SANTO DOMINGO, República Dominicana (29 Junio
2014).- Este domingo, 29 de junio, se cumplen 21 años de la muerte de “El
Cantante”, Héctor Lavoe.
Su fallecimiento se produjo en Nueva York, cuando
contaba con 47 años de edad.
Héctor Juan Pérez Martínez, que era su verdadero
nombre, nació en Ponce, Puerto Rico, el 30 de septiembre de 1946.
Lavoe fue un cantante de salsa puertorriqueño, cuya
personalidad, estilo y cualidades de su voz lo llevaron a una exitosa carrera
artística en el ámbito musical de la música latina y salsera durante los años
setenta y ochenta.
La limpieza y brillo de su voz aunada a una dicción
impecable y la cualidad para cantar fraseos extensos y rápidos con total
naturalidad, lo hicieron uno de los cantantes favoritos del público latino.
Fue uno de ocho hijos y nació en el seno de una
familia humilde en Ponce (Puerto Rico).
Era hijo de Francisca Martínez (Panchita) y de Luis
Pérez (Lucho). A los tres años de edad perdió a su madre, lo cual sería el
primero de muchos golpes en la vida del cantante. Su padre, quien tocaba la
guitarra con tríos y orquestas locales dio instrucción musical a su hijo, y lo
matriculó en la Escuela de Música Juan Morel Campos; tenía el sueño de ver a
Héctor convertido en un gran saxofonista. Aunque Lavoe aprendió los fundamentos
de música, pronto perdió interés en el instrumento. Sentía que lo suyo era
cantar.
Cuando era joven, Héctor pasó gran parte de su
tiempo escuchando música jíbara y popular. Sus cantantes favoritos eran Chuito
El de Bayamón, Odilio González, Roberto Faz y Daniel Santos, cuyas voces y estilos
imitó. Otros cantantes que influyeron enormemente en Héctor fueron: Cheo
Feliciano, Ismael Rivera, y la clara voz de Ismael Quintana.
A la edad de 14 años, era el cantante en una banda
en Puerto Rico. Le pagaban dieciocho dólares por noche, lo que en 1960 era un
buen sueldo para un joven.
Héctor soñaba con cantar en Nueva York y hacer fama
y fortuna. Su padre estaba totalmente en contra de la idea, porque el hermano
mayor de Héctor había emigrado hacia allá y murió en un accidente. Contra los
deseos de su padre, Héctor llegó a Nueva York el 3 de mayo de 1963 a la edad de
16 años. Se mudó con su hermana mayor Priscilla. Su primera impresión de la
ciudad, la cual consideraba como un lugar espléndido en la Tierra, fue
decepcionante, al ver en la parte latina los edificios descuidados y las calles
llenas de basura.
Sus primeros trabajos después de su llegada fueron
como pintor, maletero, mensajero y conserje. Su amigo de la infancia, Roberto
García, que vivía en Nueva York, lo invitó a asistir a un ensayo de un sexteto
que se estaba formando. El vocalista cantaba «Tus ojos» y no estaba haciendo un
buen trabajo, así que Héctor le sugirió que lo intentara de otra manera. Héctor
cantó la melodía para que el cantante pudiera hacer los ajustes necesarios y la
banda lo asimiló inmediatamente como su cantante principal.
Más tarde se conectó con Russell Cohen, director de
la New Yorker Band con la cual en 1965 grabó su primer sencillo de 45 rpm:
«Está de bala». Comenzó a tocar con bandas como la de Francisco Bastar Kako y
sus All Stars, a través del cual conoció a su padrino artístico Johnny Pacheco,
que inmediatamente reconoció su talento artístico y, poco después se lo
recomienda a Willie Colón para la grabación de su primer disco El malo (1967).
Entre 1967 y 1973, Lavoe se convirtió en el cantante
de la Orquesta de Willie Colón, con quien grabó un total de nueve discos.
