Líderes internacionales piden la despenalización de las drogas
NUEVA YORK (9 Septiembre 2014).- La despenalización
del consumo y posesión de drogas, ante el fracaso de las medidas prohibitivas y
punitivas, y una regulación responsable de las sustancias psicoactivas son las
principales recomendaciones del atrevido informe que este martes hará público
en Nueva York la Comisión Global de Políticas sobre Drogas, de la que forman
parte el exsecretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, un grupo de
expresidentes de Gobierno de todo el mundo y personalidades de prestigio
internacional. El informe enfatiza en la necesidad de que la sesión especial
sobre drogas de Naciones Unidas de 2016 suponga un cambio radical en la manera
en que se aborda esta cuestión en todo el mundo.
“Es necesario un régimen de control de drogas
mundial, nuevo y mejorado, que proteja la salud y la seguridad de las personas.
Las medidas basadas en ideologías represivas deben ser sustituidas por
políticas más humanas y eficaces a partir de evidencias científicas, principios
de salud pública y respecto a los derechos humanos. Esta es la única manera de
reducir la muertes por drogas, las enfermedades, el sufrimiento, la violencia,
el crimen, la corrupción y los mercados ilegales, producto de políticas
ineficaces y prohibitivas. La próxima sesión especial de Naciones Unidas contra
la droga (UNGASS) en 2016 es una oportunidad sin precedentes para revisar las
políticas sobre drogas”, afirma el informe, titulado Tomando el control:
caminos hacia políticas sobre drogas que funcionen.
La Comisión Global es consciente de que sus
propuestas son polémicas y generarán rechazo, pero insta a los Gobiernos a
poner fin a la criminalización de los consumidores y a regular los mercados de
la droga para impedir el brutal enriquecimiento de quienes trafican con
sustancias estupefacientes. Asimismo, alerta contra las burocracias que
defienden las políticas inmovilistas, el sensacionalismo de determinados medios
y las trampas que encierran conceptos que considera superados como “tolerancia
cero” o “sociedad libre de drogas”.
“La buena noticia es que el cambio está en el aire.
La retórica anticuada y las metas poco realistas de la sesión especial de la
ONU de 1998 es poco probable que se repita en 2016”, añade el grupo de
exmandatarios. En aquella ocasión, los conceptos que se manejaron, y que se han
demostrado inútiles, fueron un mundo libre de drogas y la guerra contra los
carteles de narcotraficantes.
La Comisión Global es consciente de que sus
propuesta son polémicas y generarán rechazo
La Comisión hace varias recomendaciones
fundamentales: reorientar las políticas sobre drogas, entendiendo la cuestión
como un problema de salud pública, y asumir el fracaso de las medidas
represivas; garantizar un acceso universal a las medicinas esenciales, en particular
a los opiáceos contra el dolor (el 8% de la población mundial sufre sin poder
disponer de fármacos que les alivien); eliminar la criminalización del consumo
y posesión de drogas y poner fin a los tratamientos de desintoxicación
obligatorios; buscar alternativas al encarcelamiento para aquellos que
participen en menor escala en el tráfico drogas, como productores, correos y
otras personas involucradas en la producción, transporte y venta de las
sustancias; trabajar para reducir el poder de las organizaciones criminales,
así como la violencia e inseguridad que se deriva de la lucha contra ellas;
apoyar y promover las diversas experiencias sobre regulación legal del consumo
de drogas, empezando por el cannabis, la hoja de coca y ciertas sustancias psicoactivas
nuevas.
“Hay que cambiar de rumbo”, afirma Kofi Annan.
“Necesitamos políticas que funcionen basadas en datos científicos en lugar de
medidas criminalizadoras que nos han llevado a cárceles superpobladas y a
graves problemas de salud pública”, añade.
