
Estamos a punto de llegar a los doce años desde que ocurrieron los ataques terroristas del 11 de septiembre. Desde entonces, al Qaeda y sus grupos afiliados no han lanzado un ataque exitoso en Estados Unidos.
Sin embargo, las bombas en la Maratón de Boston,
ocurridos en abril, son un recordatorio de que Estados Unidos todavía enfrenta
una amenaza de terrorismo por parte de ciudadanos estadounidenses y residentes
insatisfechos que son influenciados por la ideología de al Qaeda.
¿Cuál es el estado de este tipo de amenazas?
La buena noticia es que el número de extremistas
yihadistas “locales”, quienes han sido acusados y condenados, ha disminuido a
un ritmo constante durante los últimos años, según datos de New American
Foundation Mientras hubo 41 casos en el 2009, ha habido 6 en lo que va de este
año.
El número de individuos acusados de planear
atentados reales dentro de Estados Unidos (en lugar de otros crímenes
relacionados al terrorismo, como recaudar dinero para un grupo terrorista)
también disminuyó de 12 en el 2011 a sólo tres en lo que va del 2013.
En años recientes, los extremistas que planean
atentados en contra de Estados Unidos también han mostrado pocas, si es que
algunas, conexiones con grupos extranjeros. Se desconoce que alguno de los 21
extremistas locales involucrados en ataques en contra de Estados Unidos desde
el 2011 hasta ahora en el 2013 haya recibido entrenamiento en el extranjero.
De estos extremistas, sólo uno, Tamerlan Tsarnaev,
uno de los presuntos involucrados en los bombardeos de Boston, ha tenido
contacto, según informes, con operativos militantes extranjeros. Sin embargo,
todavía no está claro a qué grado, si es que fue el caso, dichos contactos
jugaron un papel en el ataque de Boston.
Esta falta de coordinación entre extremistas
internos y grupos extranjeros probablemente es el resultado de dos factores.
Primero, la habilidad que las organizaciones terroristas tienen para
coordinarse con extremistas en Estados Unidos se ha reducido a través del esfuerzo
de control dentro del país, y de operaciones antiterrorismo en el extranjero.
Segundo, el uso de Internet entre extremistas
yihadistas les permite estar en contacto con comunidades de extremistas en el
extranjero, y ser radicalizados sin tener encuentros cara a cara.
De los 45 extremistas yihadistas "locales"
que fueron acusados, condenados o que murieron desde el 2011 a la fecha, se
sabe que 18 de ellos se comunicaron con otros extremistas por Internet, o que
publicaron material relacionado a su radicalización en línea.
El cambio a la planeación por parte de individuos
que carecen de vínculos con grupos extranjeros supone una amenaza distinta:
atentados y ataques que son más difíciles de detectar, pero que probablemente
son de menor escala. Y debido a las medidas que ahora están en vigor para
prevenir la adquisición de precursores químicos y materiales adecuados para
fabricar explosivos convencionales, los extremistas locales también a menudo
han luchado por producir bombas efectivas.
Antes de los bombardeos de la Maratón de Boston, los
yihadistas locales en Estados Unidos habían mostrado no tener éxito al producir
explosivos. Joseph Jeffrey Brice, quien ha manifestado su admiración por Osama
bin Laden y por el responsable de los bombardeos de Oklahoma City, Timothy
McVeigh, casi muere en abril de 2010, cuando una bomba que estaba fabricando
explotó antes de tiempo.
Un mes después, el coche bomba de Faisal Shahzad no
logró explotar en Times Square, a pesar de que él había recibido entrenamiento
en explosivos en Pakistán. Si los hermanos Tsarnaev fabricaron las bombas
utilizadas en el ataque en Boston sin orientación de yihadistas en el
extranjero, eso sugiere que las dificultades que otros militantes
"locales" han tenido para construir o detonar explosivos pueden haber
sido superadas. Por otro lado, el éxito de los Tsarnaevs tuvieron en la
fabricación de las bobas pudo, fácilmente, haber sido una casualidad.
