FALLECE RAFAEL HERNÁNDEZ COLÓN, EL EXGOBERNADOR DE PUERTO RICO
SAN JUAN,
Puerto Rico (2 Mayo 2019).- El exgobernador Rafael Hernández Colón, el una vez
joven prodigio ponceño que irrumpió en la vida puertorriqueña como secretario
de Justicia cuando no había cumplido 30 años y antes de llegar a 40 había sido
presidente del Senado y gobernador, convirtiéndose en el camino en el más
importante dirigente estadolibrista de la historia después del patriarca Luis
Muñoz Marín, falleció esta mañana sus 82 años.
Según
comunicó la familia, Hernández Colón murió a las 7:50 a.m. de hoy en su
residencia del Viejo San Juan, cinco meses después de ser diagnosticado con
leucemia.
A finales de
noviembre pasado, Hernández Colón fue internado en el Hospital Municipal de San
Juan en el Centro Médico de Río Piedras, a donde llegó desde el Hospital Damas
de Ponce. Posteriormente fue trasladado a Estados Unidos para recibir el
diagnóstico final de su condición y comenzar el tratamiento por cáncer en la
sangre.
Poco
después, el exmandatario confirmó que padecía de la enfermedad en un mensaje
dirigido al país el 6 de diciembre.
“Como saben
me vi precisado a salir de Puerto Rico para una evaluación médica que diera un
diagnóstico definitivo a ciertos síntomas que me comenzaron varias semanas
atrás. Tengo una condición de leucemia y comencé un tratamiento que, después
que quede establecido, me permitirá regresar a Puerto Rico. Tanto mis médicos
como yo estamos optimistas sobre los resultados que producirá este
tratamiento”, compartió entonces el político ponceño.
"Su fe
inquebrantable le brindaba fortaleza y valentía en tiempos de decisiones
difíciles", sostuvo la familia Hernández Mayoral a través de unas
declaraciones escritas. "Su alto sentido del deber, anclado en el amor a
Dios y en la rigurosidad con el estudio del Derecho, le brindaban las
herramientas para poner en marcha su entrega por Puerto Rico. Nos dejó un
legado de generosidad y rectitud, que vivirá para siempre en nuestros
corazones".
Hernández
Colón gobernó por primera vez entre 1973 y 1977. En el 1984, se convirtió en el
primer y hasta ahora único gobernador en regresar al poder después de haber
salido derrotado, al vencer a su némesis de toda la vida, Carlos Romero
Barceló.
En su
segundo turno al bate, gobernó desde el 2 de enero de 1985 al 1 de enero de
1993. Sus 12 años en la Fortaleza le convierten en el segundo gobernador que
más tiempo ha ostentado el poder en la historia de Puerto Rico, incluyendo la
época de los gobernadores españoles y estadounidenses, después de los 16 en que
gobernó Muñoz Marín (1949-1965).
Fue, junto a
Carlos Romero Barceló y después Pedro Rosselló, de los últimos caudillos de la
política puertorriqueña. Era un líder sanguíneo, pasional y dominante, que
enardecía multitudes con su oratoria, cosa que ya casi no se ve.
Era
ocasionalmente arrogante, no pocas veces prepotente y hasta arrojado, que lo
mismo se aparecía dando portazos en un debate transmitido en vivo por
televisión al que había dicho que no iba a ir (1988, versus Baltasar Corrada
del Río), que acudía disfrazado para no ser reconocido a reunirse con un líder
socialista (Juan Mari Bras, 1978) para recabar el apoyo de Cuba a Puerto Rico
en la Organización de las Naciones Unidas o que invitaba a las Estrellas de
Fania a tocar en Fortaleza.
Hernández
Colón hizo política y gobernó en la época más estable y quizás más próspera en
la historia de Puerto Rico, cuando, habiendo pasado las turbulentas décadas de
los 50 y 60, la industrialización de la isla empezaba a rendir frutos, se
desarrollaba una enorme clase media, crecía la población, Estados Unidos bañaba
a la isla en incentivos industriales y empezaba a otorgar asistencia económica
a individuos y al Estado Libre Asociado (ELA) no le habían surgido las muchas
grietas que después se le vieron.