Willie Colón era un músico joven que estaba tocando
jazz latino y boogaloo. En 1967 tenía listo su primer álbum para Fania Records
y a Johnny Pacheco no le gustó el cantante de esa orquesta y propuso a Héctor
Lavoe para que lo sustituyera. Para aquel entonces Colón era considerado un
joven músico de propuestas interesantes pero con mal sonido. Pacheco ya estaba
al tanto de la voz de Héctor, su enunciación impecable y sus habilidades
estilísticas.
En un principio Lavoe no estaba interesado en grabar
con Colón, ya que consideraba que esa agrupación tenía muchas fallas y
alimentaba la esperanza de ser llamado por alguna de las orquestas más
importantes del momento. Considerando que su pasantía por esa orquesta sería
corta, se negó a participar en las portadas de los dos primeros álbumes.6
En el verano de 1967 salió al mercado su primer
trabajo discográfico llamado El malo y en 1968 se edita The Hustler el segundo
álbum de Lavoe. Para aquel entonces, Lavoe es el vínculo de la orquesta de
Colón con lo caribeño y poseía una voz melodiosa de tenor pero áspera y con
timbre nasal. Lavoe no cantaba en inglés por lo que Willie Colón decidió
aprovechar el potencial que brindaba el cantante para decantarse
definitivamente hacia la música latina afroantillana.
Al año siguiente (1968) se edita Guisando, el primer
disco donde Lavoe comparte créditos con Colón y aparece en la portada. Guisando
es el primer disco de salsa de la pareja donde los ritmos se acercan a la
guaracha, el son, la guajira y el guaguancó con fusiones atrevidas e ingeniosas
proponiendo un estilo agresivo e irreverente de hacer música. Destacan los
temas «Guisando», «No me den candela» y «Te están buscando», con letras que
abordan con humor historias de carteristas o ladrones que son perseguidos por
la policía y temas universales como la envidia, la maldad, el chisme y la
santería donde se siente los anhelos de felicidad de la diáspora boricua
discriminada en la ciudad de New York.
Durante 1968 Lavoe inició una relación sentimental
con Carmen Castro. Castro quedó embarazada, pero se negó a casarse con él
porque lo consideraba un mujeriego. El primer hijo de Lavoe, José Alberto Pérez
nació el 30 de octubre de 1968. Cuando José fue bautizado, Héctor recibió una
llamada informándole de que Nilda Puchi Román (con quien también tuvo una
relación) estaba embarazada. El segundo hijo de Héctor, Héctor Jr. nació el 25
de septiembre de 1969. Después de esto, la pareja se casó, y tras una petición
de su esposa, Lavoe hubo de mantenerse alejado de su primer hijo y la madre de
este.
La hegemonía de Willie Colón y Héctor Lavoe se
consolidó a fines de 1969 con el lanzamiento de Cosa Nuestra cuyo título hace
referencia a la expresión italiana «Cosa nostra» y sus implicaciones en el
mundo de la mafia.
La pareja consolida con la portada del disco y las
letras de las canciones su imagen de «chicos malos», a pesar de que nunca
incitaron a la juventud a cometer delitos; simplemente realizaban pequeñas
crónicas de la vida en los barrios y comunidades latinas de Nueva York. Los
temas más destacados fueron: «Che Che Colé», «Te conozco», «Tú no puedes
conmigo», «Sangrigorda» y «Ausencia» que fue uno de los boleros más radiados de
la época. El éxito de este disco se afincó en un repertorio de carácter urbano
y popular y en las vocalizaciones afinadas, sabrosas y sentimentales de Héctor
Lavoe.
Héctor Lavoe buscaba darle a sus canciones el toque
propio de su país natal, Puerto Rico, y lograr que se identificara con esta
nueva música que estaba tocando, que ya era salsa, pero todavía no había sido
bautizada como tal. Colón estaba ensayando una fusión entre múltiples ritmos
afro-antillanos, junto con el jazz estadounidense en los acordes de los
trombones. Todo esto le daba un toque bastante agresivo a sus composiciones, lo
cual se complementaba perfectamente con el estilo de cantar de Lavoe, que era
callejero y desafiante.
