El año 2013 debutó con una noticia alentadora para
usted y para cada habitante del planeta. Por vez primera, los países miembros
de Naciones Unidas aprobaron una convención destinada a controlar las emisiones
de mercurio al medio ambiente, una sustancia altamente tóxica que se encuentra
en numerosos productos como termómetros, pilas y cremas blanqueadoras de la
piel.
Según el portavoz del Programa de Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (Pnuma), Nick Nuttall, tras cuatro años de
negociaciones, más de 140 países firmaron un acuerdo para reducir las emisiones
mundiales de este peligroso metal pesado, el sábado 19 de enero, en Ginebra,
Suiza.
El nuevo tratado es el primero de carácter
medioambiental y de alcance mundial que se negocia en la ONU en los últimos diez
años, y tiene como objetivo reducir en un 50 por ciento la emisión global de
mercurio desde ahora hasta 2015.
«Hemos acordado un tratado para comenzar a librar al
mundo de un metal claramente nocivo para la salud», declaró Nuttall, tras una
noche entera de negociaciones, durante la jornada final. «Es una gran victoria
para la salud humana», subrayó el funcionario en su cuenta personal de Twitter.
Achim Steiner, director ejecutivo del Pnuma, señaló
que «todos los ciudadanos se beneficiarán de la decisión tomada en Ginebra,
especialmente los mineros artesanales y sus familias, la gente del Ártico y las
próximas generaciones de madres y sus hijos».
Michael Bender, de la coalición de ONGs contra el
mercurio, calificó el acuerdo como «un gran logro», aunque criticó que tiene
«controles débiles sobre las emisiones de grandes fuentes como las centrales
térmicas de carbón».
Al parecer, la nueva regulación llevará el nombre de
Convención de Minamata, en homenaje a la ciudad japonesa que durante la década
de los 50 vivió uno de los peores casos de envenenamiento por mercurio, que
cobró la vida de más de 900 personas y miles de malformaciones.
La agencia EFE informó que uno de los puntos más
difíciles de las negociaciones fue el carácter obligatorio de las medidas que
las distintas naciones tendrán que adoptar para reducir sus emisiones de
mercurio a la atmósfera.
Uno de los principales aportes del encuentro fue la
presentación de un listado de productos con contenido de mercurio, cuya
producción, importación y exportación quedarán prohibidos en un plazo de cinco
a diez años.
Entre ellos figuran los termómetros, tensiómetros,
pequeñas pilas (como las utilizadas en los relojes), pesticidas, entre otros.
No obstante, los expertos afirman que la convención
se selló con un contenido que estuvo por debajo de las expectativas que por más
de cuatro años se habían creado en torno a ella.
Al parecer, sus precursores buscaban un tratado
enfocado en conseguir una reducción más efectiva de la liberación de mercurio
en el medio ambiente, que no pudo conciliarse del todo con los intereses
económicos de algunos países.
Al decir de BBC Mundo, la convención se centra en
las emisiones a la atmósfera, ya que el mercurio se evapora y puede viajar a
miles de kilómetros desde el lugar de origen, pero deja a discreción de los
países el control de las cantidades que se liberan en mares y ríos.
La convención será suscrita oficialmente por los
Gobiernos en octubre próximo, durante una conferencia internacional que se
celebrará en Japón.
Amenaza
mortal
El mercurio es un metal pesado de color blanco
plateado que a temperatura ambiente adopta una forma líquida y se puede
evaporar fácilmente. Es muy común encontrarlo en depósitos de cinabrio (rocas
que contienen el mineral cinabrio), aunque también aparecen de forma natural en
piedras calizas y en el carbón.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha
ratificado en varias ocasiones que esta sustancia es altamente tóxica para la
salud humana y que supone una amenaza específica para el desarrollo del bebé no
nacido, así como durante sus primeros años de vida.
La inhalación del vapor de mercurio, por ejemplo,
causa efectos dañinos en los sistemas nervioso, digestivo e inmune, y también
puede afectar los pulmones y riñones. Incluso, llega a ser mortal.
Asimismo, las sales inorgánicas de este elemento son
corrosivas para la piel, ojos y tracto gastrointestinal y, de ingerirse, es
capaz de provocar toxicidad renal.
En el caso de las embarazadas, incide sobre el feto
en formación, causando retardo mental o reduciendo el nivel de inteligencia del
futuro niño.
El peligroso compuesto puede liberarse al aire
mediante una serie de procesos industriales como la minería, la producción de
metal y cemento y la quema de combustibles fósiles. Una vez que se emite,
permanece en el ambiente por mucho tiempo, circulando a través del aire, la
tierra y los organismos vivos.
Una de las principales causas de la exposición de
los seres humanos al mercurio es el consumo de peces contaminados, un problema
cuya gravedad ha quedado científicamente demostrada.
Y es que, en la medida en que evoluciona la cadena
alimenticia, el compuesto químico alcanza niveles de concentración más elevados
en peces depredadores, que luego pueden ser fácilmente consumidos por los seres
humanos.
Una Evaluación Global de Mercurio 2013, publicada
por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP, por sus siglas
en inglés), concluyó que las actividades humanas que provocan mayores emisiones
de este compuesto son algunos procesos industriales y químicos, la generación
de energía con carbón y la minería informal.
«Las emisiones globales de mercurio en el aire causadas
por la actividad humana alcanzaron las 1 960 toneladas en 2010», señaló el
informe, el cual sugiere que el total de las emisiones por la actividad humana
parece haberse mantenido relativamente estable desde 1990 a 2010.
Sin embargo —añadió el texto—, ha habido un fuerte
desplazamiento en los patrones regionales.
«El crecimiento económico ha derivado en un aumento
de las emisiones en el sur y este de Asia, que ahora es responsable de cerca de
la mitad de los vertimientos globales. Las emisiones en el África Subsahariana
y Sudamérica están creciendo lentamente, mientras se mantienen bajas en América
del Norte y Europa», destacó el informe.
Al decir del documento, las emisiones causadas por
la minería de oro a pequeña escala en Asia, África y Sudamérica se han doblado
desde 2005.
América Latina, donde es habitual la minería de oro
informal y a pequeña escala, es una de las zonas más afectadas por este
problema. Y, mientras el precio del oro continúe ascendiendo, también
continuará incrementándose el uso de métodos altamente tóxicos entre los
mineros artesanales.
Estos trabajadores usan mercurio en los procesos de
extracción de oro para procesar el preciado elemento. Existen otros métodos
alternativos, bajos en mercurio o incluso libres de él, pero a precios más
elevados, inalcanzables para la mayoría de los mineros, concluyó el informe.
La evaluación del UNEP calcula que la concentración
de mercurio en los océanos del mundo se ha doblado en el último siglo y que 260
toneladas del metal tóxico se han extendido desde la tierra hacia ríos y lagos.
Enfermedad
de Minamata
En los años 50, una extraña enfermedad neurológica
surgió en la ciudad japonesa de Minamata.
Cientos de personas sufrían extraños síntomas como
movimientos involuntarios, debilidad muscular, problemas auditivos y del
lenguaje. Algunas madres, sin manifestaciones patológicas evidentes, daban a
luz a niños enfermos.
En 1968, Japón anunció que la causa del problema
radicaba en intoxicación por mercurio, mediante pescado y marisco contaminado.
El origen radicaba en los vertidos de una gran planta petroquímica y el mal fue
bautizado para siempre como enfermedad de Minamata.
Por PATRICIA CACERES/Juventud Rebelde
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