Su muerte
rompe el último vínculo directo que le quedaba al Partido Popular Democrático
(PPD) con los líderes que fundaron ese partido en el 1940 y participaron en las
negociaciones que dieron paso a la creación, por parte de Estados Unidos, del
Estado Libre Asociado (ELA) en el 1952.
“Rafael
Hernández Colón es después de Luis Muñoz Marín la figura de mayor impacto
político en la historia del PPD. Su liderato abarca el último tercio del Siglo
XX y lo que va del XXI, no solo en el aspecto político, sino en el ideológico.
Aun en vida de Muñoz Marín se convirtió en el principal referente ideológico
del proyecto estadolibrista, con sus méritos y carencias. Fue una figura de
impacto sumamente significativo en la historia política de Puerto Rico”, dijo
el historiador Néstor Duprey.
Hernández
Colón nació el 24 de octubre de 1936 en Ponce, el mayor de los tres hijos de
Rafael Hernández Matos y Dora Colón Clavell. Estudió su escuela intermedia y
superior en la Academia Militar Valley Forge, en Wayne, Pennsylvania, una
exclusiva escuela fundada en 1928, de la que se graduaron el Rey Simeón, de
Bulgaria, y el mítico escritor estadounidense J.D. Salinger, quien se inspiró
en su experiencia en esa institución para su clásica novela juvenil “The
Catcher In The Rye”.
En el 1956,
Hernández Colón obtuvo en bachillerato en ciencias políticas en la Universidad
John Hopkins, en Baltimore, y en 1959 se hizo abogado en la Universidad de
Puerto Rico (UPR). Ese mismo año, se casó con la madre de sus cuatro hijos,
Lila Mayoral Wirshing, que entonces tenía solo 17 años y con la que compartió
hasta la muerte de ésta de cáncer en el 2003.
Muy poco
tiempo después de graduarse de abogado, ya se le veía rondando los pasillos del
poder, siempre a la sombra del PPD y el estadolibrismo.
En el 1962,
cuando tenía solo 26 años, Muñoz Marín lo incluyó en el llamado “Grupo de los
22”, un comité de jóvenes al cual el patriarca del PPD dio la encomienda de
definir “el futuro del ELA”. A ese grupo también pertenecieron, entre otros, el
expresidente del Senado Roberto Rexach Benítez, quien con los años se pasó al
Partido Nuevo Progresista (PNP); el expresidente del Colegio de Abogados, Noel
Colón Martínez, quien se hizo independentista, y el historiador y escritor Juan
Manuel García Passalaqcua.
También
pertenecieron la hija de Muñoz Marín, Victoria Muñoz Mendoza, quien fue
senadora y la primera aspirante popular a la gobernación después del retiro de
Hernández Colón en el 1992 y el exsecretario de Educación, José Arsenio Torres.
La participación de Hernández Colón en este grupo marcó el interés, y al final
las frustraciones, en el status que definió mucha de la vida de Hernández
Colón.
“A lo largo
de su extensa carrera política, tuvo una evolución desde ‘la Nueva Tesis’, que
presentó como una alternativa a luego pasar a un proceso de negociación más
pasiva con Washington. Creo que como muchos de los que defendieron el ELA
terminó frustrado”, dijo el exsenador Orlando Parga.
En el 1965,
Roberto Sánchez Vilella, el primer gobernador que tuvo el ELA después de Muñoz Marín, lo nombró secretario de
Justicia. Hernández Colón tenía entonces solo 28 años de edad y solo seis
practicando el derecho. En las elecciones de 1968, Hernández Colón fue electo
al Senado, su primer puesto electivo. El PPD había llegado a aquellas
elecciones profundamente dividido. El gobernador incumbente, Sánchez Vilella,
había dejado el PPD y fundado el Partido del Pueblo. Por el PPD, el candidato
fue Luis Negrón López.
