SAN JUAN, Puerto Rico.- El trato que las autoridades
le dieron al ex juez del Tribunal Supremo Carlos Irizarry Yunqué y a la
empleada doméstica Aida de los Santos Pineda tuvo diferencias abismales.
Del cielo a la tierra.
Desde las primeras horas tras el asesinato de Georgina
Ortiz Ortiz el trato que las autoridades le dieron al ex juez del Tribunal
Supremo Carlos Irizarry Yunqué y a la empleada doméstica Aida de los Santos
Pineda tuvo diferencias abismales.
Ayer esas desigualdades quedaron plasmadas de manera
bien clara cuando testificó el teniente Ferdinand Acosta.
También trascendió que la mucama aceptó cinco meses
después del asesinato de su jefa Georgina Ortiz Ortiz, que sabía quién era el
asesino, que era alguien que se encontraba en Santo Domingo, pero conocía a su
familia y eso le impedía colaborar más activamente con la investigación.
Aida pidió que trajeran desde República Dominicana a
su hija Francia Encarnación y la Policía hizo algunas gestiones en esa
dirección “para verificar si ella (entonces) nos decía lo que sabía sobre el
asesinato de Georgina Ortiz”, declaró Acosta.
En un día bien activo dentro de la sala 1105 del
Centro Judicial de San Juan, el teniente contó que la fatídica noche del 17 de
agosto de 2010 ocupó la ropa y los zapatos de la mucama, le tomó varias
fotografías y le hizo las advertencias de ley, conocidas como los “Miranda
warnings”.
Esas
desigualdades quedaron plasmadas de manera bien clara cuando testificó el
teniente Ferdinand Acosta
Acosta detalló que tomó esas medidas y hasta
transcribió la entrevista completa que le hizo a Aida a sólo horas del crimen
porque ella fue la última persona que vio a Georgina con vida, además de que al
salir del edificio hizo unas expresiones que pudo escuchar el guardia de
seguridad, y le confesó que estaba en el país ilegalmente.
En contraposición, el teniente reconoció que cuando
entrevistó al ex juez -a quien describió como afligido y lloroso- le mandó a
quitar la camisa, pero no se la ocupó, ni tampoco el pantalón o los zapatos.
Tampoco le tomó fotos, aunque presentaba unas
abrasiones y llaguitas, que sin ser médico atribuyó a una condición en la piel.
Ni siquiera tomó anotaciones de lo que le dijo el ex
juez y tampoco le hizo las advertencias de ley.
“Pero, ¿a mi representada sí?”, le preguntó la
abogada Lucille Borges en su turno y el teniente contestó afirmativamente.
“¿Usted sabe que en una investigación no se puede
descartar a nadie como sospechoso, verdad?”, remató la abogada y en ese momento
el teniente hizo una pausa y con las muelas de atrás tuvo que reconocer que no.
A preguntas de la abogada reconoció que Irizarry
Yunqué nunca le mencionó ninguna de las personas que estuvieron en la escena
antes de que llegara la Policía, ni le dio detalles sobre la posición del
cuchillo, aunque fue el primero en llegar a la escena.
Sobre la ropa de la mucama, Acosta declaró que esa
misma noche fue a buscar a Aida a su casa. Reconoció que en ningún momento la
mujer presentó resistencia. Cuando iban para el cuartel de la Policía, a mitad
de camino, tuvieron que regresar para buscar la ropa que ella tenía puesta por
el día, y que estaba en una bolsa aparte.
Pero a preguntas de la abogada, el teniente tuvo que
admitir que era la primera vez que decía el detalle de la ropa aparte en una
bolsa. El dato no aparece en sus anotaciones, le admitió.
También el agente dijo que una vez concluyó la
primera entrevista con Aida ya en la madrugada del 18 de agosto de 2010, le
pidió que lo mirara a los ojos y se quedara tranquilita porque tenía que
decirle algo.
“Georgina está muerta... y ella como que”... Acto
seguido el teniente procedió a subir y encoger los hombros y torcer la boca
hacia abajo, recreando el gesto que supuestamente le hizo Aida.
“¿No tienes problemas con eso? y la reacción de ella
fue la misma”, indicó.
En el contrainterrogatorio, el teniente admitió que
esa reacción nunca la incluyó ni en sus notas, ni en su declaración jurada y
que ayer era la primera vez que decía eso.
A preguntas de si “saber más” sobre lo sucedido no
la convertía automáticamente en sospechosa, el teniente admitió que no. Incluso
para la entrevista que le realizó el 15 de enero de 2011 Aida aún no era
sospechosa, indicó.
Las
horas previas al crimen
Como parte de esa entrevista Aida dijo que esa tarde
escuchó que tocaron el timbre, pero Georgina le dijo que no abriera.
Aida le dijo al teniente que se quedó en la cocina
limpiando y mapeando y luego decidió bajar a buscar la compra que supuestamente
el ex juez iba a llevar.
Aida le avisó a su jefa que bajaría, pero no escuchó
ninguna respuesta por lo que se acercó a una puerta y escuchó a Georgina
“discutiendo con una persona”, que no fue descrita.
Según ese relato, Aida escuchó a Georgina decirle a
la persona que ya le había dado suficiente dinero y hasta había empeñado
prendas y que “como siguiera molestando iba a llamar a la Policía”.
Entonces bajó y dejó la puerta abierta poniendo el
zafacón en el medio.
Al cabo de unos 20 minutos el ex juez no había
llegado, así que Aida volvió a subir al apartamento. Fue cuando, supuestamente,
encontró su cartera colgada de la cerradura de la puerta de la cocina y no
estaba su copia de la llave del apartamento. En una revisión a la foto de esa
puerta, por pedido de la fiscal Elba Acevedo, se ve que no se puede colgar nada
de la cerradura.
Acosta también habló de la computadora de Georgina
que días antes de su muerte fue llevada a un taller de reparación de un amigo
del ex juez y cuando el teniente fue a buscarla días después del asesinato, ya
le habían cambiado el disco duro.
Al día de hoy ese disco duro no se ha recuperado,
reconoció el teniente.
También expresó tener conocimiento de la
contratación de un detective privado, aunque esa línea no se permitió
ampliarla.
En vista preliminar se dijo que el detective lo
contrató Lida Irizarry, única hija del ex juez.
Otra
evidencia
Acosta dijo que ocuparon los vídeos del hotel que
está frente al condominio, pero nunca entró a indicar el contenido y si se ve
la hora de salida de Aida, que es una de las semillas de duda que se ha
sembrado.
El teniente dijo que el 20 de agosto de 2010 acudió
junto a la fiscal del caso Elba Acevedo a la escuela de Derecho donde Irizarry
Yunqué era profesor.
Allí fueron para revisar “la coartada” del ex juez.
Acosta dijo que no tomó ninguna anotación de lo que
contestaron los estudiantes porque fue Acevedo quien hizo las preguntas.
Como parte de la pesquisa, el teniente viajó a Santo
Domingo a finales de enero de 2011 y para su sorpresa ya habían deportado a
Aida. Allí vio que su familia no tenía carro, ni seguro médico y concluyó que
tenían un estilo de vida “de clase media”.
En un acto inusual inmediatamente después de uno de
los intermedios, y luego de que el jurado saliera de la sala para una merienda,
la acusada comenzó a llorar y sus abogados la consolaron.
El juicio recesó el lunes un poco más temprano de lo
usual debido a que una de las integrantes del jurado se sentía mal.
El proceso, que se quedó en la etapa de
contrainterrogatorio al teniente, se reanuda este martes.
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