CANNES, Francia (21 mayo 2015).-Si una ventaja tiene el cine es que
invita a conocer, o denuncia, realidades de común ignoradas o por algunos
factores geopolíticos y disimuladas por los efectos de la homogeneidad de la
información internacional, estimulada por de los grandes intereses y las
pequeñeces nacionales, con luchas intestinas incluidas al paquete.
Tal cual ha sido el caso de Sri Lanka, nación que
pasó por 35 años de dictadura y guerra civil, proceso que curiosamente, no
llamó la atención de nadie. Es aquí donde el cine tiene espacio para ser voz y
plataforma, siempre que guarde respeto de si mismo como arte y como industria.
Recién ahora es cuando el congreso de Rajanksa
(¿quiénes sabían que esa es la capital de Sri Lanka?) se ha prohibido la
presidencia absoluta, por una inteligente medida del presidente
MahindaTajapaksa (y cuántos sabían que ese era el Presidente?) que definió las
ristras de una nación marcada por la corrupción, la represión y la limitación
de las libertades fundamentales. Es justa esta la brecha que apertura el cine
al dejarnos volar en otros espacios y verdades escamoteadas.
Por estas razones, y otras de orden estético, se
hace valioso el prospecto que acaba de presentar en Cannes Jacques Audiard, uno
de los más prestigiosos directores de Francia, quien tuvo hoy la oportunidad de
escuchar una de las ovaciones más extensas, con la última escena de Dheepan.
Audiard es uno de los santos amados que protege a unas y dientes, el crítico
cinematográfico de Francia. Y no por su pinta sino por su estilo destacado y su
trayectoria de ganador.
Desde el paso de las primeras escenas, con el cuadro
triste de las guerrillas tamiles, en Sri Lanka quemando los cuerpos de sus
combatientes heridos, hasta el sorprendente final de la violencia de las bandas
en los paupérrimos barrios de un París ausente de las tarjetería postal y de
faltante los kits de venta de paquetes de las agencias de viajes a los turistas
que solo piensan en la Torre Eiffel y el Moulin Rouge, tal cual si el mundo
fuera limitado a sus hitos urbanos.
La cinta de Audiard deja sentir que un director
pensante ha movido con precisión los hilos necesarios para completar el milagro
del cine digno y bien logrado.
Dheepan es la cuarta y última opción francesa en la
competencia oficial, de Cannes y uno de sus más celebrados acontecimientos, es
uno de los acontecimientos de Cannes.
Muy esperada, provocó extendidos aplausos por el
manejo de un drama familiar, social y político capaz de satisfacer a quien sea,
incluso con la condición, que se ha puesto de moda, del uso de actores no
profesionales, lo que siempre es riesgoso, aun cuando ahora, el tiro salió
exactamente por donde debía.
Se cuenta con un Audiard que cambia estilos y modos
de trabajo, al desechar las muchas estrellas establecidas del cine francés para
trabajar con unos desconocidos actores naturales,Antonythasan Jesuthasan y
Kalieaswari Srinivasan, a los que favorece más la autenticidad que emana de sus
acciones que de una preparación actoral académica. Sinceridad y entrega
histriónicas hasta su nivel más alto.
La devoción mediática por Audiard se inició desde
que debutó como director en la Semana de la Crítica, con Cómo será la caída
(1993, y siguió ganando con Un profeta, el Gran Premio del Jurado (2009) y De
Rust&Bone (2012).
La película es una de las opciones de la Palma de
Oro que se entrega este sábado en la noche, con el glamour que solo puede
sentirse de esta forma en Cannes.
Sinopsis
Dheepan es un luchador por la libertad tamil, un
tigre. En Sri Lanka, la guerra civil está llegando a su fin, y la derrota está
cerca. Dheepan decide huir, llevándose con él dos extraños – una mujer y una
niña – la esperanza de que será más fácil para él para reclamar asilo en Europa.
Al llegar a París, la “familia” se mueve de un hogar
temporal a otro hasta Dheepan encuentra trabajo como cuidador de un bloque de
viviendas en decadencia en los suburbios.
Él trabaja para construir una nueva vida y un
verdadero hogar para su ‘esposa’ y su ‘hija’, pero la violencia cotidiana que
enfrenta rápidamente vuelve a abrir sus heridas de guerra y Dheepan se ve
obligado a volver a conectar con sus instintos de guerrero para proteger a la
gente que espera se convertirá en su verdadera familia.
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