NUEVA YORK.- Martín García Ibáñez ha pasado de ganar 80 dólares diarios limpiando el sótano de un edificio afectado por el huracán
Sandy a US$180 haciendo de carpintero en un edificio en remodelación en Brooklyn,
Nueva York.
El mexicano de 34 años dejó de sufrir jornadas de 12
horas diarias en duras condiciones y sin equipo de protección, a trabajar ahora
ocho horas con casco, gafas y guantes. Dispone además de dos descansos diarios
que incluyen 20 minutos para comer.
"Ha sido un cambio drástico", dijo Ibáñez.
"Mi vida ha mejorado no sólo en los salarios sino en la calidad de
trabajo. Antes trabajaba en zonas peligrosas y ahora estoy con una compañía, en
una zona segura y con material de protección".
Ser jornalero ya no implica necesariamente esperar
horas en una esquina, soportando el frío o el calor, a la espera de una
camioneta de contratistas que le recoja a uno para trabajar en condiciones
deplorables.
Una red de grupos de jornaleros y organizaciones sin
ánimo de lucro que ayudan a estos obreros ambulantes ha logrado progresos
palpables, desde la negociación de contratos temporales con empresas, hasta
talleres sobre seguridad en construcción y protección para evitar la falta de
pagos, un problema común entre jornaleros, como se denomina a personas que son
contratadas por un día.
A pesar de que muchos siguen en las esquinas, o las
llamadas "paradas", los hay que adquieren mayores protecciones.
La Unión Latina de Chicago cuenta con un centro de
trabajo al que se acercan unos 200 jornaleros que se refugian del frío, toman
café, pueden ir al baño y negocian contratos temporales de trabajo con empresas
de construcción, en los que se estipula que cobrarán desde 15 hasta 25 o 35
dólares la hora, dependiendo de la experiencia del trabajador.
"En las esquinas el acuerdo con el patrón es
sólo verbal. En el centro estamos más organizados", dijo José Luis
Gallardo, organizador de jornaleros del centro, que fue creado por los propios
trabajadores. "Queremos prevenir el robo de salario. Queremos que el
patrón firme la hoja (el contrato) y el trabajador también".
Seattle y San Francisco cuentan con redes de ayuda
más completas y en Los Ángeles hay centros que son financiadas con dinero
municipal.
En Nueva York se creó hace pocos meses un nuevo
centro en Queens, que se suma a otros dos existentes en la ciudad. El más
antiguo, el centro de trabajadores del Proyecto de Justicia Laboral, en
Brooklyn, asegura que los ingresos de algunos jornaleros que ayuda han pasado
de unos 20,000 a 46,800 dólares anuales.
"Hay muchos jornaleros y muchos de los que
llegan a las esquinas son nuevos. Los hay a los que aún no hemos podido llegar,
pero creo que hay un mayor sistema creado para guiarles", opinó Adriana
Escandón, quien cada martes a las 8 de la mañana sale a hablar con los que
están en la esquina de la calle 69 con la avenida Roosevelt, en Queens, para
informarles sobre talleres de seguridad y sobre el nuevo centro de jornaleros
que su organización, el New Immigrant Community Empowerment, creó el año
pasado.
Según un estudio del 2003 financiado por la
Fundación Ford, el área metropolitana de Nueva York cuenta con 57
"paradas" en las que se congregan decenas de jornaleros. Muchos
captaron la atención de los medios de comunicación tras el azote del huracán
Sandy en octubre del 2012, pues trabajaron desprotegidos y expuestos a asbestos
y otros contaminantes, según un estudio reciente de Baruch College.
Javier Aranda, un mexicano de 28 años que lleva 10
en Estados Unidos, dice que ahora puede ahorrar más y enviar más dinero a su
familia en México.
Sus ingresos han pasado de US$70 o US$100 dólares
diarios a US$180 debido a la ayuda que le dio el centro de trabajo del Proyecto
de Justicia Laboral, el cual negoció un contrato con la empresa de construcción
All Renovation. El centro cuenta con unos 500 jornaleros registrados y negocia
contratos con empresas de construcción.
"La primera negociación son los salarios,
basados en el tipo de trabajo que buscan y las habilidades del trabajador.
Negociamos el salario, las horas, investigamos también qué tipo de proyectos
son.
Luego en el mismo contrato establecemos las medidas
de salud y seguridad, si se les dará el equipo necesario, si el contratista
tiene a alguien que conoce las medidas de seguridad y si el jornalero tiene su
tarjeta de OSHA (Administración de Seguridad y Salud Ocupacional)", dijo
Ligia Guallpa, directora del Proyecto de Justicia Laboral, una organización sin
ánimo de lucro.
Gracias al centro, "he ayudado más a mis hermanos,
a mis padres, enviándoles dinero", expresó Aranda. "Ahora puedo
ahorrar más que antes", explicó.
No hay cifras exactas pero Guallpa calcula que más
de 10,000 jornaleros viven en la ciudad de Nueva York. La mayoría proviene de
México, Ecuador y Guatemala.
La realidad que viven muchos de ellos salió a la luz
cuando se enfermaron tras realizar duras tareas de limpieza después de los
ataques del 11 de septiembre del 2001. Muchos de ellos murieron debido al
polvo, humo y gases a los que fueron expuestos.
Los centros de ayuda ofrecen sesiones informativas
sobre seguridad en puestos de construcción, y tras varias horas de clases, los
trabajadores obtienen una tarjeta certificada por OSHA que estipula conocen sus
derechos y las responsabilidades del empleador.
El centro New Immigrant Community Empowerment (NICE)
de Queens recibe a jornaleros por las mañanas que se apuntan en una lista si
están disponibles para trabajar ese día.
Unos 30 contratistas están registrados con la
organización, que actúa como intermediaria y estipula los salarios. Si una
empresa no paga al trabajador, NICE interviene y si, por otro lado, el
trabajador no cumple, el contratista puede ir a quejarse a NICE.
"La ventaja para el empleador es que aquí
conocemos al trabajador, conocemos sus habilidades, son trabajadores con
entrenamiento en salud y seguridad. Son trabajadores que están listos",
dijo Valeria Treves, directora del centro.
NICE, una organización sin ánimo de lucro, también
reparte paquetes con mascarillas y guantes a jornaleros de las esquinas.
Allan Suárez, uno de los dueños de la empresa All
Renovation, de Brooklyn, asegura que contratar jornaleros a través del centro
del Proyecto de Justicia Laboral es muy práctico, ya que él simplemente dice si
quiere un carpintero o un electricista, con una experiencia específica, y lo
obtiene, tras una entrevista.
"Es una buena conexión. Cuando necesitamos a
alguien, uno confía en que (el centro) te va a encontrar a un buen albañil. Nos
evita el trabajo de tener que ir buscar a gente con las cualidades que
pedimos", dijo Suárez.
Muchos jornaleros siguen parándose en las esquinas
sin acudir a los centros. A menudo no saben de su existencia o están demasiado
lejos de donde viven.
Mario Bonilla, un ecuatoriano de 54 años que lleva
varios en las esquinas, cree que su vida es más dura ahora, con menos empleo
que hace años y más competencia entre jornaleros.
"Uno vive al día. No hay más remedio",
aseguró recientemente esperando con paciencia en la esquina de la calle 69 con
Roosevelt.


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