MOSCÚ (8 Octubre 2014).- El ministro ruso de Asuntos
Exteriores, Serguei Lavrov, ratificó hoy el rechazo de su país a los intentos
externos de derrocamiento de gobiernos legítimos y a la injerencia en los
asuntos de estados soberanos.
Moscú en extremo se opone a los intentos de
desmontar o cambiar desde afuera los gobiernos en países soberanos, afirmó
Lavrov en declaraciones a Prensa Latina al término de conversaciones oficiales
con su par venezolano, Rafael Ramírez.
Insistió en que Rusia tiene una actitud negativa
hacia la organización de tales acciones ya sea en China, en Cuba, Venezuela, en
su propio país o en cualquier Estado de Europa, y a la intromisión en los
asuntos internos.
Dijo que tales intentos de utilizar instrumentos ilegítimos
para atizar la situación y generar tensiones y confrontación no se corresponden
con las obligaciones de los estados ante el derecho internacional, y riñen con
los principios democráticos, en cuya defensa hay que ser consecuente, agregó.
Vamos a lograr una condena por parte de la comunidad
internacional a cualquier intento externo de derrocamiento de gobiernos y que
tales actos sean rechazados por la mayoría, enfatizó el jefe de la diplomacia
rusa.
Añadió que temas como ese fueron debatidos durante
el 69 período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, celebrado en
septiembre último.
Su país, puntualizó Lavrov, considera inaceptable
que se utilicen las proclamas de supuesta lucha contra el terrorismo para el
desmontaje de regímenes.
De otro lado, dejó claro que cualquier acción
emprendida para el enfrentamiento al Estado Islámico u otra estructura
terrorista debe apoyarse en el derecho internacional, y a la vez, llevarse a
cabo con el consentimiento de las autoridades legítimas de todos los estados en
cuyos territorios exista ese peligro.
Contra esa amenaza, recalcó Lavrov, es necesario
luchar exclusivamente con la anuencia del Estado correspondiente.
Recordó que durante años Moscú ha exhortado a cerrar
filas para la lucha contra el terrorismo internacional y denunció dobles
raseros por parte de los gobiernos occidentales que rehusaron a una condena
cuando grupos terroristas aparecieron en Siria, bajo el pretexto de que el
presidente Bashar Al Assad no abandonaba el poder.
El jefe de la diplomacia rusa dijo confiar en que
esa proclamada lucha contra el Estado Islámico "no esconda intentos de
cambio de régimen".
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