Mientras el número de acusaciones relacionadas al
terrorismo disminuyó entre el 2009 y el 2013, el número de incidentes
terroristas ha permanecido igual -más o menos uno por año- aunque no todos han
resultado letales:
– En junio del 2009, Abdulhakim Mujahid Muhammad
mató a un soldado en las afueras de una estación de reclutamiento en Little
Rock, Arkansas.
– Cinco meses después, el Comandante Nidal Malik
Hasan le disparó y mató a 13 personas en Fort Hood en Killeen, Texas.
– En el 2010, el intento de Shahzad de colocar una
bomba en Times Square fracasó cuando la bomba no se encendió correctamente.
– El tiroteo desde un vehículo por parte de Yonathan
Melaku en instalaciones militares al norte de Virginia en el 2011 no ocasionó
muertes.
– Los responsables de los bombardeos en la Maratón
de Boston mataron a cuatro e hirieron a cientos de otros en abril del 2013.
Los incidentes ocasionados por extremistas locales
continúan estando limitados en cuanto a su letalidad, y las operaciones más
serias como los ataques del 11 de septiembre están muy por encima de las
habilidades de incluso los extremistas internos más capaces.
Además, se desconoce que algún militante yihadista
local en Estados Unidos haya adquirido o usado armas químicas, biológicas,
radiológicas o nucleares (CBRN, por sus siglas en inglés), durante los últimos
doce años. Vale la pena repetir este punto, ya que ha habido demasiados
comentarios en cuanto a este tema durante la última década. De los 221 casos
individuales de extremismo yihadista desde el 11 de septiembre, ningún caso
involucró una acusación de adquisición de armas CBRN, ni de su fabricación o
uso.
Sin embargo, el hecho de los extremistas yihadistas
en Estados Unidos no han mostrado interés en las armas CBRN no elimina la
necesidad de asegurar las posibles fuentes de agentes químicos, biológicos y
radiológicos.
Según un conteo de New America Foundation, desde el
2001, 13 extremistas motivados por ideologías de derecha, un militante de
izquierda y dos individuos con motivos idiosincráticos han desplegado,
adquirido o tratado de adquirir armas químicas, biológicas o radiológicas.
Por ejemplo, William Krar y Judith Bruey, dos
extremistas anti-gobierno, tuvieron bajo su posesión precursores químicos para
el cianuro de hidrógeno, el cual discutieron utilizar a través del sistema de
ventilación del edificio. Fueron arrestados en el 2003 y más tarde se
declararon culpables.
La amenaza de extremistas locales al territorio de
Estados Unidos ha sido controlada en los últimos años por varias medidas de
seguridad. Según información recogida por New American Foundation, los
familiares de extremistas y miembros de la amplia comunidad musulmana en
Estados Unidos proveyó información útil en las investigaciones de más o menos
un tercio de los extremistas yihadistas locales acusados o que han muerto desde
el 11 de septiembre.
Miembros que no son parte de la comunidad brindaron
informes útiles de actividad sospechosa en otro 9% de los casos de extremistas
locales, mientras un informante o agente encubierto monitoreaba casi a la mitad
de todos los extremistas locales.
Sin embargo, los bombardeos en la Maratón de Boston
demuestran cuál es el potencial para que estas medidas de seguridad fallen
cuando los atacantes tienen pocas, si es que tienen algunas conexiones, con
grupos terroristas conocidos.
Viendo hacia adelante, una preocupación respeto al
ataque en Boston es si representa un fracaso en la inteligencia que pudiera
haber sido evitado por medio de una mejor implementación de las políticas
existentes, o una nueva tendencia donde el extremismo del "lobo
solitario" es altamente indetectable con los actuales revisiones
sistemáticas que están en vigor.
La amenaza de extremistas locales ha cambiado
substancialmente en los últimos tres años; se ha convertido en el terreno de
menos individuos que están menos conectados con grupos extranjeros en
comparación a otro tiempo, cuando sí era el caso.
Si esta situación se mantiene o no, dependerá de que
las fuerzas de la ley puedan adaptarse de manera exitosa para confrontar la
amenaza de individuos insatisfechos que residen en Estados Unidos y que son
motivados por la ideología de al Qaeda. Además, también dependerá de que se
pueda mantener los logros de los esfuerzos antiterrorismo contra al Qaeda en el
exterior.
Por PETER BERGEN/DAVID STERMAN
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