MADRID (27 Diciembre 2014).- Bartolo Colón, el
lanzador de los Mets de Nueva York, fue uno de los primeros deportistas de alto
nivel en ofrecerse como conejillo de Indias. En 2010, luego de completar varias
ligas con un rendimiento bajo por culpa de lesiones en el codo y el hombro, aceptó
que un médico de Florida le inyectara una buena cantidad de células madre en
los tejidos afectados.
El lanzador dominicano volvió al montículo de los
Yankees en la siguiente temporada para cosechar aplausos. El médico ortopedista
Joseph R. Purita aprovechó la buena prensa de su paciente para publicitar un
tratamiento que pasa de los $20 millones por infiltración. Mientras muchos
médicos descubrían una mina de oro, muchos deportistas veían en la terapia un
elixir para prolongar su rendimiento de alto nivel.
Uno de los últimos en recurrir a este tratamiento
para superar molestias físicas ha sido el tenista español Rafael Nadal, quien
de paso ha revivido así la polémica en torno a la utilidad científica de las
células madre. En 2013, Nadal, aquejado por repetidas molestias en la rodilla,
permitió que le implantaran cierta cantidad de sus propia células madre. El
resultado parece haberlo dejado relativamente satisfecho porque este año buscó
la misma solución para el síndrome facetario que le diagnosticaron los médicos
y que no es otra cosa que una inflamación de una parte de las vértebras
lumbares.
El problema, como lo señaló el periodista Carlos
Arribas, del diario El País, es que se trata de una técnica experimental que
muchos especialistas todavía ven con desconfianza. Uno de ellos es Juan Manuel
Alonso, miembro del comité médico de la Federación Internacional de Atletismo:
“No puedo estar a favor de los tratamientos con células madre porque es una
terapia aún muy experimental, y se practica sin datos científicos que muestren
sus beneficios y sus riesgos a largo plazo, que son desconocidos. No lo veo
como algo serio”.
Mientras Alonso y otros especialistas señalan a sus
colegas a través de revistas médicas prestigiosas como el British Journal of
Sports Medicine de estar jugando con los anhelos e ilusiones de los
deportistas, los consultorios de estos últimos siguen invadidos de
profesionales y amateurs que quieren volver a las canchas sin dolor.
Según el 2014 World Stem Cell Report (Informe
mundial de 2014 sobre células madre), unas 700 clínicas de todo el mundo
practican una técnica autorizada por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).
Ante la proliferación de esta terapia, Timothy
Caulfield y Amy McGuire, expertos de la Universidad de Alberta (Canadá) y la
Escuela de Medicina de Baylor College (Texas), escribieron en la revista Nature
en 2012 “que las clínicas que ofrecen estos servicios están operando por fuera
de la ética, explotando a los individuos en su punto más vulnerable al ofrecer
tratamientos no probados para enfermedades incurables y debilitantes”.
“Si los deportistas quieren ser cobayas, adelante,
pero tienen que saberlo: éxito dudoso, riesgo desconocido a cambio de una buena
cantidad de dinero” fue la respuesta del médico de la Federación Internacional
de Atletismo cuando el periodista de El País le preguntó su opinión sobre el
publicitado tratamiento.
Los promotores de la terapia se defienden
argumentando que las células que usan proceden del propio paciente, lo que
limita posibles efectos secundarios. Y a falta de evidencia científica
acumulada, aseguran que los resultados que han obtenido en sus pacientes son
suficientes para confiar en que es un camino que puede servir a muchos.
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