MADRID.- El 31 de mayo de 2010 no cabía un alma en
la sala de prensa del Bernabéu, y a la una de la tarde apareció por allí José
Mourinho. Era el día de su presentación. El hombre que había sido
desprestigiado desde dentro del club hasta pocos meses antes se convertía en el
técnico del Madrid con dos objetivos: 1) desterrar el sentimiento de
inferioridad con el Barcelona, igualarse a él y 2) ganar la décima Copa de
Europa.
Mourinho ha cumplido con el primero de los mandamientos. Con el segundo
no, aunque, dentro del club, daban por hecho que la única opción -remota- de
que el portugués permanezca en su puesto era no ganar la Champions. La premisa
quedó rubricada ayer.
Que nadie busque en la hemeroteca. No hay ni una
sola frase de Mourinho prometiendo ganar la décima -o la tercera, en el
lenguaje unipersonal que él suele utilizar-. Aquel 31 de mayo explicaba, como
siempre con un sentido del cálculo impecable: "No puedo prometer que
vayamos a llegar lejos en la Champions. Lo que puedo prometer es que el Real
Madrid no es cabeza de serie, pero en el momento del sorteo el miedo no será
nuestro sino de quien tenga que jugar con el Real Madrid.
El Madrid tiene una
historia increíblemente negativa en Champions". Dicen sus seguidores, los
de Mourinho, no todos los del Madrid, que ha logrado su objetivo porque ha
metido al equipo en semifinales durante tres temporadas consecutivas -un hecho
con tres precedentes en la historia del Madrid (el de Di Stéfano, el de la
Quinta del Buitre y el de Del Bosque)-, y que, efectivamente, el equipo vuelve
a ser cabeza de serie en los sorteos.
Sin embargo, ayer el Borussia de Dortmund volvió a
ensañarse con el Madrid en el penúltimo escalón de la Liga de Campeones, como
ya hiciera el Barcelona en 2011 y el Bayern de Múnich en 2012. Dos pasos en los
que cometió posiblemente sus dos grandes 'borrones' deportivos desde que llegó.
El primer año, recibiendo al Barça en el Bernabéu, en el partido de ida, con un
planteamiento impropio del Madrid, sobre todo teniendo en cuenta que venía de
ganarle la Copa del Rey en Valencia merecidamente. El equipo salió atrás y,
aunque la expulsión de Pepe terminó por contaminarlo todo, aquel planteamiento
resulta difícil de olvidar. El segundo año, habiéndole dado la vuelta a la
eliminatoria con el Bayern (2-0 en el minuto 15), no impidió que su equipo
diese dos pases atrás y sufriera, en su propio estadio, para llegar a los
penaltis.
El Madrid de Mourinho dejó en el olvido los seis
años consecutivos del club cayendo en octavos de final, y ha superado
eliminatorias difíciles (Manchester United), algunas intermedias (Tottenham,
Lyón y Galatasaray) y otras sencillas (Apoel Nicosia, CSKA Moscú).
Pero se ha
quedado siempre en el mismo escalón. Superó las fases de grupo con holgura,
incluso la de este curso, con Dortmund, City y Ajax junto a él, aunque
precisamente ese detalle, que se encontrase a su verdugo de ayer ya en la fase
inicial de la competición, reduce las excusas a utilizar, pues el Borussia ya
fue superior al Madrid en los dos partidos de invierno. 'Mou' no fue capaz de
modificar nada para darle la vuelta al asunto. En resumen, el Madrid de
Mourinho, en la 'Champions', es un sí pero no. Con más no que sí.
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