TORONTO, Canadá (17 Septiembre 2019).- A pesar de
que “Ford v Ferrari”, estrenada en el Festival Internacional de Cine de Toronto
(TIFF), relata una de las victorias deportivas más históricas del fabricante
Ford, es también probable que nadie de la familia Ford quiera ir a verla.
El filme,
dirigido por James Mangold (”Girl, Interrupted”, 1999, “Logan”, 2017), narra la
batalla en la década de los años sesenta del siglo pasado del fabricante Ford
para doblegar a la italiana Ferrari en la histórica carrera francesa de Las 24
horas de Le Mans.
Gracias a la
dedicación del ingeniero Carroll Shelby, interpretado por Matt Damon, y del
piloto británico Ken Miles, al que da vida Christian Bale, Ford creó el GT40
que ganó la carrera cuatro años consecutivos, en 1966, 1967, 1968 y 1969. Nunca
más Ford ganó Le Mans.
En Toronto,
la película de Mangold se ha ganado la ovación del público y rumores de
nominaciones para los Óscar, especialmente por la actuación de Bale.
Pero para
una producción épica que lleva a la gran pantalla el gran momento de Ford en la
prueba automovilística más prestigiosa del mundo, la representación que Mangold
realiza de Henry Ford II y toda su cuadrilla de directivos ha tenido que
desquiciar las partes nobles de Dearborn, la sede de Ford en las afueras de
Detroit.
De momento,
el hijo de Henry Ford II, Edsel Ford II, ya ha señalado en Twitter que no
piensa a ir a ver la película: “Sobre la base del tráiler, creo que no iré. Yo
estuve en Le Mans en 1966”.
Mangold
reconoció en una reciente entrevista a Los Ángeles Times que hay un claro
paralelismo entre el despreciable mundo de los altos ejecutivos de Ford que
retrata la película y la trastienda del mundo del cine, en el que los hombres
de los despachos intentan recortar a los artistas.
“Vi una gran
cantidad de paralelismos. He tenido reuniones con el estudio en el que se me
dijo: ‘Este elemento de tu película debe cambiar o no la hacemos’”, explicó
Mangold para quien el momento histórico que refleja la película está perdido
porque ahora todo está dominado por lo que marcan los ordenadores.
“Igual con
las películas, Hecho de menos esos días cuando la gente actuaba con sus
instintos”, añadió.
Mangold
considera un halago que “Ford v Ferrari” haya sido calificada como un drama a
la “antigua usanza”, con mucha acción pero una atención especial al desarrollo
de los personajes.
A Damon
tampoco le importa el calificativo.
“Creo que
todos crecimos con películas como esta, que son sobre gente, películas de la
década de los años 70 con esos increíbles actores y directores que eran tan
emocionantes. Es lo que me hizo querer estar en las películas”, explicó el
actor estadounidense.
Quizás los
momentos estelares del filme, basado en la historia real, son las tres o cuatro
escenas antológicas que hacen añicos la imagen de Henry Ford II, representado
por el actor Tracy Letts, dibujando una persona dominada por la altanería,
arrogancia y cobardía.
Empezando
por el momento en el que un airado Henry Ford II, enfundado en su caro traje y
rodeado por todo un ejército de asustados directivos, se dirige a los
trabajadores que están montando automóviles en una de las plantas de Ford.
El
presidente de la compañía que lleva su nombre, obliga a parar la maquinaria y
recrimina a sus trabajadores el mal momento por el que atraviesa la empresa, la
falta de agallas que, en su opinión, exhiben los empleados y les recomienda que
vuelvan a casa “andando” para que reflexionen sobre su futuro.
O cuando
Henry Ford II decide abandonar Las 24 horas de Le Mans en helicóptero para irse
a cenar mientras sus pilotos se juegan la vida en la carrera y el viejo Enzo
Ferrari se queda al pie del cañón al borde de la pista para asegurarse que la
maquinaria Ferrari rueda a la perfección.
Pero quizás,
la escena que más llagas va a levantar entre los Ford es cuando Henry II se
sube a duras penas en el GT40 y Shelby le hace una demostración de las
capacidades del deportivo que están construyendo.
Basta decir
que la prueba termina con un aterrado Henry II incapaz de contener el llanto
histérico. Es difícil imaginar a Enzo Ferrari pronunciar la más mínima
exclamación en una situación similar.
No es de
extrañar que Edsel Ford II haya escrito que Tracy Letts “no es Henry Ford II”.
Porque lo
que “Ford v Ferrari” revela es que el mayor éxito deportivo de la historia de
Ford fue fruto no del trabajo de uno de los mayores fabricantes de automóviles
del mundo, sino al esfuerzo y la dedicación de un pequeño equipo de personas
ajenas a la empresa, capitaneados por Shelby y Miles.
Y que si el
GT40 triunfó en Le Mans no fue gracias a los directivos de Ford sino pese a
todos los obstáculos y conspiraciones de palacio que los hombres de Henry Ford II
arrojaron a Shelby y Miles.
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