MADRID (9 Mayo 2015).- La solidez inicial de Tomas
Berdych quedó reducida a cenizas y el español Rafael Nadal avanzó por séptima
vez en la final del torneo de Madrid con una victoria por 7-6 (3) y 6-1 ante el
checo, su verdugo en el Abierto de Australia, la mejor que ha logrado en lo que
va de temporada.
Nadal liquidó la contienda en una hora y 43 minutos
y ahora espera al ganador del partido entre el británico Andy Murray y el
japonés Kei Nishikori para saber con quién luchará este domingo para lograr su
quinto título en el torneo madrileño y el tercero consecutivo.
Con una temperatura cercana a los 27 grados
centígrados se disputó la contienda y con el sol en todo lo alto brilló la
derecha invertida de Nadal, ésa que le ha dado nueve títulos de Roland Garros y
que casi siempre abre huecos donde no los hay en las defensas de sus rivales.
Nadal necesitó tiempo para sentirse a gusto en el
duelo. Quizás su memoria guardaba todavía el amargo recuerdo de los cuartos en
Melbourne, donde fue arrasado por Berdych con un 6-0 demoledor en el segundo
set, quebrando el checo la racha de 17 derrotas ante el español.
Y quizás había nervios en Rafa, cuyo revés flaqueaba
para dejar que la derecha del checo entrase con profundidad y de forma
demoledora, en unos inicios desesperanzadores para el de Manacor, que intentaba
estar rápido de piernas para contrarrestar los bombardeos de su rival.
En esos comienzos, Nadal no encontró forma de
restar. Y así, el único punto que ganó fue una doble falta de Berdych, que
mantenía su servicio al nivel con el que destrozó al gigante estadounidense
John Isner en cuartos salvando una bola de partido.
Pero tanta regularidad de Berdych en tierra era algo
insólito. Poco a poco, su agresividad bajó de nivel y Nadal se aprovechó de
ello. Los únicos puntos de rotura de este parcial fueron para el español, que
no concedió ninguno. Todo quedaba decidido para el desempate, en el que Nadal
ofreció un recital con su derecha para apuntarse el set en 53 minutos.
La desconcentración llenó el cerebro de Berdych
después y el pupilo del venezolano Daniel Valverdú encontraba excusas donde no
las había, como sus quejas al juez de silla por el reflejo de los abanicos del
público, que al parecer le descentraban.
El saque del checo bajó de efectividad y Nadal entró
en el partido con mando, rompiendo en el cuarto juego, con su derecha en
paralelo, cercenando de golpe las esperanzas del checo, que quedaron reducidas
a añicos ante la confianza del español, al que al final le entraba todo, por
difícil que pareciera, mientras Tomas miraba las líneas que Rafa tocaba.
Nadal acabó con su saque intocable, sin una sola
bola de rotura en contra, y rompiendo al checo dos veces en nueve
oportunidades. Como toda la semana, fue de menos a más, pero este viernes jugó
su partido más completo, más al estilo Nadal, incisivo y dominador. Recuperando
sus sensaciones.
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