HOCKENHEIM.- El sábado de
lluvia, sábado de gloria para Fernando Alonso. Dos chaparrones seguidos –Gran
Bretaña y Alemania- y dos 'poles' -22 ya en su mochila-.
El asturiano volvió a
mostrarse inalcanzable sobre sus neumáticos extremos, navegando como los
ángeles sobre la laguna germana, en unas geniales últimas vueltas. Mejorando
incluso su mejor tiempo con el cronómetro ya a cero. Ante el asombro de
Sebastian Vettel –tres décimas más lento-, el único que presentó batalla en la
contienda final, el Ferrari volvió a birlarle la primera plaza de la parrilla.
Un golpe de efecto en el corazón de los bólidos energéticos y, sobre todo, del
actual campeón del mundo, al que los sábados no parecen sentarle tan bien como
antes. Eso es ahora cosa de Alonso.
Una posición de privilegio
que Alonso tendrá que defender en una carrera que apunta a seco. Y ahí, como
demostró también en los últimos libres, también se presenta preparado para
plantar cara a cualquiera. “El coche se comportó bien en todas las situaciones,
así que habrá que intentar estar en el podio”, argumentaba relajado en la rueda
de prensa de la FIA. Su gran amigo y rival por el título, Mark Webber, terminó
tercero pero saldrá desde la octava posición, ya que se vio obligado a cambiar
la caja de cambios. Michael Schumacher partirá desde la tercera posición.
Pero el origen del caos llegó
al final de la Q1, cuando un trueno resonó por cada rincón de Hockenheim. Como
el sonido de aquellos cuernos con los que los bárbaros iniciaban la batalla,
quién sabe si por algún lugar próximo al circuito. Así se desató la tormenta
germana. Tras un calmado primer parcial, los equipos se vieron obligados a
tirar de intermedios, primero, y más tarde, ante el monumental chaparrón, de
las gomas de lluvia extrema. Patinazos, quiebros y requiebros de los bólidos
sobre una anegada ratonera de asfalto. Alonso tuvo tiempo de toparse con Felipe
Massa cuando viajaba lanzado hacia el mejor tiempo de la segunda tanda calzado
con intermedios. Aun así logró salir airoso del trago para poder luchar por la
'pole' en la batalla final. Una contienda a la que su compañero, que navegaba
impotente sobre la charca germana, no pudo apuntarse.
Ni el brasileño -14º-, ni otro de los ídolos
locales, Nico Rosberg -17º- pudieron sobreponerse al furioso aguacero que,
previo aviso, empapó la jornada de clasificación por segunda carrera
consecutiva.
Antes, sobre seco, un suspiro
de alivio había recorrido la tribuna principal. El idolatrado Michael
Schumacher salvaba el pellejo en el último instante por sólo 55 milésimas.
Situación límite resuelta en el parcial decisivo que desencogió el corazón de
la hinchada germana, pendiente de unas nubes de tono funeralicio que no
impidieron que su Káiser asomase la cabeza por la Q2. Papeleta que Pedro de la
Rosa, 23º, no alcanzó a resolver.
Por CARLOS GUISASOLA/El Mundo
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