SEÚL (2 Enero 2015).- Continuas redadas, fuertes
multas, incluso cárcel y una vida laboral en la clandestinidad. Es lo que
afrontan los profesionales del tatuaje en Corea del Sur, un país donde el arte
de inyectar tinta en la piel es ilegal a pesar de que la moda crece cada año.
"Como es ilegal, no podemos poner un cartel en
la puerta", se excusa Kim Ki-bok, uno de los tatuadores más reconocidos en
Seúl, a la entrada de su estudio camuflado como piso residencial en la cuarta
planta de un viejo edificio del céntrico barrio de Hongdae, cuna del arte y las
nuevas tendencias en el país.
A pesar de que legalmente figuran como
"desempleados", cuatro tatuadores trabajan cada día desde hace 10
meses en este local durante largas horas, con un ojo puesto en la piel del
cliente y el otro en una posible irrupción de agentes de la policía.
Desde que hace unos dos años logró hacerse un nombre
entre los aproximadamente 20,000 tatuadores que hay en Corea del Sur -según
estimaciones del Gobierno- Kim contornea con sus agujas la piel de unas tres
personas cada día.
"He tenido suerte y nunca me han pillado",
comenta a Efe, aunque reconoce que muchos de sus amigos han recibido
"fuertes multas" e "incluso alguno ha entrado en prisión",
asegura.
Las leyes surcoreanas consideran los tatuajes un
procedimiento médico que solo pueden realizar doctores titulados en clínicas y
hospitales, algo que relega a la clandestinidad a los auténticos profesionales
de este ámbito.
"Cada vez más ciudadanos se tatúa y el 99 por
ciento lo hace en estudios ilegales, por lo que han surgido problemas"
como denuncias por malas prácticas producto de la desregulación, expuso en el
Parlamento el diputado Kim Chon-jin cuando a finales del año pasado presentó
una propuesta para legalizar estos procedimientos.
Sin embargo, la Asamblea Nacional no considera una
prioridad la legalización de los tatuajes y por el momento mantiene congelado
el debate.
El tatuador Kim Ki-bok se muestra optimista al
calcular que "existen posibilidades de que se legalice en un plazo de 3 a
5 años", lo que le permitiría dejar de trabajar con miedo a que en
cualquier momento la policía lleve a cabo una redada en su estudio.
Kim, miembro de la asociación "Tattooist",
que funciona como un sindicato para este tipo de profesionales, basa sus
expectativas de legalización en la cada vez mayor aceptación social del tatuaje
en la conservadora sociedad surcoreana.
Curiosamente, la persona que más ha contribuido a la
causa es un joven extranjero. Con solo 20 años el australiano Daniel Snoeks es toda
una estrella de la televisión en Corea del Sur desde que participa en
"Non-Summit", uno de los programas con más audiencia de los últimos
años, en el que inmigrantes de varios países debaten sobre diversos temas en
coreano.
Daniel, cuyas manos y gran parte de su cuerpo están
tatuados con dibujos de varios estilos, asegura a Efe que quiere aprovechar su
fama para "lograr la legalización de los tatuajes" en el país
asiático.
"Desde que soy famoso ha cambiado mucho la
percepción social de los tatuajes. De hecho, ha sido la primera vez que los
coreanos ven a alguien en televisión con tatuajes en el cuello y en las
manos", comenta el australiano, que se ha ganado en el programa la imagen
de un joven respetuoso y ejemplar.
Daniel recuerda que cuando llegó a Seúl hace un año
y medio la gente en el metro se apartaba de él y comentaba que sus tatuajes
eran "asquerosos" o "daban miedo", pero tras el salto a la
fama "ahora todo el mundo quiere hacerse una foto" con él cuando usa "el
transporte público", comenta.
Y es que los tatuajes en Corea del Sur
tradicionalmente "estaban vinculados a la imagen de gánster y chicos
malos", explica el tatuador Kim, pero hoy "mucha más gente, y
especialmente los jóvenes, los ven como algo atractivo y de moda",
asegura.
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