La disolución de la Unión Soviética ha llegado a 21 años.
Esta disolución fue la desintegración de las estructuras políticas federales y el gobierno central de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que culminó en la independencia de las quince repúblicas de la Unión Soviética entre el 11 de marzo de 1990 y el 25 de diciembre de 1991. La disolución del Estado socialista más grande del mundo también marcó el fin de la Guerra Fría.
Las ex repúblicas soviéticas en orden alfabético fueron: 1. Armenia, 2. Azerbaiyán, 3. Bielorrusia, 4. Estonia, 5. Georgia, 6. Kazajistán, 7. Kirguistán, 8. Letonia, 9. Lituania, 10. Moldavia, 11. Rusia, 12. Tayikistán,
13. Turkmenistán, 14. Ucrania, 15. Uzbekistán.
Con el fin de dejar de lado el estancamiento de la economía soviética, el líder soviético Mijaíl Gorbachov inició un proceso de apertura política (glásnost) y reestructuración económica (perestroika) en el que había sido un Estado totalitario unipartidista. La liberalización llevó al surgimiento de movimientos nacionales y disputas étnicas largamente reprimidos al interior de diversas repúblicas de la Unión Soviética.
Las Revoluciones de 1989 llevaron a la caída de los Estados socialistas aliados a la Unión Soviética e incrementaron la presión sobre Gorbachov para implementar una mayor democracia y autonomía para las repúblicas constituyentes de la URSS. Bajo el liderazgo de Gorbachov, el Partido Comunista de la Unión Soviética introdujo elecciones directas, formó una nueva legislatura central y puso fin a la prohibición de partidos políticos.
Las legislaturas de las repúblicas soviéticas empezaron a promulgar leyes que disminuyeron el control del gobierno central y ratificaron su autonomía.
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