Luis A.
Ferré, que recién había fundado el Partido Nuevo Progresista (PNP) unos meses
antes, obtuvo la victoria, pero perdió la Legislatura, lo cual dio paso al
primer gobierno dividido desde la fundación del ELA. Muñoz Marín había sido
candidato a senador por acumulación y había anunciado su intención de presidir
el Senado. Pero tras la derrota del PPD se retractó y apoyó a Hernández Colón,
entonces de 32 años, quien ganó la presidencia por apenas un voto.
La
presidencia del Senado fue la plataforma a nivel de toda la isla que Hernández
Colón necesitaba para la meta que hacía tiempo, tenía en mente: la gobernación.
En el 1969, asumió la presidencia del PPD. Declaró “si mías han de ser las
responsabilidades, mías han de ser las decisiones” y salvo breves interrupciones,
fue el máximo líder del PPD hasta que renunció a la presidencia del partido el
11 de enero de 1992, 23 años después.
En noviembre
de 1972, Hernández Colón, que tenía en ese momento 35 años, la edad mínima para
aspirar a la gobernación, le ganó decisivamente a Ferré, en una campaña en que
hubo alegaciones de que el joven líder popular hacía alusiones poco elegantes a
la edad de su rival, que entonces tenía 68 años.
Hernández
Colón sacó el 50.69% del total de sufragios, versus 43.36% de Ferré. Noel Colón
Martínez, quien aspiró por el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP),
obtuvo 5.36%. Otros tres candidatos obtuvieron entre todos menos del uno por
ciento de los votos.
El PPD se
hizo de un control casi total de la Legislatura: 20 de 29 escaños en el Senado
y 37 de 54 en la Cámara de Representantes. Mas de poco le sirvió el amplio
dominio ante los enormes desafíos que implicó aquel cuatrienio para el joven
gobernante.
El más
importante de aquellos desafíos no tuvo su raíz aquí, sino muy lejos. Pero
afectó de manera brutal la economía de Puerto Rico y las finanzas del ELA. En
1973, países árabes suspendieron sus exportaciones de petróleo a Occidente, en
represalia por el apoyo de Estados Unidos a Israel durante la guerra del Yom
Kippur, que enfrentó a Israel con Egipto y Siria.
A
consecuencia de este conflicto, se produjo una crisis mundial petrolera que
impactó brutalmente a Puerto Rico y a la administración de Hernández Colón, que
lidió con escasez, incremento en los precios y tuvo, además, que subir los
impuestos para paliar la situación.
A esto
mayormente se atribuyó el desenlace de las elecciones de 1976: Hernández Colón
fue derrotado por el entonces alcalde de San Juan, Carlos Romero Barceló, quien
sacó el 48.3% de los votos, versus el 45.3% del líder de los populares.
En esta
elección, Romero Barceló y Hernández Colón inauguraron la rivalidad más longeva
en la historia política de Puerto Rico. Se enfrentaron por la gobernación en el
1976, en el 1980 y en el 1984. Romero Barceló ganó las primeras dos y Hernández
Colón la tercera. El que habría sido un cuarto enfrentamiento, en el 1988, no
se dio, cuando Romero Barceló dejó el camino libre a Baltasar Corrada del Río,
excomisionado residente y exalcalde de San Juan, a quien Hernández Colón
derrotó cómodamente.
En las
elecciones de 1980, se dio la que quizás sea la noche electoral más tensa en la
historia de Puerto Rico. El resultado de la elección fue el más cerrado de la
historia: Romero Barceló sacó 759,926 votos, versus 756,889 de Hernández Colón,
para una diferencia de 3,037 votos o un .2%.
