CEUTA (8 Junio 2015).- El niño marfileño Adou
Ouattara que fue descubierto dentro de una maleta cuando intentaban
introducirlo ilegalmente en España, se reunió este lunes con su madre en el
enclave norafricano de Ceuta, mientras la justicia ordenaba poner en libertad a
su padre.
"Estamos muy contentos. Llevamos aquí al
pequeño y también vamos a intentar ir a por el padre", afirmó el abogado
de la familia, Juan Isidro Fernández Díaz. "Hemos pagado la fianza y le
van a poner en libertad", aseguró el letrado a los medios, en referencia
Alí Ouattara, que se encontraba en prisión preventiva desde el 8 de mayo.
Un día antes, los agentes de la Guardia Civil del
puesto fronterizo del Tarajal, en Ceuta, se habían quedado boquiabiertos al
descubrir en el escáner la silueta del niño, acurrucado en la pequeña maleta de
una adolescente que fue detenida.
Un mes después, Lucie, la madre del pequeño ha
podido recoger a su hijo, de 8 años, que ha permanecido durante este tiempo en
un centro de acogida de menores de Ceuta, hasta que los análisis de ADN han
demostrado que son familia. "Ha llorado un poco la madre", comentó la
jefa del Área de Menores de Ceuta, María Antonia Palomo, en referencia al
reencuentro con el pequeño.
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El reencuentro del pequeño Adou con su madre en
España. EFE
"Hoy ha sido un día muy feliz", insistió.
Las imágenes de televisión mostraron un pequeño Adou mirando por la ventana,
esperando impaciente la llegada de su madre. Ahora la familia podrá regresar a
Puerto del Rosario, en la isla de Fuerteventura, en el archipiélago atlántico
de las Canarias. Allí viven legalmente Alí y Lucie Ouattara con su hija Myriam,
de 11 años, mientras otro de sus hijos, Ismael, de 21 años, trabaja en la
región de Murcia, en el sureste de España.
Adou, por su parte, se había quedado en Costa de
Marfil, en el pueblo de Assuefry (noreste), junto a su hermano Michael y su
abuela. Tras la muerte ésta, Alí pidió la reagrupación familiar de Adou, que
las autoridades españolas denegaron por cuestiones administrativas.
Según su abogado, el padre pagó entonces 5.000 euros
a traficantes de personas, creyendo que éstos proporcionaría un pasaporte y un
visado al niño y no que intentarían hacer cruzarle en el interior de una
minúscula maleta.
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