Para 1970 esta amalgama entre música urbana, salsa y
folklore cobra relevancia en el disco Asalto navideño, que evoca el sentir
religioso y patriótico de las fiestas navideñas, combinado con el efecto de la
parranda de ir de casa en casa con cánticos.8
En este álbum el maestro Yomo Toro hace alardes de
su virtuosismo dando un aire puertorriqueño a gran parte de los temas. La
canción más popular de este disco fue «La murga», con su contagioso ritmo y la
potente y afinada voz de Héctor, que comienza hacer gala de soneos e
improvisaciones inolvidables cuando en el solo de trombón dice: «Guapea Willie
Colón… El diablo».
El éxito de estos álbumes transformó
significativamente las vidas tanto de Colón y de Lavoe. La banda de Colón
ofreció un crudo y agresivo sonido de trombones que fue bien recibido por los
fanáticos de la salsa y Lavoe complementa el estilo con su voz articulada,
talento para la improvisación y sentido del humor. Héctor recibió un
reconocimiento inmediato, trabajo estable, y el dinero suficiente para
proporcionarse un cómodo estilo de vida. De acuerdo a Lavoe, todo pasó tan
rápido que no sabía cómo lidiar con el éxito repentino.
La carrera artística de Héctor Lavoe continuó con la
publicación de su sexto trabajo con Colón La gran fuga 1971, de donde se
desprendió el inolvidable tema «Panameña» y donde Lavoe, en el «puente» de la
canción, que se detiene por un instante, improvisa: «La salsa de Puerto Rico…
El aguinaldo» y los trombones junto al sinuoso piano del profesor Joe Torres
crean una explosión de sabor.
Su éxito era tal que constantemente eran contratados
por toda Latinoamérica para presentarse ante multitudes. Los trombones se
volvieron el instrumento más típico de la salsa, algo que funcionó muy bien
para este binomio salsero. Sin embargo, Lavoe comenzó a consumir drogas, a
llegar tarde a los conciertos y a llevar una vida de excesos que comenzó a
hacer mella en su indiscutible talento.
Desde su época con Willie Colón se hizo adicto a las
drogas y comenzó a incumplir sus compromisos artísticos. Tuvo que someterse a
varias rehabilitaciones.[cita requerida]
Luego de seis producciones para el sello Fania y con
una propuesta musical en plena evolución, Lavoe junto a Colón lanzó al mercado
El juicio (1972). El álbum cosechó éxitos inmediatos tales como: «Piraña» del
Tite Curet Alonso, donde Lavoe despliega todo su potencial vocal y estilo lleno
de frases populares con doble sentido, que muestran el carácter pendenciero que
caracterizó al cantante en varios pasajes de su vida. Otros temas destacados
fueron «Soñando despierto» y el bolero «Seguiré sin ti» que Lavoe canta con una
forma vocal retardada con un estilo entre apasionado y sentimental. En el
número de apertura Ah, Ah/O-No la voz de Héctor es evasiva y traviesa
demostrando su juego vocal de palabras y astucia rítmica.
Lo mato (1973) fue el trabajo culminante de la
trayectoria artística de la pareja cuando ambos se encontraban en la plenitud
de sus facultades creativas. Willie Colón compone algunas de las mejores
canciones de su carrera. Temas como «El día de suerte», «Todo tiene su final» y
«Calle luna calle sol», son referencia obligada en el repertorio del cancionero
musical salsero, engalanadas por la voz de Héctor llena de alma y poesía,
demostrando su impecable fraseo y contagioso sentido del humor. Este álbum
cuenta la historia de dos jóvenes artistas que estaban más que preparados para
conquistar el mundo musical.
En 1974 Lavoe participa en el primer disco solista
de Willie Colón The good, the bad, the ugly, interpretando tres canciones.
Este último trabajo marcó la separación de la pareja
que se materializa en 1974. En un principio Lavoe se sintió traicionado y no
comprendió las razones, en una época en que estaban en el cenit de sus
carreras. Lavoe dependía mucho de Colón y la retirada de su amigo le causó
inseguridades y una sensación de abandono. Sin embargo años más tarde, se dio
cuenta que separar sus carreras había resultado un acierto y el sello Fania se
benefició de los resultados posteriores ya que sus futuras producciones
resultaron muy exitosas. A pesar de esta separación, Lavoe siguió contando con
la colaboración de Willie Colón en la producción de varios de sus álbumes como
solista.
Etapa
como cantante solista
A mediados de los años setenta el sello Fania
decidió dar apoyo a sus cantantes de mayor éxito dotándolos de orquestas
propias. Para el lanzamiento de Héctor Lavoe se preparó una banda donde a la
línea de trombones se agregaron dos trompetas. La sección rítmica era idéntica
a la empleada con Willie Colón y en el piano estuvo Mark Dimond, un viejo
conocido que los había acompañado en sus primeros álbumes. Los arreglos
estuvieron a cargo de José Febles y el propio Colón quien continuaba en los
coros junto a Rubén Blades. Con esta agrupación Lavoe inició su carrera como
solista, donde lanzando el álbum titulado La Voz (1975), en cuya portada
aparece una foto del cantante que es clásica.
Este disco fue un éxito total y sus ventas
alcanzaron disco de oro en poco tiempo. Las canciones destacadas fueron:
«Rompe, Saragüey», un clásico de los años cincuenta totalmente modernizado, donde
Dimond ejecuta un elegante e ingenioso solo de piano de dos minutos y medio;
«El todopoderoso», escrita por el venezolano Pedro María Perucho Torcat, y el
himno escrito por Johnny Pacheco «Mi gente», que fue un tema insignia en las
presentaciones en vivo que Lavoe realizaba con la Fania All Stars. En este
álbum Lavoe demuestra su versatilidad como cantante interpretando tres piezas
que son todo un clásico del bolero de los años 70: «Tus ojos», «Emborráchame de
amor» y «Un amor de la calle», mostrando una elevada sensibilidad y una
facilidad innata para interpretar este género musical.
Al año siguiente Lavoe lanzó su segundo álbum como
solista llamado De ti depende (1976), producido por Willie Colón y arreglos de
Luis Perico Ortiz, Louie Ramírez y José Febles. En este álbum Lavoe vuelve a
apostar por los boleros como parte importante del repertorio, al punto que el
álbum toma el nombre de uno de ellos y además Lavoe interpreta el tema «Consejo
de oro», un viejo tango modernizado, y «Tanto como ayer». Pero los temas que
sobresalen por su carácter salsero son: «Vamos a reír un poco», donde muestra
sus habilidades como sonero, y «Hacha y machete», una especie de autohomenaje
donde la dupla Lavoe-Colón entona: «De frente vamos a demostrar/que lo nuestro/no
fue un golpe de suerte. Somos hacha y machete/y esa es la verdad». Mención
especial para el tema de Tite Curet Alonso, «Periódico de ayer», un clásico que
se convirtió en un éxito radial en Latinoamérica y la cuenca del Caribe.
Hubo de pasar dos años para que Héctor Lavoe
completara su trilogía luego de su lanzamiento como solista. Los dos álbumes
anteriores habían sido éxitos instantáneos y había que apelar a algo importante
si se pretendía continuar con la línea ascendente del cantante. Willie Colón contactó
con Rubén Blades quien se encontraba trabajando en una composición para él, sin
embargo aceptó cederla a Héctor y, «El cantante» se convirtió en el tema que
marcó pauta en el tercer disco de Lavoe titulado: Comedia (1978).
En El Cantante se combinan unos arreglos de cuerdas,
arpa y piano que colorean decorativamente el lamento de Lavoe semejando al
artista que debe aparentar alegría en tanto lo embarga un gran dolor. Lavoe
representa en forma magistral ese personaje que describe la vida entre dulce y
agria y donde se establece la ironía del artista como figura trágica,
excelentemente ilustrada en la caratula del disco donde viste un traje y la apariencia
de Charles Chaplin.
En este álbum también tuvieron gran repercusión los
temas: «Bandolera», una equilibrada mezcla entre la experiencia vocal de Lavoe
y un arreglo orquestal con solo de piano que personifica la vieja escuela de la
salsa, y «Sóngoro cosongo», un son montuno que pinta una danza tribal en la
barriada, con letra de un poema del cubano de Nicolás Guillén. Lavoe continúa
introduciendo boleros que muestran la profundidad y emocionalidad de su voz, se
trata de los temas: «Porque te conocí» y «Comedia».
En esta época, las presentaciones en vivo de Lavoe
no obtuvieron los resultados esperados no solo por sus problemas de drogas que
le impedían cumplir con responsabilidad las fechas y horas previstas, sino
porque los números bailables que por lo general eran canciones que sobrepasaban
los seis minutos, tenían un carácter extenuante. Todo esto causó cierto
desgaste y la sobreexposición del artista. Lavoe cayó en un cuadro de profunda
depresión y desapareció de sus actuaciones en vivo por un período prolongado,
siendo sometido a periodos de rehabilitación.
En 1979 Lavoe edita el álbum: Recordando a Felipe
Pirela, compuesto por canciones que hicieron famoso al cantante venezolano.
Héctor siempre admiró a este cantante que paradójicamente tuvo un destino
trágico al morir en Puerto Rico siendo bastante joven. Para esa época la
disquera Fania comenzaba a sufrir los embates de la crisis de la salsa y en
lugar de otorgar al cantante temas inéditos, se deslizaron por un camino
seguro, haciendo versiones de boleros ya populares.
El disco logró buena aceptación y ventas, sin
embargo a nivel artístico constituyó un punto de inflexión en la carrera
ascendente del cantante cuyo fuerte siempre fue la improvisación en los
“soneos” y su forma de encarar la salsa bailable. Carlos Francetti, Jorge
Calandrelli y Luis Cruz, tuvieron a su cargo los arreglos musicales y entre los
temas escogidos pueden mencionarse: «Vieja carta», «El retrato de mamá». «Pobre
del pobre» y «Sombras nada más». Para quienes no conocieron estos boleros en la
voz de Felipe Pirela este disco pudo haber sido un gran descubrimiento.
A fin de año se edita el tercer disco navideño de
Héctor: Feliz Navidad 1979, que por su carácter se graba solo para ser vendido
en esas fechas. A pesar de algunas canciones jocosas como: «Joven contra viejo»
(grabada con Daniel Santos), «Montserrat», «Una pena en Navidad» y «Dame un
chance», el disco ―cuya portada fue catalogada de ridícula por All Music― no
tuvo mayor trascendencia.16
Héctor Lavoe regresa a la salsa bailable con su
sexto álbum de estudio como solista, El sabio (1980), con canciones que sin ser
éxitos rotundos tuvieron cierta popularidad entre ellas: «El sabio», «Noche de
farra» y el bolero «Plazos traicioneros», que había sido grabado por Celia Cruz
y Willie Colón en 1977.
Además participó en los álbumes grabados por la
Fania All Stars Commitment (1980), con el tema «Ublabadú», que resultó un éxito
instantáneo en las emisoras latinas de radio, y el tema «Semilla del amor», del
álbum Latin Connection (1981), cuyo arreglo sinfónico estuvo a cargo del
colombiano Francisco Zumaque.
En su séptimo álbum como solista, Qué sentimiento
(1981), Willie Colón se separa de la producción del disco, y es el propio
cantante quien se encarga de ello. José Febles y Louie Ramírez actuaron como co
directores musicales.
El repertorio escogido, los arreglos y hasta la
caratula del álbum marcan el regreso del cantante a los niveles artísticos de
sus tres primeros trabajos como solista. Los temas: «Soy vagabundo», «No hay
quien te aguante» y «Amor soñado», parecieron haber estado hechos a la medida
del artista. La Asociación de Cronistas del Espectáculo (ACE) de Nueva York
entrega a Lavoe un reconocimiento a la excelencia por este disco.
Para 1983, cuando se lanza Vigilante, la carrera de
Lavoe estaba en un punto incierto debido a su comportamiento errático y su
desesperante relación con las drogas. Fania decide darle un empuje al juntarlo
nuevamente con Willie Colón quien canta en solitario uno de los cuatro temas
del disco y deliberadamente toma un rol secundario, dejando que sea su venerado
compadre el que brille. La música del álbum, aderezada por una portada que
muestra una pistola humeante con tres casquillos de bala, apela a la nostalgia
del dúo, que encabezó la Explosión Salsera del primer lustro de los 70, pero con
un sonido más actualizado.
El álbum arranca con el éxito «Triste y vacía», con
Héctor en plenitud de formas y un coro ampliado narrando la historia de una
mujer marcada por la traición y la mala suerte. «Juanito Alimaña», de Tite
Curet Alonso, fue el sencillo promocionar que rápidamente escaló los primeros
lugares en la radiodifusión. Este tema se convirtió en una especie de himno que
retrata la vida de un matón de barrio que tiene impunidad, por sus relaciones
con la policía y por eso los vecinos no pueden delatarlo cuando comete sus fechorías.
Otro de los temas considerablemente largos es: «Pasé la noche fumando» donde
Lavoe y Colón conjugan sus voces en una especie de lamento que personifica un
hombre que pasa la noche en un bar bebiendo y fumando para tratar de olvidar la
pérdida del amor de su vida.
El álbum Vigilante tiene su propia aura y brillo
particular. Si bien no funcionó como la banda sonora que estaba destinada a
ser, el álbum cumplió su misión de poner a Héctor Lavoe de vuelta en carrera
con dos poderosos éxitos.19
En 1984, Johnny Pacheco compuso para Lavoe la
canción «El rey de la puntualidad», que se incluyó en el álbum Lo que pide la
gente (de Fania All Stars). Era una descripción cómica de la incapacidad de
Héctor por llegar a tiempo a sus presentaciones.
Grabado en 1985 en medio de la debacle de Fania
Records Jerry Masucci produce uno de los álbumes menos interesantes de la
discografía de Héctor Lavoe: Reventó. Lavoe no estaba contento con su carrera y
su inestabilidad emocional encendió un comportamiento impredecible. A pesar de
que el disco se intentó promocionar por diversos medios ninguna canción estuvo
a la altura de sus grandes éxitos anteriores y pasó desapercibido a pesar de un
solo de piano de Richie Ray en el tema «Cáncer» y del tema «Fama», escrito por
Lavoe, que relata la triste crónica de una fatalidad anunciada y gestada pocos
años después: «No tengo amigos/y si un amor fácil lo consigo/así de fácil lo he
de perder/Mi madre dijo: no creas ser un gran tenorio/pararás en un sanatorio y
allí la fama habrás de perder».
A fines de 1986 Héctor regresó a las ondas radiales
pegando fuerte con la composición «Plato de segunda mesa», de Tite Curet
Alonso, incluida en su disco Strikes back (1987), producido por Willie Colón.
Strikes back, coincide con la debacle de la salsa tradicional pero fue
reconocido con una nominación al Grammy. Con el lanzamiento de Strikes back,
distribuido durante el periodo de mayor efervescencia de la «salsa cosmética»,
Lavoe siguió fiel a la tradición de la rítmica y la narrativa salsera.
En aquellos días Eddie Santiago y Frankie Ruiz se
coronaban como los nuevos reyes de la salsa sensual y erótica con sus éxitos Tú
Me Quemas y Desnúdate Mujer.
De toda la discografía de Héctor Lavoe, Strikes back
no es su mejor grabación; pero en cada interpretación entregó su alma.
Ese mismo año participa en el álbum de Fania All
Stars Viva la charanga (1986) con el tema «Isla del encanto».
En 1993 Fania publica un álbum llamado Héctor Lavoe
& Van Lester. The master and the protegee.
