LONDRES (28 Junio 2014).- El único dilema al que se
enfrenta estos días Rafael Nadal en la pista central de Wimbledon es en qué
momento del segundo set conviene darle la vuelta a la tortilla y sacar el
cuchillo. Ochenta minutos tardó ayer el número uno mundial en conseguir su
primera bola de 'break' ante Mikhail Kukushkin, número 63 en el ranking,
después de ceder la primera tanda en el 'tie break'.
Pero una vez salió del sopor bajo el techo cubierto
(no paró de llover en casi todo el día), Nadal entró en combustión, ganó siete
juegos seguidos y no hubo ya quien le parara hasta la última bola. Se impuso al
final en cuatro sets (6-7, 6-1, 6-1, 6-1), siguiendo exactamente el mismo guión
que ante Martin Klizan y Lukas Rosol, y sumando ya tres víctimas en este torneo
que no podía pintar mejor para el español al cierre de la primera semana. Se le
ve con muchas ganas.
Avanza pues Nadal hacia octavos en Wimbledon,
acercándose a su eterno rival Roger Federer, que por cierto se ha sumado a las
renovadas críticas contra el español por el tiempo 'extra' que se suele tomar
en las pausas entre juegos (hasta 25 segundos contra Rosol).
Kukushkin tuvo sin embargo poco que decir ayer ante
el correctivo que sufrió en la pista central, desbordado por el vendaval de
juego del mallorquín en cuanto cogió tracción. El kazajo fue capaz de contener
a Nadal jugándole profundo y de esquina a esquina, imponiendo durante el primer
juego su ritmo cansino.
Fiel a lo que empieza a ser ya una tradición, Nadal
se tomó el primer set como un peloteo para tomarle la medida al rival,
encontrar poco a poco su sitio en la pista y encender las bujías en el momento
justo, hasta desplegar esa "energía fantástica" (en palabras propias)
con la que suele llegar casi en volandas hasta la bola final, ante la
impotencia probada de sus rivales.
Como sus dos predecesores, Kukushkin dio de sobra la
talla durante el primer set y no regaló una opción a Nadal para romperle el
saque, apurando incluso el segundo servicio. Empatados en casi todos los
registros, el kazajo impuso su sentido de la anticipación en la muerte súbita y
logró hacerle al español el primer set de su vida (se habían enfrentado en dos
ocasiones anteriores, en Hong Kong y en Montecarlo).
El segundo set arrancó con la misma tónica, pero con
2-1 a su favor y con Kukushkin al servicio, Nadal decidió atacar al resto y su
estrategia dio sus frutos. Kukushkin se rompió con su propio servicio, y
durante los siete sets restantes sólo hubo un jugador en la pista central de
Wimbledon. Toda la entereza demostrada hasta ese momento por el kazajo se
estrelló a partir de ese momento contra la red.
Se adjudicó Nadal las dos segundas tandas con
idéntica facilidad (6-1, 6-1) y entre los "olés" de los
comentaristas, rendidos ante la avidez y la intensidad del juego que por
momentos exhibió el español. Las estadísticas del tercer set lo dicen todo: 82%
de efectividad al primer saque para le mallorquín (que brilló incluso por
encima de lo habitual al servcio) frente a 47% de su rival, al que sólo le
faltó ya sacar al final la bandera blanca.
Hubo un último destello del kazajo, cuando contó con
dos bolas de "break" en el cuarto set que pudo haber frenado la
carrera embalada de Nadal. Pero el mallorquín no perdonó y pisó el acelerador
para poder llegar a tiempo ante el televisor. Había fútbol y no se lo quería
perder. Tras la derrota de España en el Mundial, ha preferido no revelar con
quién va "por respeto a todos los países en los que he jugado al
tenis".
Por CARLOS FRESNEDA/El Mundo
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