La noche de
las elecciones hubo un apagón que hizo a Hernández Colón temer que el PNP se
pudiera robar las elecciones. Emitió aquella larga noche su legendario grito de
guerra, “Populares, a la trinchera de lucha”, para que los funcionarios del PPD
no abandonaran los colegios de votación. El resultado de la elección no se hizo
oficial hasta más de un mes después, tras un recuento voto a voto repleto de
polémicas políticas y legales en el edificio Valencia.
En el 1984,
el PNP bebió la amarga medicina que había bebido el PPD en las elecciones de
1968: se presentó a las elecciones dividido, luego de que el entonces alcalde
de San Juan, Hernán Padilla, creara el Partido de Renovación Puertorriqueña (PRP),
llevándose consigo 69,807 votos mayormente estadistas. Hernández Colón ganó por
53,750 votos. Aquella campaña tuvo un golpe dramático en las últimas horas
cuando personas allegadas al PNP difundieron la mentira de que el líder cubano
Fidel Castro había apoyado la candidatura del líder popular en un mensaje a
través de Radio Habana.
“El pueblo
optó por un cambio. No por un cambio para hacer más de lo mismo, en otra
dirección ideológica, sino por un cambio hacia la serenidad; un cambio para
restablecer los valores que nos caracterizan; un cambio para reunificar y
reconciliar a los puertorriqueños”, dijo Hernández Colón al ganar aquella
elección.
Hernández
Colón, que en el 1988 revalidó frente a Corrada del Río con el 48.7%, tuvo un
último cuatrienio bastante convulso. Fracasó el intento de convocar un
plebiscito de status avalado por el Congreso de Estados Unidos; trató sin éxito
de vender la Compañía Telefónica y perdió la llamada “consulta de derechos
democráticos”, un referéndum mediante el cual pretendía enmendar la
Constitución del ELA para integrarle varios reclamos relacionados al status.
Aquí, su
popularidad era cada día menor, pero afuera se apuntó un logro importantísimo.
En el 1991 los Reyes de España dieron “al pueblo de Puerto Rico” el Premio
Príncipe de Asturias, “por su defensa del español”, luego de que Hernández
Colón impulsara una ley que hacía del castellano el único idioma oficial de
Puerto Rico.
“La defensa
heroica del español a través de casi un siglo no fue sólo la gran defensa que
hicieron nuestros intelectuales, nuestros políticos y nuestros escritores. La
resistencia vital vino del pueblo, de la gente sencilla y humilde de Puerto
Rico. La resistencia vino de los barrios de San Juan, de los morrillos de Cabo
Rojo, de los cañaverales de mi pueblo de Ponce, de las playas de Luquillo, de
las montañas de Utuado, de aquellos humildes jíbaros que aprendieron sus rezos,
sus décimas y sus trovas en español. La resistencia vino de ese pueblo que
atesora en los recovecos de su espíritu y en el temblor de su alma las voces
castellanas que le dan sentido a su vida”, dijo Hernández Colón, al recibir el
premio.
Derogar esa
ley fue la primera acción que tomó Pedro Rosselló al asumir la gobernación en
enero de 1993.
A través de
los años, Hernández Colón se enfrentó al tema del status como a un jeroglífico
al que nunca pudo descifrar. En algunos momentos parecía profundamente
insatisfecho con el arreglo con Washington, pero después lo defendía con
indudable pasión.
En el 1973,
respondiendo a una iniciativa del entonces presidente estadounidense Richard
Nixon, quien temía que independentistas hubieran penetrado el gobierno de
Puerto Rico, formó el “Comité del Nuevo Pacto”, que pretendía recomendarle al
gobierno de Estados Unidos mejoras al status “dentro del marco del ELA”. Las
recomendaciones se hicieron, pero quedaron en nada.
En el 1978, en
una movida increíblemente audaz en plena Guerra Fría, se reunió con Ricardo
Alarcón, entonces viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, para recabar
apoyo para una resolución en favor de la libre determinación de Puerto Rico. El
encuentro fue coordinado en la reunión con Juan Mari Bras a la que Hernández
Colón acudió disfrazado, según relató el propio Mari Bras en su libro “Memorias
de un ciudadano”.