Últimos
años y muerte
A fines de los años ochenta los problemas de Héctor
Lavoe comenzaron a agravarse cuando en 1987, en su apartamento en Queens, se
incendio por una colilla encendida por lo cual tuvo que saltar por la ventana
de su cuarto. . Esta caída le causó múltiples fracturas y a su vez serios
problemas de salud. Luego de esto, le llegó la terrible noticia del asesinato
de su suegra. Esto hizo que no volviera a cantar la canción «Soñando
despierto», en donde Lavoe se burlaba sanamente de ella. Meses después, aún
estando enyesado, se presentó en Bayamón en Puerto Rico, para el Día Nacional
de la Salsa, donde gestionaron todo lo necesario para que su padre lo viera, ya
que nunca había tenido la oportunidad de ver a su hijo en un concierto. Fue una
presentación muy emotiva por dicho aspecto, pero lamentablemente el padre de
Héctor murió una semana después del concierto. Todos estos sucesos estaban
generando un estado depresivo en el diario vivir de Lavoe, pero la tragedia que
le terminaría de arruinar la existencia sería para el día 7 de mayo de 1987 al
enterarse que su hijo menor Tito había muerto a causa de un disparo que le dio
un amigo accidentalmente mientras limpiaba su revólver. Todo esto causó que
Lavoe volviera a recaer fuertemente en el uso excesivo de las drogas,
frustrando aquel intento de dejarlas para siempre.
Pero aún le faltaba por experimentar una tragedia
más en su vida al enterarse a comienzos del año de 1988 que padecía de sida.18
Los conciertos del llamado Cantante de los Cantantes
siempre rebosaron de gente y fanáticos. Sin embargo, en junio de 1988, en el
concierto que significaría un nuevo impulso a su carrera (la cual estaba
deteriorándose por las tragedias) tuvo problemas con el pago a los
organizadores del evento; puesto que coincidía con otras festividades las
cuales ofrecían presentaciones de manera gratuita, lo cual causó que muy poca
gente asistiera a la presentación de Héctor.
Sin embargo, Lavoe se ofreció a cantarle a aquella
escasa cantidad de gente gratuitamente, pero hubo conflictos entre los
representantes, lo que derivó en la suspensión de las luces y el sonido y por
ende la cancelación del concierto. Esto empeoró el ánimo de Lavoe, quien al
regresar al Hotel Regency y tras una discusión con su esposa, hizo un intento
de suicidio lanzándose desde el noveno piso. Sufrió muchos daños en todo el
cuerpo: la fractura de ambas piernas (la izquierda sufrió más daños), la
fractura del brazo derecho y de algunas costillas, lo que obligó a quienes lo
intervinieron a implantarle platinas de titanio en ambas piernas, en el brazo
derecho y en las costillas; más sin embargo el sonero ponceño parecía ser
indestructible ante tantas tragedias, ya que al año siguiente (1989) logró
hacer una serie de conciertos que estaban supuestos a ser unas simbólicas
presentaciones que lo regresarían al mundo del espectáculo, pero del mismo modo
era necesario que el cantante resguardara mucho reposo, ya que aún no estaba
del todo recuperado de sus graves lesiones, pero lo cierto fue que el cantante
en aquel periodo de tiempo volvió a ser víctima de una despiadada explotación
que lo obligaba a cantar más de lo que su cuerpo podía resistir, sumado al mal
pago monetario que se le entregaba y al constante suministro de drogas para
lograr dominarle y evitar que este pusiera resistencia a las exageradas
exigencias de los oscuros personajes que perpetraron esta ultima desgracia de
la vida del sonero, los cuales fueron primeramente David Lugo, quien era
conguero de la misma orquesta del cantante, quien logró dominarlo mediante el
suministro de estupefacientes, y en compañía de los inhumanos contratos de Rafi
Mercado, lograron quitarle a Lavoe la escasa vitalidad que estaba tratando de
recuperar lentamente para continuar con su carrera, hasta que su enfermedad se
lo permitiera pero todo el abuso al que estaba siendo sometido provocó el
aceleramiento del deterioro a causa del SIDA en su cuerpo, ya que se presume
que Héctor para esa época no solo padecía SIDA, sino también tenía diabetes, lo
cual le impedía que la herida de su pierna izquierda (que fue la más dañada)
sanara con prontitud, lo cual era una bomba de tiempo que en 1991 devino en un
derrame cerebral que le quitó la movilidad de medio rostro y quitándole
definitivamente la capacidad de cantar y incluso de hablar de manera clara,
esto hizo que simplemente no pudiera hacer más presentaciones, es entonces
cuando es abandonado en una profunda pobreza y soledad, ya que el mismo David
Lugo logró que el mismo Héctor le firmara un poder que le confería las ganancias
de sus regalías discográficas aprovechándose de su debilidad mental a causa de
el constante estado en que lo mantenía gracias a las drogas que le facilitaba
(por fortuna de la familia de Héctor Lavoe, este pleito judicial se logró ganar
a favor de ellos, ya que por suerte la firma que Lavoe le dió a Lugo estaba mal
hecha, por tanto tomada como fraude).
