MADRID.- A Sara Montiel siempre le gustaron los hombres
mayores. "El hombre joven no me va", decía. Salvo su matrimonio con
el cubano Tony Hernández -que empañó los años finales de la artista con una
historia de vodevil-, su largo historial de amantes y maridos recogía nombres
míticos de la historia y la cultura del siglo XX.
Saritísima amó y fue amada
por el dramaturgo Miguel Mihura (quien le enseñó a leer), el director Anthony
Mann -su primer marido-, el Nobel Severo Ochoa -su gran amor- e, incluso,
Ernest Hemingway, quien le enseñó a encender los puros como sólo ella hacía.
"Yo lo que quería era arroparme, tal vez porque
perdí a mi padre muy joven. Los chicos de mi edad me parecían mocosos",
recordaría años después la actriz -fallecida este lunes- en una entrevista,
acerca de su pasión por los hombres de edad.
Su primer amante le duplicaba la edad. Sara era una
adolescente manchega -recién descubierta, recién llegada a Madrid para ser
artista- y él, un dramaturgo con tres comedias de peso en su haber.
"Miguel [Mihura] me llevaba 24 años. Yo tenía 17 y él 41. Estaba
convencida de que nos casaríamos al cumplir los 20 años, pero luego él no
quiso. Se sentía muy mayor. Yo lo hubiera hecho locamente enamorada",
declaraba en una entrevista en 2009. Por el camino, Mihura le enseñó a
escribir.
El poeta León Felipe -exiliado en México- terminaría
el aprendizaje lector de la actriz, cuando la estrella viajó a Norteamérica.
Después, llegó el Hollywood dorado, donde Sarita Montiel (como aparecía en los
carteles cinematográficos junto a Gary Cooper y Burt Lancaster) conoció a su
primer marido, el director estadounidense Anthony Mann.
Su gran amor y su primer marido
En su aventura estadounidense también conoció -en
Nueva York- a su gran amor, Severo Ochoa. "El nuestro fue un amor
imposible. Nunca había engañado a su mujer, nunca en la vida (...). Para él,
Carmen era intocable, pero, como dice la canción, yo era la primavera y ella el
otoño. Nos habíamos visto tan sólo dos veces, sí, pero no importó. Lo nuestro
fue rápido, fulminante, cuestión de química".
La estrella española achacaba a su amor por el Noble
el fiasco de su primer matrimonio. "Fracasé con Tony [Mann] porque me
había agarrado a él sólo para huir de Severo, pero sin amarlo", diría
después. Sarita y Mann se casaron en 1957 y sólo duraron cuatro años juntos. En
1963, consiguió la nulidad.
Al año siguiente, Montiel se casaba con su segundo
marido, José Vicente Ramírez Olalla, que, según decía, le "salió
rana" en muy poco tiempo. Sin embargo, tardaría 14 años en conseguir el
divorcio de Ramírez Olalla (eran otros tiempos, incluso para una estrella como
Sara Montiel), así que en cuanto lo tuvo se casó con Pepe Tous, con quien
llevaba conviviendo nueve años.
Con su tercer marido, Pepe Tous
Del amor sereno al vodevil
"Con Pepe tuve la madurez, la serenidad. Mi
vida con Pepe tuvo cosas maravillosas, pero ya no tuvo locura", diría
después. Con el empresario -fallecido en 1992- adoptó a sus dos hijos: Thais y
Zeus.
Tras la muerte de Pepe Tous, volvió a relacionarse
con el actor italiano Giancarlo Viola, a quien había dejado por Tous. Aunque en
los últimos años volvió a relacionarse con el italiano, entre medias se casó
con el cubano Tony Hernández, que entonces tenía 39 años.
Aquel fugaz matrimonio duró sin embargo lo
suficiente para protagonizar escenas de vodevil (como aquel "¿pero qué
invento es esto?" en los pasillos del juzgado), exclusivas de papel cuché,
el distanciamiento de sus hijos (solucionado tras el divorcio) y acusaciones
varias.
Tras este episodio, en los últimos años, Giancarlo
Viola no cejó en su empeño de convertirse en su quinto esposo. "Si no
tuviera alguien a quien querer, no estaría motivada", decía la actriz.
No hay comentarios.: