CIUDAD DEL VATICANO (26 Junio 2018).- El presidente francés fue recibido en audiencia
privada este martes por el Sumo pontífice. El encuentro de casi una hora está
centrado en la álgida crisis de los migrantes que divide al bloque europeo,
entre otros temas.
Ambos líderes mostraron sus mejores sonrisas y se
dieron un largo apretón de manos en la biblioteca del Vaticano. Pero el
principal tema de discusión en la agenda, la grave crisis de los migrantes, se
impuso tras tanta cordialidad.
En su primer viaje al Vaticano como presidente de
Francia, Emmanuel Macron tenía previsto abordar con el jefe de la iglesia
católica este asunto que ha dividido profundamente a los europeos. De hecho
este encuentro estuvo precedido, desde hace tres semanas, de una viva
controversia entre Macron y el gobierno italiano, principalmente el ministro
del Interior, Matteo Salvini,, quien ha criticado duramente a Francia por
"su arrogancia y cinismo" en el manejo del expediente sobre los
migrantes.
El papa se ha dirigido en varias ocasiones a los
dirigentes de la UE para que defiendan los ideales fundadores como “la
solidaridad”. Francisco expresó la semana pasada que era necesario “invertir de
manera inteligente para darles trabajo y educación” en los países de origen,
sobre todo africanos.
Dos
visiones muy distintas
Tras el rechazo del gobierno italiano de autorizar a
los refugiados del Aquarius de atracar en su suelo italiano, el silencio de
Macron no pasó desapercibido en el seno de la iglesia. La presencia de Macron
en el Vaticano servirá entonces para tratar de convencer a su interlocutor de
su estrategia en el tema migratorio.
El presidente francés defiende de su lado una
política con límites muy estrictos: acoger en Francia sólo a los refugiados,
mientras que el papa pide no hacer distinciones entre migración económica y
refugiados.
Durante la audiencia, Macron debería exponer al papa
las aristas de su plan, que incluye ayudas al desarrollo hasta la lucha contra
las redes de pasantes en el Mediterráneo, hasta la el establecimiento de
centros en los países de tránsito.
De su lado, la prensa francesa destacaba el martes
que más allá de buscar respuestas concretas a la crisis migratoria o la
definición de un plan conjunto con el Vaticano, la visita a la Santa Sede de
Macron es sobre todo una operación seducción dirigido al electorado católico
francés, con el cual el mandatario tiene serias diferencias. A pesar de haber
solicitado el bautizpo cuando tenñia 12 años, Macron se declara como agnóstico.
Está casado con una mujer divorciada que fue profesora en el bachillerato, y ha
defendido leyes controvertidas como el matrimonio igualitario, decidida en
2013, antes de su llegada a la presidencia.
Sin embargo, será el segundo presidente en aceptar
el Canónigo honorario de la catedral del papa, un título que se otorga desde el
siglo XVII, en épocas deñ rey Enrique IV. Nicolás Sarkozy fue el último
presidente francés que se plegó a esta ceremonia, en diciembre de 2007, en la
Archibasílica de San Juan de Letrán.
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