Pasó sus últimos años en New York presentándose
frente a la gente que tristemente lo veían deteriorarse en la tarima, hasta que
falleció a causa de un paro al corazón, el 29 de junio de 1993, en el Memorial
Hospital de Queens. Fue enterrado en el cementerio Saint Raymond del Bronx
(Nueva York); y nueve años después sus restos fueron llevados a su ciudad
natal, Ponce (Puerto Rico), tal como él mismo pidió. La gestión fue realizada
por otro famoso cantante de salsa, Ismael Miranda.
Características
de su voz
Las características de la voz de Lavoe eran su
nasalidad natural, que no fingía al cantar. Otro aspecto era el brillo en su
voz y lo limpia que era: no sonaba rasposa ni opaca. Sumado a eso, poseía una
gran fuerza para cantar, que le imprimía un carácter fuerte a sus
interpretaciones. Tenía también un manejo bastante eficiente de su registro
vocal, el cual se extendía desde el la2 (como se aprecia en algunas versiones
en vivo de «La Murga de Panamá», mientras hacía la melodía de los trombones),
hasta el la4 (que se puede apreciar en el bolero «Tanto como ayer» y «La
retirada»).23 Tenía un registro de tenor común, de dos octavas, que comprende
entre "la2" y "la4", con una tesitura que le facilitaba
ejecutar sus agudos. También poseía una dicción que le daba la cualidad de
cantar fraseo extenso y rápido con mucha claridad y con buena emisión, lo cual
le permitía al oyente entender lo que estaba cantando.
Reconocimientos
Existen monumentos levantados en su honor en Ponce
(Puerto Rico) ―donde se le considera Hijo Ilustre― y en el puerto del Callao
(Perú).
Su agitada vida personal y profesional fue llevada
al teatro en 1999 con la obra ¿Quién mató a Héctor Lavoe? producida por Pablo
Cabrera y David Maldonado. La personificación de Héctor Lavoe fue realizada por
el cantante de salsa Domingo Quiñones. Ocho años más tarde, en 2007, aparece la
película biográfica El cantante, protagonizada por Marc Anthony y Jennifer
López.
Influencia
La influencia musical de Héctor Lavoe se ve presente
en muchos de los cantantes de salsa contemporáneos, que sienten una gran
admiración por lo que fue Lavoe para el mundo de la salsa. Dado al enorme
reconocimiento que tiene, estos nuevos cantantes del género tratan de imitarlo
tanto en su voz como en su personalidad. Pero esta influencia no sólo se limita
al género de la salsa; si se hace un análisis detallado de lo que era la
personalidad de Lavoe, su forma de expresarse y las letras de sus canciones,
podremos apreciar que en el género del reggaetón, está muy presente su
influencia, aunque esta relación desata muy frecuentemente el disgusto de los
fanáticos de la salsa, quienes en su mayoría tienen una perspectiva del
reggaetón, como un género musical muy pobre y de carácter ofensivo y vulgar, en
especial cuando se tratan temas sobre el sexo femenino, sin embargo es
imposible negar la influencia de Lavoe, en estos exponentes de dicha música y
admiración que dejó Lavoe plasmado en los nuevos jóvenes que deseaban abrirse
paso en el mundo de la música, quienes la mayoría son puertorriqueños y en sus
canciones hacen alusión a sus canciones, cantándolas igual o modificando
fragmentos de éstas. De igual manera pasa en su forma de expresarse; algunos de
los dichos o palabras que usaba con frecuencia hacen parte ahora de la jerga
boricua.
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