MADRID.- Sonó el despertador de la resaca post Bayern a las 12 del mediodía mientras se hacía hueco un tímido sol entre nubes de chaparrones intermintentes. La defensa del Sevilla alivia estados de ánimo.
Perdonó arriba las que tuvo y fue una bendición atrás, un gominola dulce, comestible puro para la digestión fácil de Cristiano, Benzema, Ozil y compañía. Mirando más el balón que atacándolo, sin agresividad, el Madrid les recetó lo que quiso hasta la cocina a la contra y sin necesidad de su catecismo favorito.
Cristiano, en forma de dientes de sierra, se zampó su aperitivo en su habitual dieta del gol (el número 43) y Benzema, bigoleador en el segundo acto, colocó al alirón al borde del próximo miércoles. Limpio y fácil, el Bernabéu lo agradeció con el 'campeones, campeones' del récord de goles.
En la partida Granero, que dejó un buen trabajo en el césped, siempre cumple. Y más banquillo para Kaká, con cara lánguida. En lo bueno y en lo malo, rezaba una pancarta. Y Cristiano, pese a eterna comparativa como Messi, está para sacar de la depresión. Primero en un interior que le dejó Özil, y el portugué se quedó sin ángulo tras burlar a Javi Varas. Espectacular jugada del Real Madrid, que empezó por la derecha y finalizó el macho algo con un recorte soberbio que rompió la cadera de Coke. El pase fue de Benzema y CR7, levantó la cabeza, tumbó al defensor sevillano y la cruzó al otro palo. Golazo, con seis letras.
El Sevilla de Míchel no concede un pelotazo ni regala un balón, pero sí perdonó en dos acercamientos en los que Navas, un incordio constante en la banda de Marcelo, y Negredo despilfarraron su crédito delante de Casillas. Y eso se paga a precio de derrota, porque Granero, Özil y Benzema no se cansaban de hilar fútbol en el balcón del área ante una defensa blandita, pasiva. Fazio levantó la zarpa demasiado sobre Cristiano en un balón que Arbeloa sirvio sobre su testa. Libre indirecto y Cristiano, ante un pelotón, fusiló hacia la cepa derecha de Javi Varas.
Pepe y Negredo mantenían un pulso, pero el local cada vez que salía en un contra armaba un incendio. Se acabaron varias contras en superioridad mal, cuando se erró el pase de la muerte Di María o el remate, Benzema. También en estático hasta el fondo en una jugada de orfebrería de fútbol sala en la que Cristiano y Benzema llegaron al corazón del área entre paredes pese a la superpoblación en el área. Pidió penalti el francés por un empujón, Özil se hizo con el rechace, y realizó un caño-amago espectacular que Ronaldo desperdició con un taconazo tan salvaje como futil y desviado.
A la vuelta de vestuarios, Negredo la mandaba a las manitas de Casillas con un disparo tan suavito como la gelatina para Casillas cuando dejó seco a Pepe y sin brújula con un gran recorte. Metáfora de la indefinición del Sevilla. Los blancos cazaron dos goles en menos de un pestañeo. Centro envenenado y raso de Di María y el despeje de Coke, vaya día, que se topa con Benzema a su espalda y a la red, todo en uno. El alirón aún más cerca en otra incendio a la contra en el área visitante. Sergio Ramos levanta la cabeza desde la derecha, mas solo que la una del mediodía, y el delantero francés remata solo en el área chica . 3-0 y a otra cosa, mariposa.
Salió Callejón (por Di María), imitador de la gomina de Cristiano con el Sevilla ya indolente. También Míchel aireó el ropero: Fuera Negredo y Reyes, dentro Baba y Luis Alberto. Y más cabios con un Sevilla muerto y un Madrid esperando que corriese el reloj.
Por ANGEL GONZALEZ/El Mundo

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