suficiente para poner a salvo el billete. Próxima
parada, San Antonio.
Todo en la apariencia de Stephen Curry engaña. Una
cara de niño, un cuerpo liviano que se levanta sobre unos tobillos de cristal
para desenredar un juego delicado, con clase. Y sin embargo mortal. En la
madrugada del jueves repuso una primera parte discreta con otro tercer periodo
devastador (14 puntos, 3 asistencias). Triples armados en un pestañeo, tiros
por elevación, pases a una mano... siete minutos de inspiración que
transformaron una desventaja de dos puntos en una ventaja de once.
Hay algo digno de recreación en la finura con que
Stephen Curry mata a sus rivales, en la facilidad con la que dribla, penetra y
desnuda defensas. Su ausencia en el último All-Star resultó flagrante, aunque
invierte su talento en tareas más provechosas como liderar a su equipo hasta
las semifinales del Oeste. El ‘otro’ fenómeno de Akron –tierra de LeBron– firmó
22 puntos y 8 asistencias que permiten a Golden State revivir el cuento de
hadas que ya protagonizaron en los playoffs de 2007.
Pero antes tocó sufrir. Denver repitió las pautas
del duelo anterior para imponer un juego físico, tanto para defender el
peligroso juego exterior de los Warriors como para hacerse con el control de la
pintura. La inferioridad en el rebote llevó incluso a forzar la entrada de
David Lee, descartado al comienzo de la serie por la rotura del flexor de la
cadera derecha. Apenas aguantó un minuto. No hubo milagros y sí mucho
sacrificio por parte de Andrew Bogut (14 puntos, 21 rebotes, 4 tapones),
capital para capear el temporal.
Denver dominó la primera parte, pero no doblegó un
Oracle Arena que llegados los playoffs se convierte en una ‘casa de locos’. El
ambiente eléctrico del pabellón llevó incluso al técnico Mark Jackson a
interrumpir un tiempo muerto para hacer escuchar a sus jugadores. “Miradles. Se
están dejando el alma”, advirtió. Y en adelante los Warriors correspondieron
con la remontada.
La diferencia se disparó hasta los 18 puntos al
comienzo del último periodo (62-80) gracias a la aportación del novato Draymond
Green (16 puntos, 10 rebotes), aunque no sería definitiva. Golden State pagó su
falta de experiencia con un desastroso final de partido y los Nuggets,
encabezados por Andre Iguodala (24 puntos), devoraron la ventaja (90-88).
Pudieron forzar la prórroga pero una vez más los Warriors sobrevivieron en el
caos, el bendito caos que ha presidido la eliminatoria.
Brooklyn
y Chicago irán al séptimo
La jornada pudo dejar otra eliminatoria resuelta,
pero Brooklyn y Chicago resolverán sus diferencias en el séptimo y último
partido. Los Nets se ganaron ese derecho gracias a un apretadísimo triunfo en
el United Center (95-92). Los Bulls, descuartizados por las lesiones,
plantearon batalla hasta el último segundo y no piensan cambiar de mentalidad
para el sábado. "Somos un equipo de luchadores. Seguimos recibiendo
golpes, pero los devolvemos. Ganaremos el séptimo", retó Joakim Noah.
Y nadie como él representa el espíritu de los
Chicago Bulls. Podría haberse perdido los playoffs por culpa de una fascitis
plantar, pero se resiste a dejar la pista. El internacional francés fue el
pilar al que se agarraron sus compañeros (14 puntos, 15 rebotes, 5 asistencias,
5 tapones), pero en última instancia no lograron sobreponerse a las
innumerables bajas y efectivos 'tocados'.
Los Brooklyn Nets llevaron en todo momento la
iniciativa del partido, pero les faltó un ingrediente que no han mostrado en
toda la temporada: saber cerrarlo. Fallaron más de lo debido en la segunda
mitad, más incluso de lo que provocaba la siempre asfixiante defensa de
Chicago. Si los Bulls hubieran tenido disponible un mejor base volante, quizá
todo hubiera acabado en el United Center. No lo hizo, y todo queda abierto para
un séptimo partido que promete la dureza de los seis anteriores. "No hay
un equipo que juegue más duro que ellos", concluyó PJ Carlesimo.
Fuente
EL MUNDO
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