Empresas de EEUU actuaron con rapidez en caso mineros chilenos

 Brandon Fisher y Richard Soppe se abrazan (Foto cedida por Igor Proestakis)
WASHINGTON.-  El 22 de agosto de 2010, cuando se encontró con vida a 33 mineros atrapados a 700 metros bajo la superficie debido a un gran derrumbe en la mina de San José en Chile, una idea cruzó la mente de Brandon Fisher: La empresa de perforaciones que dirige, Center Rock Inc., podría ayudar.

Mientras tanto, la operación de rescate dirigida por el Ministro de Minería de Chile Laurence Golborne empezaba a trabajar en un plan para perforar la sólida roca de la superficie y abrir un túnel suficientemente grande como para sacar a los mineros. Fisher y el distribuidor de la empresa Center Rock en Chile, Drillers Supply S.A., enviaron un mensaje a la operación chilena: Con su tecnología, Center Rock podía reducir a la mitad el tiempo de perforación.

Una vez aceptada la oferta, Roberto Matus, ministro consejero de la embajada de Chile en  Washington, pidió a la empresa United Parcel Service Inc. (UPS), una compañía de envío de paquetes con sede en Atlanta, que transportara los taladros de Center Rock desde Berlín (Pensilvania) a la mina de San José, cerca de Copiapó. UPS lo hizo, rápidamente y gratis. Fisher, junto con su gerente, Richard Soppe, ambos expertos en perforación, viajaron a Chile para sumarse a la operación de rescate.

Otras empresas estadounidenses ya se estaban presentes en el sitio del accidente. La empresa Zephyr Technology, una pequeña empresa con sede en Anápolis (Maryland), había enviado un aparato que permitía a los rescatadores vigilar la salud de los mineros atrapados. La empresa Aramark Corporation, una compañía grande con sede en Filadelfia que se dedica a los servicios de alimentación en instalaciones empresariales, hacía entrega de comidas calientes a los mineros atrapados. Un equipo de la NASA –los médicos Michael Duncan y J.D. Polk; el psicólogo Al Holland, y el ingeniero Clint Cragg– estaban allí para prestar asesoría en cuanto a la salud de los mineros.

Codelco, una empresa minera de Chile, estaba encargada de la operación de rescate. Dividía sus esfuerzos entre tres estrategias simultáneas, pero diferentes, para obtener el acceso a los mineros, cada una de estas contaba con expertos y equipos de diferentes países.

“Aunque pareciera una competencia, siempre pudimos trabajar juntos, ayudándonos unos a otros”, dijo Fisher. Soppe y él eran parte del llamado “Plan B”, que contaba con el taladro operado por Geotec Boyles Brothers S.A., una empresa conjunta entre una firma chilena y la Compañía Layne Christensen, una empresa de perforación de Estados Unidos.

Dos semanas después de su llegada, dos taladradores expertos de la empresa Layne Christensen, Jeff Hart y Matt Staffel, se unieron al equipo del Plan B. Viajaron hasta el lugar directamente desde Afganistán, donde habían estado perforando pozos de agua para las tropas estadounidenses. Hart dijo que participar en la operación de rescate fue una experiencia muy distinta.

 Jeff Hart y James Stefanic saludan (AP Images)
Jeff Hart, de la empresa Layne Christensen (izda.) y James Stefanic, de Geotec, parte del mismo equipo, hacen una pausa en camino al Campamento Esperanza para celebrar las buenas nuevas.

“De repente te dabas cuenta de que había 33 hombres bajo tierra que necesitaban tu ayuda”, comentó. “Eso le dio mucha urgencia a la situación y causó estrés”.

El objetivo de cada uno de los planes – A, B y C – era perforar un túnel lo suficientemente grande como para que una cápsula diseñada por la Armada chilena pudiera subir y bajar, transportando a los mineros de uno en uno hasta la superficie.

Cuando Cragg, de la NASA, regresó a Washington, armó rápidamente un equipo de unos 20 ingenieros que rápidamente se pusieron a trabajar en las características necesarias para dicha cápsula. El equipo recomendó varias docenas de características para su diseño. Las autoridades chilenas incorporaron la mayoría de las sugerencias de la NASA en el diseño final.

“Pero no se equivoquen, los ingenieros de la Armada chilena realmente hicieron el trabajo pesado”, dijo Cragg, pues diseñaron y construyeron la cápsula.

El 9 de octubre el equipo del plan B llegó hasta los mineros atrapados. Zephyr envió a su ingeniero, Ben Morris, desde Anápolis hasta la mina de San José con equipo adicional que permitiera a los doctores recabar datos médicos de cada minero, que entonces iban a ser extraídos en la cápsula. La operación de rescate en sí empezó tres días más tarde. Uno por uno se extrajo a los mineros a la superficie en la cápsula.

Para Morris, las emociones que sintió se parecían a las producidas por su experiencia militar en Iraq, en donde había coordinado misiones de francotiradores y operaciones de inteligencia. En semejante situación, “todo el mundo tiene que saber qué papel desempeña y hacerlo correctamente, porque están en juego vidas humanas”, expresó.

Matus, de la embajada chilena, dijo que desconoce la cifra exacta de empresas estadounidenses que participaron directamente en la operación de rescate, probablemente entre ocho y doce, según sus cálculos. Pero el número de empresas, organizaciones y personas que ofrecieron asistencia o sirvieron de intermediarios o puntos de contacto fue mucho mayor. Algunas empresas donaron equipos y servicios. “Me impresionó la solidaridad y participación que distintos sectores de la sociedad estadounidense demostraron”, dijo.

Las empresas estadounidenses que participaron en la operación de la mina de San José figuran entre los patrocinadores de la exposición sobre la supervivencia de los mineros y su rescate. La exposición, que se inaugura el 5 de agosto en el Museo Nacional de Historia Natural de la Institución Smithsonian en Washington, narrará las historias de los rescatados y sus rescatadores y mostrara la cápsula de rescate, nuevas secuencias de vídeo sobre el rescate, recuerdos de los mineros y muestras de rocas de la mina.



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