UGANDA (2 Agosto 2014).- Un triunfo, algo modesto y
quizá no permanente, pero victoria igual: el viernes, la Corte Constitucional
de Uganda declaró ilegal la ley en contra de la homosexualidad que había sido
aprobada por el presidente ugandés, Yoweri Museveni, en febrero de este año.
La Corte consideró que el Parlamento había incurrido
en una ilegalidad pues al momento de votar el proyecto no había quórum
suficiente para aprobar la iniciativa y, así las cosas, la ley carecía de
fundamento legal.
El proyecto es uno de los más polémicos en un
continente que, por otra parte, está prácticamente sumido en la homofobia. Y
esto es todo un decir. De acuerdo con cifras de Amnistía Internacional, 38 de
54 países en el continente consideran que ser homosexual es un delito. Entre
éstos se encuentra Nigeria, que este año aprobó una ley con penas de hasta 14
años de cárcel para los homosexuales.
La ley ugandesa fue aprobada en el Parlamento en
diciembre del año pasado, aunque había sido propuesta desde 2009. Luego de su
paso por el Legislativo, Museveni aseguró que iba a vetar el proyecto. Claro,
después dijo que la aprobaría. Y un poco luego aseguró que estaba en contra de
la iniciativa.
Después de oscilar entre aprobar o no aprobar
durante tres meses, el presidente firmó la ley que, entre otras cosas, llega
hasta la imposición de cadena perpetua para personas que “reincidan en la
conducta”, así como penas de prisión para “intentos de homosexualidad” y
“promoción de la homosexualidad”.
Aunque la Policía de Uganda afirma que no ha hecho
arrestos por supuestas violaciones a la ley, activistas de la comunidad gay sí
han denunciado que ha crecido el acoso contra esta población. Las autoridades
ugandesas allanaron este año la sede de una clínica que ofrecía servicios de
salud a homosexuales con VIH. Esto sienta un pésimo precedente para un
continente con la mayor tasa de VIH/SIDA del mundo. La institución intervenida
era financiada, en parte, con dinero de Estados Unidos.
Este país es uno de los mayores contribuidores del
gobierno ugandés y desde que la ley se firmó parte de esta ayuda ha sido
retenida o direccionada hacia otras instituciones. Un camino similar han tomado
el Banco Mundial y algunas naciones europeas, algo que Uganda ha calificado
como una especie de chantaje internacional.
El caso de Estados Unidos es particular, pues
mientras su gobierno condenó la aprobación de la ley, varias sectas e iglesias
evangélicas de este país se tomaron Uganda desde hace años y son señaladas por
varios como uno de los sectores que más impulsó la legislación contra los
homosexuales.
Aún no resulta claro si el gobierno de Uganda
apelará la sentencia, algo que parece poco probable, al menos por el momento,
pues el presidente Museveni hará una visita oficial a Estados Unidos en breve y
sería toda una vergüenza intentar revivir la ley justo en este momento.
Después, bueno, esa es otra historia.
En declaraciones públicas, Simon Lokondo, ministro
ugandés de Ética e Integridad (y antiguo sacerdote católico) ha dicho que “la
homosexualidad no es natural en nuestras culturas, es algo anormal y extraño”.
La idea de que la homosexualidad es algo que introdujeron las potencias
colonizadoras en África es una de las hipótesis que podrían explicar la gran
aceptación de la homofobia en el continente.
Antes de la aprobación de la ley el gobierno de
Uganda encargó la realización de un informe para explorar las raíces del tema:
“La homosexualidad existió en África mucho antes de la llegada del hombre
blanco. (…) La sexualidad es un cualidad humana que resulta hoy mucho más
flexible que en el pasado. La homosexualidad no tiene una causa específica (…)
No es una enfermedad y no tiene tratamiento”.
A pesar del informe, la ley ugandesa fue aprobada
siguiendo la retórica de los sectores más conservadores que consideran la
homosexualidad como una afrenta a los valores tradicionales de la familia.
Aunque detrás de la protección de la familia parece haber también una defensa
de la patria, un rescate de los valores nacionales que pasa por el rechazo de
una conducta supuestamente importada durante los tiempos de la colonia europea.
Lo extraño es que, para ser una causa nacional en
pro de los valores tradicionales, legislar en contra de los homosexuales es un
asunto del cual no existe registro alguno en África antes de la llegada de los
colonizadores occidentales, según Peter Tatchell, activista de derechos humanos
y de la población LGBT quien luego de la aprobación de la ley dijo: “La
verdadera importación a África no fue la homosexualidad, sino la homofobia”.
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