También en
el 1978, publicó la “Nueva Tesis”, en la que planteaba que Puerto Rico
necesitaba “más poderes de los que tiene ahora”. Su exasperación con Washington
en aquel tiempo era evidente. Declaró, por ejemplo: “es intolerable que nuestra
dignidad se ponga en entredicho ante el mundo porque no se han atendido lo
legítimos reclamos de este pueblo. Y los puertorriqueños ya estamos cansados de
eso. Estamos en plan de dialogar de buena fe, pero nadie se equivoque: se
acabaron las contemplaciones, estamos en plan de exigir, de demandar, de
requerir y de ir a donde tengamos que ir y hacer lo que tengamos que hacer para
que se respete la voluntad de nuestro pueblo”.
Sus reclamos
volvieron a quedar en nada y desde entonces no volvió a hablar de desarrollos
al ELA fuera de la cláusula territorial de la Constitución estadounidense, que
da a Estados Unidos poderes plenarios sobre Puerto Rico y es el corazón del
régimen colonial.
“Hernández
Colón entendía como pocos el problema de la relación entre Puerto Rico y
Estados Unidos. Creo que sus convicciones partían del reconocimiento de la
nación puertorriqueña y de la necesidad de superar lo que él llamaba el déficit
democrático del ELA. Pero el temor de que su proyecto político no tuviera
respaldo electoral, que me parece que vino de la derrota de 1980, cuando se le
acusó de pretender llevar a Puerto Rico a la independencia por haber negociado
con Juan Mari Bras, tuvo en él un efecto posterior y limitó sus expresiones
sobre el tema”, dijo Duprey.
Hernández
Colón anunció su retiro de la política en un mensaje televisado al país el 2 de
enero de 1992, con estas palabras: “las aportaciones que pueda hacer a Puerto
Rico en los años que me quedan por delante serán a través de mis estudios, mis
escritos y de mis libros, pero no de política activa. Esa fase de mi vida – la
de política activa – terminará con el presente mandato como gobernador. Se
trata del final de un ciclo vital, del ciclo de mayores energías y las grandes
ilusiones, donde más se puede dar al pueblo que amo y a los ideales que
sustento. Ese ciclo, para mí, está llegando a su fin. Comenzará uno nuevo donde
me corresponde contribuir de otras formas”.
Tras su
retiro, Hernández Colón vivió un tiempo en España, tras lo cual regresó a
Ponce, desde donde a menudo se le atribuía seguir colocando líderes en el PPD e
influyendo en los asuntos de ese partido. No obstante, muy rara vez hacía
expresiones públicas, casi todas relacionadas al status.
Un año
después de la muerte en 2003 de la exprimera dama Lila Mayoral Wirshing, se
casó con la abogada Nelsa López, con la cual estuvo hasta el último de sus
días.
Sobre el funeral
La familia
de Hernández Colón informó que "siguiendo las instrucciones que nos dejó
relativas a su muerte le comunicamos al Pueblo de Puerto Rico que a partir de
mañana, jueves, a las 9:00 a.m. se expondrá en El Capitolio y luego se
celebrará una santa misa en la catedral de San Juan a la 12:00 p.m.".
Asimismo,
indicaron que luego de la misa el coche fúnebre se detendrá frente a la sede
del Partido Popular Democrático (PPD), en Puerta de Tierra, mientras que a las
6:00 p.m. el cuerpo del exgobernador se expondrá en su Biblioteca
Gubernatorial, en Ponce, hasta las 11:00 p.m.
El sábado
continuará el velatorio en la biblioteca que lleva su nombre desde las 9:00
a.m. y luego se celebrará una misa en la catedral de Ponce a las 12:00 del
mediodía.
Luego de la
misa, el cuerpo de Hernández Colón partirá hacia el camposanto donde se
realizarán los actos fúnebres. Este momento será exclusivo para la familia, se
informó.
Por BENJAMÍN
TORRES GOTAY/Endi.com
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