LA HABANA (27 Febrero 2015).- La espera es larga,
desoladora, casi solemne. Faltan pocos minutos para la hora pactada y voy
perdiendo la esperanza de lograr la entrevista. Miro nuevamente el reloj y de
repente lo tengo delante, surge como de la nada saludando a todos con una
cordialidad poco usual. Usa un saco rojo y, a pesar de su pequeña estatura, su
diminuta composición, se distingue del resto por esa enorme y singular sonrisa
que allá en la República Dominicana le granjeó el apodo de Boca de piano.
Fausto Genaro Mata es un comediante, un actor cuyas
interpretaciones nos han calcado la risa en el rostro, una persona que persigue
la superación, que como todo buen artista siempre está en perenne estado de
inconformidad, pero —en primer lugar— es un profesional inteligente con la
pasmosa virtud de ser campechano y serio a la vez, cuando de trabajo se trata.
—¿Primera vez en Cuba?, le pregunto.
—Sí y lamento que sea ahora con 42 años. Debí venir
antes, cuando era más joven, porque la experiencia de conocer Cuba, sus
habitantes, su cultura, su historia, creo que cada ser humano debe vivirla.
Llevo tres días aquí desconectado de mi Patria y siento que estoy en una
esquina de mi país, contesta Fausto a quien conocemos en Cuba por su
participación en películas como Sanky Panky, Perico Ripiao, I Love Bachata y
Feo de día, lindo de noche.
—Aquí eres muy popular y estoy segura que el público
quiere saber un poco más de ti. Tengo entendido que estudiaste informática,
¿cómo llegaste al mundo de las artes escénicas?
—Yo soy el ejemplo de una persona que estuvo mucho
tiempo haciendo la carrera equivocada. Desde pequeño siempre quise ser actor
pero me tocó, por el nivel económico, estudiar una carrera que llevara el pan a
la casa. Mi familia no quería que fuera actor, no entendía que el trabajo del
actor fuera serio.
“Estudié seis años informática, me hice técnico
analista de sistema y faltando cinco materias para hacerme licenciado, un amigo
me propuso hacer un curso taller de seis meses en la Escuela de Bellas Artes.
Cuando fui a la escuela me di cuenta de que yo no era negro, no era feo, ni
pequeño, era simplemente un ser humano estudiando algo que le gustaba, en un
lugar donde te aceptaban tal y como eras.
“Me enamoré de la carrera, esos seis meses se
convirtieron en seis años. Me hice actor en la Escuela de Arte Dramático e
incursioné en la televisión, que es muy difícil para una persona de teatro, al
menos allá en Dominicana. Por eso siempre he dicho que no soy el más talentoso,
ni el mejor comediante, pero tengo la suerte de que lo que hago le gusta a la
gente”.
—Ahora que mencionas la televisión, háblanos un poco
de tu programa.
—Se llama Boca de piano es un show. El cubano no me
conoce con ese apodo, pero como yo siempre he sido muy alegre hubo un comediante
que me dijo tú no te cansas de reír y tienes los dientes como si fuera el
teclado de un piano, tú eres Boca de piano. Cada vez que decían eso en la TV la
gente se reía y así se quedó el nombre. Entonces cuando me hicieron la
propuesta del programa, que ya tiene cinco años y está entre los primeros de
audiencia televisiva, le dejamos el nombre con el que el público me ha
bautizado.
—Has incursionado en la comedia pero, ¿te veremos
alguna vez en el género dramático?
—Hay una película que viene en camino que se llama
Misión 809, que es mi primera incursión cinematográfica en el género dramático.
Es un experimento que está haciendo un director joven que se llama José María
Cabral. Ese muchacho decidió que un comediante hiciera un drama. No hay cosa
más seria que un comediante, nosotros podemos trabajar en todos los géneros
aunque mucha gente a veces se encasilla.
“Yo vengo del género dramático pero he tenido que
defender mucho el humor porque entiendo que ha sido lo que me ha proyectado
internacionalmente.
“Soy una máquina de trabajo —agrega— si me quieren
en acción, en drama o en humor ahí estaré. El cine se aprende haciendo y ahora
tenemos un cine naciente en la República Dominicana, lo cual nos permite hacer
muchas cosas. El Estado ha podido subsidiarnos y protegernos con la Ley de
Cine”.
—Has sido elegido cuatro veces como Comediante del
Año en Dominicana, lo cual corrobora el prestigio que has ganado como
humorista. ¿Cuáles son las cualidades que consideras debe tener un comediante?
—Humildad y poder de observación. Debemos ser
sociólogos y mantenernos en contacto con nuestras raíces. El comediante que se
desconecta porque consiguió elevar su nivel económico y considera que no puede
mezclarse con la gente no llega a ninguna parte.
“Algunos críticos son incisivos con el género porque
entienden que eso no es arte, pero tenemos el don de hacer feliz a la gente.
Los humoristas tratamos de hacer reír al pueblo aunque muchos de nosotros no
seamos felices.
“La gente no conoce el otro rostro del comediante,
es una máscara que se coloca dependiendo del momento que tenga que utilizarla.
Somos personas algunas veces infelices como en mi caso que, en pleno apogeo de
mi carrera, murió mi madre que era mi mano derecha.
“Nosotros somos el producto de lo que la gente
quiere. Tenemos que tener el oído en el interés de la mayoría y nutrirnos de
todo lo que pasa. Eso sí, no hago nada que riña contra la cultura de nadie. Mis
trabajos los pueden ver hasta los niños. Ojalá que la salud y la edad me permitan
hacer trabajos que sean interesantes para un público que ansía reírse”.
—¿Tendremos la oportunidad de verte en teatro alguna
vez?
—Espero que así sea. Yo hago mucho teatro en mi país
y me gustaría traerlo acá. Por lo pronto ya tengo una propuesta de los
muchachos de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños para
filmar un corto y estoy en toda la disposición de codearme con esa juventud que
tiene tantas ganas de hacer cosas interesantes.
—Bueno, casi se agota el tiempo y afuera del cine
hay un montón de gente que quiere verte y hacerse una foto contigo. ¿Piensas
regresar?
—Claro que quiero regresar y venir de incógnito, no
sé si dejarme crecer la barba o camuflarme porque quiero compartir con el
cubano en pleno y que no se dé cuenta que estoy colocado ahí en su estado
natural.
“Los cubanos y los dominicanos tenemos muchas cosas
en común. Me dicen que los santiagueros son muy parecidos a nosotros. Los dominicanos
somos muy pintorescos cuando hablamos y he podido notar que los códigos del
lenguaje muchas veces son los mismos.
“Numerosas personas se me han acercado para tirarse
una foto conmigo en el celular y para mí que me coloquen en ese museo
emocional, en ese dispositivo donde uno guarda una foto de la familia, es un
honor”.
*Granma inaugura Telón de Fondo, sección de
entrevistas a personalidades de las artes escénicas, el cine, la radio y la
televisión, tato cubanas como extranjeras.
Por
AMELIA DUARTE DE LA ROSA/Granma
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