Danilo todavía tiene el gobierno en su cabeza

Danilo Medina le confió a un contertulio que el gobierno que se posesionará el próximo 16 de agosto todavía está en su cabeza. Incluso, que sus colaboradores más cercanos manejan papeles, pero no saben lo que tiene en mente. ¿A qué se debe tanto hermetismo si las reacciones en la transición no importan tanto como las que se producirán cuando más que de planes, haya que hablar de  gestión? Esa calma es suya, y a nadie sorprende, pues su esposa Candy, en la primera entrevista que concedió a la prensa, destacó entre las cualidades del marido ese “pensar mucho las cosa”. Ese es su librito y habrá que respetárselo. Aunque se recuerda el caso de Salvador Jorge Blanco, quien dio a conocer con mucha anticipación su gabinete, y en la ocasión fue una manifestación de  marketing político: “¡Trabajando ya!”. Fue  una forma de venderse por adelantado, pero sobre todo de dar a entender que los problemas eran muchos y había  urgencia en enfrentarlos. Ese  período no se registra entre los mejores y su precipitación solo sirvió para confirmar que “por mucho madrugar no amanece más temprano”...

LOS OCIOSOS.- No obstante, no se cree que de verdad Danilo Medina tenga su gobierno en la cabeza y no le haya dicho a uno que otro de sus más cercanos colaboradores que van para tal o cual posición. Aunque sí hay que decir que las celebraciones de los primeros días, cesaron. Ese champagne estaba comprado y era justo bebérselo por el triunfo del candidato y del partido, aun cuando la idea era hacerlo por el alto puesto que le correspondería en la nueva administración. Los gabinetes oficiosos o inventados tampoco han parado, aunque dos cosas destacan. La primera, los muchos ociosos que hay en la política dominicana, pues no es cualquier tarea ponerse a ver el organigrama del gobierno y colocar en las posiciones, que son casi infinitas, a incumbentes conocidos. Por los nombres puede convenirse desde ahora que no se hará lo que nunca se hizo. La segunda, que ese fastidio no es obra de peledeístas, y menos de seguidores de Medina, pues otorga muchas posiciones a perredeístas, incluyendo los dos bandos, y los oficialistas no son tan generosos. No se debe olvidar el mote de “comesolos”...

EL COMITÉ.- Otros no hacen gabinetes, pero rastrean a los posibles por otras vías, incluso inéditas. Por ejemplo, todo el que renuncia de una posición o actividad en el sector privado, y dependiendo del perfil. A la gente del Comité Político no le haría mucha gracia que Danilo Medina se decidiera por integrar a su gobierno a figuras de la sociedad civil. Mucho más si es en detrimento de sus miembros. Es lo mismo, pero a la inversa, a lo que ocurrió en la primera administración de Leonel Fernández, la del l996. Entonces se temió que ese organismo afectara la conducción de los asuntos de Estado, pues El Muchacho se vería atrapado por esa logia y respondería más a los intereses del partido que de la Nación. El Muchacho resultó más sabio y prudente de la cuenta, y al nombrarlos en altos puestos, la situación se dio al revés: en vez de subordinarse, ellos, como empleados, se sometieron a su voluntad. Euclides Gutiérrez Félix no le gusta que revelen sus arrebatos, pero la verdad que es el único que no guarda la compostura. En la última reunión del Comité Político le lanzó una especie de dardo de los Partos a Medina que este rebotó como chanza...

LOS OTROS.- Pero hay otra suerte o manejo de la situación. Los que hablan y los que perdieron la lengua. Hay legisladores que reivindican el derecho de Medina a nombrar como funcionarios del nuevo gobierno a las personas que considere adecuadas, sean o no miembros del partido. Y está bien, aunque no necesita de aliado a Perogrullo. Si cuando armaba los gabinetes de Leonel Fernández no necesitó consejo, y mucho menos aprobación ¿por qué ahora que el pastel es solo suyo? Esa defensa de un derecho que se impone por sí mismo mueve a suspicacia, y cada vez que alguien se pronuncia en ese sentido, la reacción inmediata de los propios peledeístas es de que “ese huevo quiere sal”. Igual sucede con los aliados, que sacan la cabeza y piden a sus congéneres que no presionen al presidente electo, pero que se proyectan. Lo suyo es sonar, y hacerlo como quien no quiere la cosa. No saben, como todos, qué es lo que se mueve, pero no quieren que lleguen los aguaceros y no tengan segura la cobija, o ni siquiera un paraguas de los grandes...



Por ORLANDO GIL
El autor es periodista y comentarista
Tomado del Listín Diario

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