El informe será presentado este martes en la sede
del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) por Fernando Henrique Cardoso,
expresidente de Brasil; Ernesto Zedillo, de México; César Gaviria, de Colombia;
Ruth Dreifuss, de Suiza; y Jorge Sampaio, de Portugal. Tienen previsto
intervenir también la jurista canadiense Louise Arbour, antigua comisionada de
Naciones Unidas para los derechos humanos; el checo Pavel Bém, exalcalde de
Praga; el británico Richard Branson, empresario comprometido con causas sociales;
el francés Michel Kazatchkine, enviado especial de la ONU sobre el sida; y el
noruego Thorvald Stoltenberg, exministro de Exteriores de su país y antiguo
Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados. Son también miembros
de la comisión Aleksander Kwasniewski, expresidente de Polonia; Ricardo Lagos,
de Chile; George P. Shultz, exsecretario de Estado de Estados Unidos; Mario
Vargas Llosa, escritor y Premio Nobel, y Javier Solana, ex Alto Representante
de la Unión Europea. Tras la presentación, los comisionados se reunirán con el
secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, y con su adjunto, el sueco
Jan Eliasson.
Cardoso considera que “debemos empezar a tratar la
adicción a las drogas como un problema de salud pública en lugar de como un
crimen, e intentar reducir su demanda con programas educativos”. El
expresidente de Brasil es partidario de “apoyar a los países que de forma
responsable están probando fórmulas de regulación para reducir el poder del
crimen organizado, que anida en el tráfico ilegal de sustancias”.
El informe alerta contra las burocracias que
defienden las políticas inmovilistas
Las propuestas de despenalización son una
continuación de los innovadores planteamientos de la comisión en su primer
informe de 2011, en el que ya planteaban la necesidad de “romper tabúes” tras
constatar el fracaso absoluto de la guerra contra las drogas emprendida por
algunos Estados. Frente a las críticas contra los comisionados en el sentido de
que su condición de exmandatarios sin responsabilidades de Gobierno les
permitía arriesgar sin asumir las consecuencias, fueron varios los jefes de
Estado y de Gobierno en ejercicio que les apoyaron. Es el caso de Juan Manuel
Santos, presidente de Colombia, un país particularmente afectado por la cuestión;
Otto Pérez Molina, presidente de Guatemala, y su homólogo en Uruguay, José
Mújica, así como el expresidente mexicano Felipe Calderón.
Los resultados no se hicieron esperar. En la Cumbre
de las Américas de 2012, las políticas sobre drogas fueron un tema de discusión
por primera vez. En mayo de 2013, la Organización de Estados Americanos elaboró
un informe que incluía la legalización de las drogas como un alternativa
debatible. Finalmente, y como gran paso en este sentido, Uruguay se convirtió,
el pasado mes de diciembre, en el primer país en legalizar la producción,
distribución y venta de marihuana.
“A medida que los Gobiernos europeos comprobaron los
daños causados por políticas represivas, adoptaron estrategias innovadoras como
el intercambio de jeringuillas, las terapias de sustitución, la prescripción de
heroína o las salas de consumo, así como la despenalización de la posesión y
uso personal. La regulación de toda la cadena, desde la producción hasta la
venta al por menor de medicamentos, permite no sólo desmontar las
organizaciones criminales, sino también proteger la vida y la salud de las
personas”, destaca la expresidenta suiza, Ruth Dreifuss.
Por su parte, Ernesto Zedillo opina que las
aproximaciones basadas en la salud se demuestran menos costosas y más eficaces
que la criminalización y el encarcelamiento. “La despenalización del consumo de
drogas es crucial, pero no suficiente. Son necesarias reformas globales que
regulen el suministro de drogas con criterios médicos rigurosos”, señala.
“No podemos continuar pensando que la guerra contra
las drogas funciona. Necesitamos que nuestros líderes busquen alternativas,
basadas en hechos constatables. Se puede aprender mucho de los éxitos y
fracasos de la regulación del alcohol, el tabaco o los medicamentos. El riesgo
asociado al consumo de drogas aumenta cuando se producen, venden y consumen en
un entorno criminal. El camino más efectivo en busca de la salud pública es
poner las drogas bajo el control de una regulación responsable”, opina el magnate
Richard Branson.
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